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Franz Lizst
Del músico idolatrado al pintor esputado. Franz Liszt y Paul Cézanne

Del músico idolatrado al pintor esputado. Franz Liszt y Paul Cézanne

Albas y Ocasos ·

Tal día como hoy nacía Franz Lizst, concertista de piano, y moría Paul Cézanne, a consecuencia de una neumonía que lo escalofrió y lo esputó a conciencia

maría teresa lezcano

Domingo, 22 de octubre 2017, 00:09

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Tal día como hoy nacía Franz Lizst, concertista de piano que manejaba cajas de resonancia y cuerdas percutidas con tanta convicción que las adolescentes auditoras se le desmayaban como moscas arrítmicas, y moría Paul Cézanne, a consecuencia de una neumonía que lo escalofrió y lo esputó a conciencia.

FRANZ LIZST. Del 22-10-1811 al 31-7-1886

Veintidós de octubre de 1811. Nace, en un pueblo por esas fechas perteneciente al Reino de Hungría y actualmente situado en Austria, Franz Lizst, quien en sus primeros años era tan enclenque y enfermizo que la familia andaba en un constante vilo premortuorio, diciendo para sus adentros austrohúngaros “es geht weg, es geht weg”, es decir este niño se nos va y se nos va y a ver quién es la sanguijuela metafórica o genuinamente anélida que le succiona la lisztiana endenblez. Franz sin embargo, no sólo no finó durante su infancia sino que alcanzó la, para la época provecta edad de setenta y cuatro años y nueve meses; intervalo existencial que aprovechó para, poema sinfónico va, rapsodia viene, convertirse en uno de los compositores más destacados de la Nueva Escuela Alemana y en un concertista de piano que manejaba cajas de resonancias y cuerdas percutidas con tanta convicción que las adolescentes auditoras se le desmayaban como moscas arrítmicas, y no tenía groupies porque el término aún no había sido inventado aunque bien pronto se lexicografió la lizstomanía o fiebre Lizst como arraigado fenómeno en que los seguidores, y sobre todos las seguidoras del músico, se le encaramaban a la primera de cambio y se le encamaban si la ocasión se terciaba, a la vez que rapiñaban cualquier objeto que hubiera tocado el idolatrado cuerpo tocador, incluyendo las cuerdas de los pianos aporreados por Lizst, y es que el pobre no ganaba para instrumentos. Huyendo de la histeria de sus fans o, ya que el fenómeno fan aún no había sido catalogado, de sus franzs, Lizst se refugió en la masonería, más exactamente en la logia de Berlín, de la que llegaría a ser maestro, y en el socialismo sansimoniano que luchaba por el derrocamiento de Carlos X; movimiento a favor del cual compuso su Sinfonía Revolucionaria, tras lo cual se congestionó pulmonar y persistentemente después de asistir a una representación del Tristán e Isolda compuesto por su yerno Wagner, y murió literalmente con la palabra Tristán en la boca. A Isolda no le dio tiempo de llegar.

PAUL CÉZANNE. Del 19-01-1839 al 22-10-1906

Noventa y cinco años después del nacimiento austrohúngaro de Lizst, moría en la misma ciudad de Aix-en-Provence en la que nació, Paul Cézanne. De Aix a Aix y tiro porque me toca, Cézanne trabajó en el banco de su padre, donde se aburrió como una ostra preimpresionista; formó parte del “Salón de los Rechazados”, pinacoteca de la marginalidad donde los artistas denostados por el oficial Salón de París exponían las obras que ofuscaban a la decimonónica oficialidad pictórica; fue declarado prófugo por haber tomado las de Villadiego cuando estalló la Guerra Franco-prusiana, y se puso a completar los cuatro períodos artísticos que lo encumbrarían como el padre de la pintura moderna. El Período Oscuro de Cézanne, parisino en su abuhardillamiento y negro de pigmentos violentos y macabros, precedió a su fase impresionista, instalada su paupérrima existencia cerca de Marsella e influido por la temática paisajística de Pissarro. Después llegarían el Período de Madurez, provenzal y aislado, y el Período Final, tan bucólico e impresionista como el anterior y, como bien indica su nombre, final porque Paul se hallaba un buen día pinta que te pinta en medio del campo, cuando le sorprendió una tormenta pero, como no había terminado el cuadro se ve que pensó, ya escampará que por algo estamos en el sur, aunque el sur andaba algo enfurecido en sus cambios climáticos o sus cambios temáticos o enfurecido sin más y, como al cabo de unas horas sólo faltaba alguna lluvia de ranas y un arca cualquiera para simular un contemporáneo diluvio, Cézanne, que ya más que pintor era un puro ser de agua, decidió repatriar su corpórea humedad a casa, aunque por el camino se desmayó y, si bien fue rescatado por un automovilista que pasaba por allí de camino al arca o al hogar, también pasaba por allí una neumonía viajera que lo escalofrió, lo inmunodeprimió y, aunque en contrapartida y como póstuma compensación lo catapultó a la fama, en el interín lo esputó a conciencia. Y es que la ley compensatoria es muy hija de esputa.

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