Del inventor hidrogenado al poeta succionado, Ferdinand Von Zeppelin y Percy Bysshe Shelley
Albas y Ocasos ·
Tal día como hoy nacía Ferdinand Von Zeppelin, quien, fluidos van, propulsores vienen, se puso a fabricar globos dirigibles que llenaron de hidrógeno los cielos germanos, y moría Percy Bysshe Shelley, perteneciente a la segunda generación de poetas románticos ingleses junto con Byron y Keats
TERESA LEZCANO
Domingo, 8 de julio 2018, 00:18
FERDINAND VON ZEPPELIN. 8-7-1838 al 8-3-1917
Ocho de julio de 1838. Nace Ferdinand Adolf August Heinrich Graf Von Zeppelin, que tan sencilla y nominalmente arropado se fue a caballear con los ejércitos de Wurtemberg y poco después, Principio de Arquímedes en mano y patente aerostática sutilmente sisada al inventor colombiano Carlos Albán en pie, se puso a fabricar, fluidos van, propulsores vienen, globos dirigibles que llenaron de hidrógeno los horizontes germanos. Tras probar la eficacia de la aeronave en vuelos lúdicos, la aviación alemana se agenció, con la siempre recurrente excusa de la Primera Guerra Mundial, una flota de zeppelines a la que envió, primero a husmear y después a bombardear Londres y, si bien en el interín el inventor del artefacto había sido arrollado, no por su criatura voladora sino por otra más recóndita que le dejó el depósito de combustible sanguíneo más vacío que las entrañas de un dirigible tras un vuelo transatlántico, el finamiento zeppelinesco no fue óbice para que el Tratado de Versalles finara a su vez el acuerdo aerostático, el cual fue recuperado para pasear entre las nubes a los potentados alemanes, quienes solían disfrutar teutónicamente de las vistas sobre sus hectáreas boscosas. Hasta que el LZ 129 Hindenburg, que era más largo que tres Boeing 747 juntos, se fue a saltar el charco americano y, al aterrizar en Nueva Jersey el seis de mayo de 1937, hidrógeno y electricidad estática se amaron de repente tanto que combustionaron hasta abrasar en fuegos de San Telmo a la tercera parte de los viajeros pronazis que participaban de la excursión, y zeppelinamente se acabó lo que se daba. Al menos hasta que se fundó el grupo británico de hardcore Led Zeppelin, así bautizado porque el batería de The Who les vaticinó que la banda se vendría abajo como un zeppelín de plomo. Magnífico batería, Keith Moon, aunque pésimo vidente. Rock and Roll.
PERCY BYSSHE SHELLEY. 4-8-1792 al 8-7-1822
Dieciséis años antes del nacimiento alemán de Von Zeppelin moría en Italia Percy Bysshe Shelley, perteneciente a la segunda generación de poetas románticos ingleses junto a Byron y Keats. Después de defender el amor libre y de libremente enamorarse de Mary, la hija adolescente de su amigo el filósofo Godwin – la cual se convirtió, tras el oportuno ahogamiento en el lago de Hyde Park de la primera señora Shelley, en Mary Shelley –, Percy Bysshe y Mary se instalaron con lord Byron y Polidori, médico personal del aristócrata, en una casa situada a orillas del lago Leman, la hoy celebérrima Villa Diodati, donde en una noche de tormenta nacerían Frankenstein y El Vampiro, respectivamente alumbrados por Mary Shelley y Polidori, mientras Percy Bysshe y Byron se ponían hasta las cejas británicas de opio chino, y de los Alpes caían extraños copos de una nieve gris que posteriormente se descubrirá asociada a la lejana erupción del volcán Tambora cuya nube de gas tóxico dejó a más de veinticuatro mil personas con la boca letalmente abierta, y no precisamente por falta de palabras. El matrimonio Shelley alquila posteriormente una casa en la italiana La Spezia, donde Percy Bysshe se entrega a un maratón traductor de Spinoza y Platón y se dedica a construir, junto con su amigo Edward Williams, un pequeño velero bautizado como el Ariel, en el cual se embarcan una mañana Shelley, Williams y un joven marinero, con el objetivo de cruzar un Golfo de Livorno que los engullirá tras apenas dos horas de travesía y masticará sus cuerpos para devolverlos convenientemente digeridos diez días más tarde, siendo incinerados en la playa de Viareggio con la asistencia de las respectivas familias y de Byron, Por cierto, a George Gordon, sexto barón Byron, le quedaban dos telediarios de los de antes de la tele y hasta de los diarios, para ser a su vez literalmente despoetizado, además de desbaronado, en su caso por unas fiebres ni poéticas ni baronales aunque con una mala leche como de cabra del Peloponeso, que contrajo después de unirse a la insurgencia por la independencia griega y que los galenos autóctonos decidieron curarle ofreciendo su cuerpo de aristócrata inglés a las plebeyas sanguijuelas griegas que no se quedaron con el virus de marras pero en cambio desangraron a su huésped a conciencia. «De pronto sobre mí cayó tu sombra», escribió Shelley antes de las sanguijuelas byronianias y de su propia succión marítima. Oh dear.
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