
Secciones
Servicios
Destacamos
Las previsiones eran buenas, pero el resultado fue inmejorable. Un día histórico merecía una respuesta como ésta. Por primera vez en sus historia, el mítico Palacio de los Deportes José María Martín Carpena abrió sus puertas para el balonmano femenino, pero no para un partido cualquiera, para la segunda final consecutiva a la que accede el Costa del Sol y en la que, ante la necesidad de remontar cuatro goles al Rocasa Gran Canaria, requería, más que nunca, del apoyo de toda Málaga.
Y el resultado fue apoteósico, un éxtasis, un regalo, una oda al deporte malagueño, nacional y europeo. Lo nunca visto. Tras dos años portando el nombre de la ciudad y de la provincia por todo el continente y la consecución de un inédito triplete y un total de cuatro títulos en 20 meses (sin contar el de la final europea ante el Rocasa), el equipo merecía un reconocimiento especial, y, al fin, se hizo posible ayer. Una vez conocida la noticia de que disputarían esta final en un escenario como el Martín Carpena, el club se puso manos a la obra para intentar reunir al mayor número posible de aficionados. Además, con una motivación añadida y alcanzable: batir hasta dos récords de España, el de afluencia de público en un partido de clubes (alrededor de 4.000 en la Copa de la Reina de 2010, según la RFEBM) y el de asistencia en un partido de balonmano femenino que se haya disputado hasta la fecha en nuestro país. Este pertenecía al España-Hungría de selecciones absolutas de este verano, en Santander, con un total de 5.000 aficionados.
Antes del encuentro, la entidad preveía una asistencia de al menos 7.000 personas. Pero una vez más, la afición malagueña volvió a demostrar que, si se lo propone, puede con cualquier reto. ¿El resultado? Un total de 7.183 personas que convirtieron el Carpena en un recinto histórico para el balonmano español y lo más importante, en la caldera que el conjunto necesitaba.
Desde el recibimiento al autobús dos horas antes del partido hasta la fiesta que se vivió dentro del pabellón. Familias, grupos de amigos, equipos de cantera, jóvenes, niños, mayores... El público de siempre, los habituales de Carranque, y un amplio número de nuevos aficionados que sin duda, tras vivir en persona una cita como esta, no dudarán en acudir con más regularidad a los partidos. Todo gracias a ellas, las que se calzaron las zapatillas con más ilusión que nunca, para demostrar que el balonmano femenino sí puede llenar pabellones.
Sólo por el hecho de ver a 7.000 personas coreando el nombre de las jugadoras, aplaudiendo tanto los errores como los aciertos, animando sin parar, dejándose la piel y la garganta en apoyarlas, vistiendo las camisetas del conjunto, portando pancartas, peluches... Mereció la pena. Un espectáculo nunca visto hasta la fecha y acompañado además de una organización sensacional: vídeos motivacionales antes de la entrada en cancha de las jugadoras, juegos de luces, pasillo a las protagonistas con tubos con bengalas, banderas, regalos a la afición, música, animación al descanso.... Hasta una sorpresa en el vestuario, que se engalanó con fotos gigantes de las jugadoras. Un día de emociones, de sorpresas. Nada que este histórico equipo no merezca.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Recomendaciones para ti
Favoritos de los suscriptores
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.