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El huracán M Clan enamora a un Marenostrum entregado
claudia san martín
Jueves, 6 de agosto 2020, 00:17
Que el rock también puede ser acústico lo sabemos, pero imaginarnos un show tan cañero como el de M Clan en este formato es un ... poco complicado. Algo similar pensaría el grueso del público que asistió anoche al Castillo Sohail de Fuengirola. Era miércoles, pero en verano pareciera que no existen los días de la semana, así que estaba hasta los topes, como acostumbra esta 'Edición Limitada' de conciertos de Marenostrum para unos pocos afortunados, en sillas y con nuestra ya amiga perenne mascarilla.
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Gloria Guerrero y María Jesús Trujillo esperaban entre el auditorio expectantes por ver al dúo Carlos Tarque y Ricardo Ruipérez en acústico: «Vimos a M Clan hace diez años, habrá cambiado mucho su puesta en escena, pero somos seguidoras», cuenta Guerrero mirando a su amiga. Algo ya se imaginaban gracias a las stories de Instagram del grupo de otros bolos por España, aunque lo cierto es que no hay un concierto igual.
El de anoche empezó casi alcanzando las 23.00 horas, con el fresquito que caracteriza en el castillo fuengiroleño soplando suavemente. Tarque y Ruipérez se subieron a las tablas de Marenostrum Fuengirola mientras de fondo los arropaba 'I won't stand in your way', de Stray Cats. Algo victoriosos, como la mayoría de los artistas que tras meses confinados rememoran aquellos días inciertos en los que no sabían cuándo llegaría este día. «Este sitio es maravilloso, vamos a pasar buena noche», adelantaba Tarque a su público para introducir 'Filosofía barata', del disco 'Sopa Fría' (2004).
Lo cierto es que el dúo se metió a su público en el bolsillo de sus pitillos en los primeros minutos, animándolo a levantar las manos y a crear un ambiente más íntimo. Ellos hicieron caso y el aura que se creó recordaba a la era precovid, cuando los conciertos se podían disfrutar en tumultos, saltando o bailando, ¡qué tiempos aquellos! Pero estamos aquí, que es lo más importante.
Se vieron cuerpos moviéndose en el sitio, móviles en alto grabando unos segundos del espectáculo, hasta que Tarque se levantó y empezó la magia más pura de M Clan: «Con respeto a todos los flamencos que hay aquí voy a tocar el cajón... A ver si os suena este tema», advertía colocándose encima del instrumento para hacerlo sonar, acompañándose de Ruipérez a la guitarra para entonar 'Llamando a la Tierra', de Steve Miller Band, una de las covers que hizo levantar la voz y los brazos de los asistentes, que no el cuerpo porque no está permitido. La ventaja de las sillas y los conciertos más cuadriculados es que delante no nos tapará la visión la persona más alta de la sala, mirémoslo por ese lado.
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La voz de Tarque todo lo consigue cuando pide unas palmas o clama uno de esos '¡eh! ¡oh!' tan característicos. Ruipérez adelantaba días antes a este medio que aunque un acústico parezca un concierto relajado y más pausado, con M Clan estamos muy equivocados: «Es muy entretenido, no es un concierto acústico muermo. De hecho a mí casi me sangran los dedos cuando termina, de la caña que metemos. La voz de Tarque es muy rockera y contundente y tiene mucha energía, eso acompañado de música es un chute de energía», reconocía el guitarrista.
También hubo tiempo para el relax, todo hay que decirlo, cuando estos dos músicos presentaron 'Roto por dentro'. Un concierto ha de tener esos vaivenes... Un show todo el tiempo en la cresta de la ola sólo lo consigue Bon Jovi o Jennifer López. «Estamos contentos de poder estar tocando en directo después de haber pasado, y seguir pasando, esta movida tan rara», reconocía Tarque preguntándole al público para cuántos de ellos era su primer concierto: la mayor parte levantó la mano, aunque el cantante se alegró de ver que «cada vez son menos, eso significa que podemos hacer vida normal».
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Tarque mostró en escena su descaro habitual, dedicándole canciones a la primera fila o llamando a su amigo malagueño Coki, batería de Fito y los Fitipaldis, entre el público. La noche siguió tomando ese tono inesperado y enérgico con el que empezó. Así son las noches de rock, aunque la mitad de la banda se quede por el camino: la música tiene que seguir su curso.
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