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Antonio Contreras
Domingo, 27 de agosto 2023, 15:52
«Canelita en rama», «Genialidad absoluta. El festival más original de todos», «Diversión, cachondeo, buen rollo y confeti», «El más guapo», «Risas y más risas», « ... El mejor festival posible, un disparate» o «Fiesta para puretas» son algunas de las definiciones que los asistentes al evento otorgan al Canela Party, un festival surgido hace ya más de quince años por un grupo de amigos que, poco a poco, ha ido cogiendo fuerza hasta convertirse en lo que es hoy, una de las mayores fiestas que se celebra en el municipio de Torremolinos.
Y es que, a pesar de los malos momentos que se vivieron el sábado (el día más esperado del evento, el de los disfraces) a causa del viento, que obligaron a suspender el festival y desalojar el recinto durante más de dos horas, la fiesta consiguió recuperar su esencia desde el primer minuto que se reabrieron las puertas. Sin desmerecer a los organizadores, gran parte del mérito de que esto fuese así se debe a los propios asistentes al evento, que entendieron la situación desde el primer minuto y esperaron pacientemente, pero sin perder las ganas de pasarlo bien.
Con la reapertura de las puertas a las 12 de la noche se reanudaba el 'pitote'. King Gizzard & The Lizard Wizard, uno de los grupos más esperados del evento, fue el encargado de continuar la ronda de música. Durante su actuación la locura se volvió a apoderar del Canela y, entre el mar de cabezas voló toda clase de objetos a lo largo de todo el concierto: flotadores, pelotas, una ballena hinchable, camisetas, faldas, cerveza. Para cuando terminaron su representación, los integrantes de la banda australiana terminaron, literalmente, en calzoncillos.
El público del Canela es, por lo general, más adulto de lo que se suele ver en un festival. Pero también de lo más variopinto y original, con un desfile de disfraces que denotan la imaginación de sus asistentes. Aquí, a pesar del nublado, todo está lleno de color.
Francisco y Cristóbal, almerienses fieles al Canela desde hace muchos años, vinieron de 'Padre Guillermo y las juventudes del Papa celebradas este verano', uno de los memes más sonados este verano tras la aparición del 'cura Dj'. A sus disfraces eclesiásticos los acompañaba una mesa de mezclas artesana, hecha en madera y cartón.
'Marvin el marciano', que prefiere mantenerse en el anonimato y llamarse a sí mismo 'Marvin el marciano', viene de eso, de Marvin el marciano. «Me encantan los Looney Tunes, los dibujitos animados y la cultura pop, por lo que siempre intento disfrazarme de personajes muy coloridos». Marvin, de aquí de Málaga, es otro fiel del Canela, conoce a los organizadores desde hace muchos años y no se pierde una. Esto es para él, y como él muchos más, una tradición que no se puede perder.
Nuria, David y Arantxa vienen desde Madrid para disfrutar del evento. Van vestidos de la mítica serie de animación Bojack Horseman. «Yo es la tercera vez que vengo, pero ellas dos es la primera vez que vienen», comentaba David con una atónita Lime Garden tocando de fondo su canción 'Sick & Tired'. «I see some people singing, which is crazy. I mean, we are in Spain!» decía Chloe Howard, cantante de la banda, a mediados del concierto.
Ana y Natalia, vienen desde Barcelona hasta Málaga para acudir a su cita anual del Canela Party. De hecho, Ana acudió el pasado año para tocar en una banda. Van de la Mona Lisa y 'Sloth', de Los Goonies. «Me gusta mucho la gente y el aire que se respira, además la media de edad es de la nuestra. La gente es más mayor y una se siente más integrada».
Aquí la gran mayoría van disfrazados, incluso los grupos que tocan. La Paloma, por ejemplo, salió al escenario con todos sus integrantes vestidos de gambas. Entre el público la variedad es su mayor virtud. Un karateka baila junto a un grupo vestidos de tenistas; un padre pasea con su hijo, los dos vestidos de piezas de Lego; unas amigas vestidas de 'playeras domingueras'; una mujer que, vista de espaldas, parece ir totalmente normal, pero que al darse la vuelta se ha integrado un tercer seno entre los dos existentes; una mujer vestida de caracol bailando con un vampiro; un hombre vestido de oso paseándose por el recinto con una pierna ensangrentada en el brazo, dos amigos vestidos de sardinas ensartados por un palo de madera con el lema de 'los mejores espetos'. El cachondeo está presente en cada rincón, incluso entre los trabajadores, donde gran parte de ellos van disfrazados.
Aquí, bajo la premisa de la razón, se abraza la locura. Porque no hay nada más cuerdo y racional que abandonar las etiquetas establecidas, soltarse la melena y divertirse de vez en cuando. Recordar que la vida es un suspiro y que son estos momentos, en los que uno se rinde al descontrol y doblega a la vergüenza, los que se lleva a la tumba. Esto es algo que, en muchas ocasiones, por desgracia, solo el tiempo y las oportunidades perdidas nos enseña. Tal vez por eso la edad media del Canela Party sea superior a lo habitual.
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