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MANUEL DEL CAMPO CRÍTICA DE MÚSICA
Domingo, 4 de noviembre 2018, 00:16
Programa monográfico y de la más pura ortodoxia, el segundo del VII Ciclo 'La Filarmónica frente al mar' -Obertura, Concierto y Sinfonía- de la OFM, dedicado a Félix Mendelssohn Bartholdy (1809-1847), por cierto ese Bartholdy lo añadió su padre al nombre de la familia. Judío por su origen pero protestante por elección, Mendelssohn se crió en un ambiente rico lo que le permitió adquirir una cultura elevada y tener una vida feliz.
En el verano de 1829 y con motivo de una visita a Escocia, estuvo Mendelssohn en las islas Hébridas y escribió el tema para esa obertura que abría anteanoche el concierto de la Orquesta Filarmónica de Málaga objeto de este comentario. Existen tres manuscritos distintos y concluida que fue la obra la tituló en principio 'La Isla solitaria', revisada 'Las Hébrias' y la versión final, las más corta, 'La gruta de Fingal'. Resulta 'Las Hébridas' muy evocadora, nos sugiere el viento y las olas y encierra un lirismo siempre bello. Diríamos que ese descreptivismo anticipa lo que será la música impresionista. Buen inicio el de la OFM bajo la batuta de Octavio J. Peidró, a más de director de orquesta, musicólogo, que llevó la pieza con claridad de gestos y aplomo y positiva respuesta de los profesores de la orquesta malagueña.
En el 'Concierto en mi menor' para violín y orquesta de Medelssohn, que seguía en el programa, confluyen virtuosismo y musicalidad, las exigencias de una gran técnica con auténticas melodías. Muy apreciado por violinistas y oyentes no excluye alguna innovación (la entrada del solista sin introducción orquestal y la forma de enlazar los movimientos entre sí, pongamos por caso). No le faltó virtuosismo a la joven solista de violín, Cristina Cubas. El sonido mostrado -no voluminoso- estuvo en momentos minimizado por el del acompañamiento orquestal. Correspondió con un bis de J.S. Bach a los aplausos del público y sorprendentemente Cristina Cubas no volvió a aparecer por el escenario como tampoco el director -las ovaciones del auditorio los reclamaba con insistencia- y pasamos al descanso sin más.
Un Mendelssohn de veinte años narra sus viajes en composiciones orquestales, entre ellas a más de 'Las Hébridas' a la que ya nos referimos, la 'Sinfonía nº 3' o 'Sinfonía Escocesa', que ocupaba la segunda parte del concierto, y la 'Sinfonía nº 4' o 'Sinfonía Italiana'. No hay unanimidad en lo que respecta a citas folklóricas en la 'Escocesa' pero si bien Mendelssohn mostrase su aversión a lo nacional, hay cierto 'tufillo' escocés en la 'Sinfonía nº 3' en opinión de musicólogos como el austriaco Erik Werner (1901-1988). El director Octavio J. Peidró convenció con la 'Escocesa' desde su Introducción. La cuerda sonó compacta, sobresaliente los vientos -muy junta la distinción final para maderas y metales-, bien subrayados los momentos líricos y los dramáticos, así como lleno de vitalidad el último de los tiempos de la sinfonía. Vigorosa fue la dirección del maestro Peidró, siempre clara, con estabilidad y transmitiendo confianza. Muchos aplausos recibieron por parte del público que estaba en el Auditorio Edgar Neville, tanto el director invitado como los profesores de la Filarmónica de Málaga.
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