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¿Sabían que el piloto de rallies Carlos Sainz fue el primer campeón de España de squash (en 1979)? Este deporte de raqueta vivió una etapa de esplendor en los ochenta con practicantes famosos como el rey emérito Juan Carlos, el tenista Manolo Santana o los Martínez Bordiu, pero en los últimos años perdió terreno ante el pádel, un deporte con una ventaja primordial, el de que su práctica resulta muy sencilla. Es justo ahora cuando esta disciplina parece renacer, no sólo a nivel nacional, sino local, aunque aún de una forma incipiente.
El squash guarda cierta relación con el pádel, al menos en la faceta de los rebotes y como modalidad de raqueta en un espacio cerrado por paredes. En este primer deporte, que nació en Londres a principios del siglo XIX, la bola (de goma) puede rebotar en todas las paredes cuantas veces sea necesario y en cualquier orden, siempre que golpee en la frontal (o frontis) antes de tocar el suelo. Solo puede rebotar en el piso una vez antes de que se considere un punto para el contrincante. Los partidos son al mejor de cinco sets, que se dilucidan al que llegue antes a once puntos (con al menos dos de ventaja).
Si bien España llegó a tener 10.232 licencias federativas en squash en 1988, cuando alcanzó su techo, ahora son poco más de 2.000 (2.110), pero también de más calidad y en una nueva expansión, porque los practicantes se estiman en más de 15.000. Así las cosas, el panorama masculino muestra a cinco jugadores masculinos en el 'top 80' de la PSA (el equivalente a la ATP del tenis) y a una mujer. Esta es la joven de 21 años Cristina Gómez (77ª), y en hombres destacan el compostelano Borja Golán (34º), que ha llegado a ser 'top ten'; Iker Pajares (33º), Edmon López (49º), Carlos Cornes (68º) y Bernat Jaume (78º).
Galicia y Cataluña son las comunidades más punteras, pero Andalucía y, su principal foco, Málaga, renacen con esperanzas como Augusto Ortigosa (a punto de cumplir los 18 años) y Christian Domínguez (16).
«En 1994 se celebró el Campeonato del Mundo en Barcelona y económicamente fue muy mal. Algunos patrocinadores no pagaron. La Federación Española se endeudó y hubo que recurrir a una reestructuración», recuerda Pedro Ríos, malagueño que es desde esa fecha (más de cinco lustros ya) el máximo responsable de la Federación Andaluza de Squash.
A día de hoy, la crisis por la que ha pasado el squash ha reducido mucho el número de escenarios en los que se puede practicar, y este es el principal embudo para que este deporte pueda seguir prosperando. Básicamente son cinco los lugares en Málaga, ninguno en la zona oriental de la provincia (nada que ver con lo que sucedía en los ochenta y principios de los noventa): el Club de Squash Fuengirola (cuyo vicepresidente es Ríos), la Universidad de Málaga y las pistas de Calahonda (Mijas Costa), Marbella (dos) y Manilva.
Pese a ello Málaga ofrece casi la quinta parte de los clubes de la región (cinco de veintiuno). El número de federados en Andalucía pasó de unos 500 en 1990 a poco más de 300 en 2019, pero todos los indicios invitan a pensar en un renacimiento, siempre a expensas de los apoyos oficiales correspondientes. «Nos vendría bien que se potenciara este deporte. Un país como Italia tiene dos millones de euros de presupuesto y la Federación Española, 250.000, pero en España hay más nivel que en Italia», argumenta Ríos. «En campeonatos júnior hemos visto que en países sudamericanos sus jugadores llegan con los gastos pagados con ayuda del Gobierno», añade en la misma línea.
El squash ha estado cerca de entrar en el programa olímpico, tanto para Tokio 2020 como para París 2024, pero se quedó a las puertas. «Lo veo como uno de los deportes más completos que existe. Se piensa que es peligroso y que hay muchas lesiones, pero es de los que menos. Jugamos en un parqué que es una superficie flotante, y por eso no tienes por qué lesionarte si no te resbalas», afirma Ríos. Más allá de la expectación con Ortigosa, que podría entrar en el 'top 100' mundial, la clave de la expansión del squash en Málaga estaría en trabajar con la base –«desde noviembre hacemos campañas con el Ayuntamiento de Fuengirola con los colegios, y hace unas semanas tuvimos un campus de squash con presencia de extranjeros»– y contar con más instalaciones.
1990: 26 (8 malagueños).
1995: 25 (7 de Málaga).
2000: 25 (7 de Málaga).
2005: 24 (6 de Málaga).
2010: 21 (5 de Málaga).
2015: 21 (5 de Málaga).
2019: 21 (5 de Málaga, que son la Universidad de Málaga, el Centro Elola de Fuengirola, Calahonda Club del Sol, La Cala Golf (Mijas) y Manilva).
1990: Unas 500.
1995: Unas 200.
2000: 105 licencias nacionales y 241 territoriales.
2005: 95 licencias nacionales y 230 territoriales.
2010: 81 licencias nacionales y 236 territoriales.
2015: 75 licencias nacionales y 241 territoriales.
2019: 70 licencias nacionales y 245 territoriales.
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