Cuando el vino de Málaga costaba 200 euros en Europa
El auditorio Edgar Neville se llena para el estreno del documental 'Villa Málaga', que retrata la influencia histórica de la denominación de origen autóctona y su resurgir actual
Hoy alberga una glamourosa firma de trajes de novias. Pero conserva sus hechuras de palacete burgués que recuerda a las residencias del barrio del Limonar ... que conservan en su interior la historia de una familia. En este caso la de los Zweifel, que bien podrían ser uno de esos apellidos de emprendedores europeos que hicieron fortuna y raíces en la Málaga del siglo XIX. Alfred Zweifel vino por aquí, pero solo de paso ya que se volvió a casa, a la localidad Suiza de Lenzburg, con una preciada carga: delicioso y oloroso vino de esta tierra que hizo furor en toda Europa. Tanto que las botellas se vendían a 200 euros al cambio de hoy. El empresario helvético creó todo un emporio de importación y mostró su poderío con la construcción de un casoplón al que llamó 'Villa Málaga' y que sirve de título siglo y medio después al documental de Eterio Ortega que anoche se estrenó en el Auditorio Edgar Neville en un pase especial que apuró hasta la última gota: lleno absoluto.
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«Zweifel fue el que empresario que más vino vendía de Málaga y llegó a tener un imperio ya que además de su residencia construyó unas bodegas de estilo arabesco y modernista que hoy es la sede de la policía municipal», explica el director burgalés que, tras rodar el documental 'Las catedrales del vino', descubrió el vino de esta tierra y se propuso rodar 'La venta de la Axarquía', un marca que cambió por 'Villa Málaga' cuando conoció la apasionante historia de este reducto con denominación de origen sureña en plena Centroeuropa. Un caldo tan valorado y sabroso que hizo sombra al Jerez y el Oporto.
Hasta esta residencia añeja en el corazón de Suiza llega Stephan Persili, un médico y aficionado a los vinos que, tras comprar una vieja botella de Málaga en una subasta, sigue la pista de las etiquetas de Alfred Zweifel que lo llevará también a las soleadas viñas de origen de estos preciados caldos que guarda en una maleta con un interior acolchado como si fueran joyas. Que lo son. «Yo no soy un coleccionista de vinos, soy un coleccionista de historias», asegura el doctor en el documental que precisamente persigue ese mismo argumento: meter la nariz en el esplendoroso y aromático pasado del vino de Málaga para retratar su resurgimiento actual con todo su patrimonio ancestral.
«Hay muchos documentales sobre los vinos que resultan pesados, por eso trato de hablar del vino desde las personas que lo aman porque detrás de una botella de Málaga hay mucha pasión y historias personales», cuenta Eterio Ortega, que también se apoya en el bodeguero Juan Muñoz, tercera generación de una familia vitivinícola de Moclinejo que sigue produciendo deliciosos caldos con tradición pero desde la modernidad, y en Clara Verheij, una holandesa que solo había visto el vino en una copa y que compró unas tierras en Sayalonga con viñas que la han convertido en una de las grandes impulsoras de la denominación de origen Málaga.
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Un rodaje maduro
Testimonios que se unen al de numerosos expertos y aficionados para componer un «retrato coral que representa los vinos de Málaga», explica Eterio Ortega, que recibió precisamente la invitación del impulsor de la marca Dimobe, Juan Muñoz, para hacer este documental que ha tardado más de una década en poner en marcha y que ha podido rodar a lo largo del último año como madura un buen caldo gracias al apoyo de la Junta de Andalucía, Canal Sur, Sabor a Málaga, Patronato de la Costa del Sol y el socio coproductor suizo Monograph.
«Esos viñedos milenarios de la Axarquía que miran al mar y con esas pendientes son únicos», dice el director Eterio Ortega
«El documental es una historia a través del tiempo sobre la importancia que tuvo para Málaga ese comercio del vino y su fama en el extranjero, pero también de lo que es hoy es ese vino con toda una nueva generación de gente joven que sigue nutriéndose de los mismos viñedos y de una manera de trabajar la tierra que es lo que los hace grandes», resume el director, que también es autor de la trilogía sobre ETA que arrancó con 'Asesinato en febrero' y que puso hace dos décadas el dedo en la llaga de la banda armada y la violencia en el País Vasco.
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En 'Villa Málaga', Ortega no solo ha encontrado una historia que contar, sino también una estética que lo atrapó desde que subió por primera vez por las carreteras de la Axarquía preñadas de parras y pasas. «Esos viñedos milenarios que miran al mar y con esas pendientes son únicos», celebra el cineasta que habla de un «paisaje cultural» y un «patrimonio natural». Un escenario con historia olorosa que bien merece un brindis. Como esa botella comprada en una subasta y que Perseli y Ortega acabaron abriendo para celebrar el fin del rodaje. Anoche descorcharon otra por su estreno.
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