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pedro luis gómez
Lunes, 17 de agosto 2015, 13:40
La fiesta tiene un denominador común: la alegría de sus protagonistas. Eso abunda por cada esquina de Málaga desde que comenzó la Feria de Agosto, alegría y ganas de diversión, felicidad aunque sea por unas horas, pero también para todas las edades, porque este jaleo tiene en común que le da oportunidades a todos de pasarlo bien, lo que no está al alcance de todos los acontecimientos.
La Feria de Málaga ha comenzado con alta nota, con mucha gente y muchas ganas de pasarlo bien, pero también (ver excelente reportaje de ayer de SUR realizado por Nuria Triguero) de mucho gasto, y eso no es que sea bueno, es fantástico. Las penas con pan son menos, pero las fiestas con jamón son mejores. Esta frase de cosecha propia sirve para definir lo que está ocurriendo, con decenas de miles de personas pasándolo bien, menos los agoreros, los que se dedican a buscar fotos llenas de mierda para colgarlas en twiter y los que se creen dueños de este sarao, que no es de nadie. Me ratifico en lo dicho en los dos primeros artículos de esta Contraferia que cumple, ni más ni menos, 25 años. Los fuegos fueron decepcionantes al máximo (dignos de un buen pueblo, no de una gran ciudad), y la feria del centro se le ha escapado de las manos al Ayuntamiento de Málaga: por no querer apechugar con ella se han visto desbordados y sin capacidad de reacción. Todo tiene arreglo, no lo olviden, y eso también. Total, que la fiesta sigue y el domingo fue un verdadero acontecimiento en el centro, lo mismo que la noche del sábado en el real, y la tarde-noche de ayer en la zona de los carricoches, donde no perder a un niño era un verdadero milagro.
Muchísima gente, muchísimas ganas de divertirse, y encima nuevos elementos para sumar al fiestón: los toros, en sus días grandes, aunque la verdad es que este año los carteles son pelín regulares, que cada mochuelo tiene que cargar con sus responsabilidades. Para qué decir lo contrario. No me gusta el Enrique Ponce que se dedica a flirtear con la prensa del corazón, pero sí me gusta el Enrique Ponce torero, y se echa en falta. Lo mismo que Tomás, aunque el esteponero adoptivo cobra tanto que se le pierde dinero a cualquier lleno. Y me fastidia la ausencia de Javier Conde, aunque solo sea porque se cumplen este año 20 de su alternativa, y porque el mundo taurino malacitano no está sobrado ni de nombres ni de gestas en estos momentos, salvo ese valiente Jiménez Fortes que ha cosido su presencia en las grandes ferias a base de arrojo y valor temerario...
Siempre ha habido sus más y sus menos con Conde y la Feria Taurina de Málaga, eso es cierto, pero no hay que buscar culpables, sino soluciones. Nada hubiese estropeados los carteles su presencia, pero las cosas son como son y como se desarrollan. Somos muchos los que lamentamos la ausencia de un torero que dio tardes de gloria en La Malagueta, la misma que tiene que darle un homenaje como se merece a Pacurrón, Francisco Cortés, crítico taurino de SUR, Hoja del Lunes y La Tarde durante 40 años y que sin embargo no ha tenido el mínimo reconocimiento que se merece: ¿Una puerta? ¿Una placa? ¿Un mosaico? ¿Un busto?Yo creo que con solo su recuerdo público sería bastante. Si todos a los que Pacurrón, en el mundo del toro, les hizo un favor en vida hubiesen decidido firmar un manifiesto en favor de su homenaje, no habría habido papel suficiente, pero ya se sabe, la vida es así. Estamos a tiempo, sobre todo porque hay responsables taurinos de La Malagueta que saben quién fue y qué supuso Pacurrón para los toros en Málaga mejor que nadie.
Mientras, la fiesta sigue, y el botellón (¿quién dijo que el botellón no existe?) se apodera de calles y zonas del real sin importarle un pepino absolutamente nada. Pero no hay que rasgarse las vestiduras, que eso también forma parte de la jarana, de este espectáculo teatral (Miguel Gallego sería el mejor director de escena del evento) que es la Feria de Málaga, que se encamina al primer día laborable de la semana pletórica, con gente por cada esquina y abundancia de gasto para uso y disfrute de quienes defendemos este acontecimiento como pulmón económico de una capital de la Costa del Sol que lo necesita como alacena para los meses de menor actividad, que los hay y muchos a lo largo del año. Y mientras, la feria sigue, aunque la noria del puerto, a mí, se me antoje pequeña y timorata. Siempre la misma historia: ya que hacemos algo, puñetas, hagámoslo bien... Digo yo.
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