Sr. García .

Calendario kafkiano

Entonces él no se podía imaginar que un siglo después estaría presente en miles de hogares los 365 días del año

El mes pasado me regalaron un pequeño calendario de mesa del año 2021 con fotos de la vida de Franz Kafka. Cada mes viene acompañado ... de una foto: La casa en la que el escritor nació el 3 de julio de 1883; los padres posando sonrientes sin imaginar que su hijo iba a morir de tuberculosis pocos años después de que ellos se hicieran esa foto; Franz con su hermana Ottla; la casa número 22 del Callejón del Oro donde estuvo viviendo un par de años; aquí con su novia Felicia Bauer en 1917; y la última foto en la que aparece la lápida del nuevo cementerio judío en el que está enterrado con sus padres y las tres hermanas que murieron en los campos de exterminio. Doce fotos, doce meses, una vida. El calendario lo puse al lado de la pantalla del ordenador y comencé a anotar las citas y compromisos pendientes sin darme cuenta de que faltaba casi un año para llegar al 2021. Durante un mes y pico había ido por delante del resto del mundo, incluso hice alguna factura con la fecha del año que viene. Hasta que un domingo descubrí que tenía anotada una cita esa misma mañana en el juzgado y todo el mundo sabe que la Ciudad de la Justicia no abre sus puertas los días festivos.

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Ahora sigo teniendo delante de mí el calendario. No lo abriré hasta el día de Año Nuevo. Enero queda muy lejos, demasiado para que Kafka aguante encerrado como si no hubiera nacido. Me siento a escribir y miro de reojo su cara de niño en la portada. Entonces él no se podía imaginar que un siglo después estaría presente en miles de hogares los 365 días del año. Sin embargo, murió como un desconocido. Hay grandes artistas que mueren en el anonimato y se hacen famosos cuando ya descansan en paz. Hay más recuerdos de Kafka repartidos por casa: un plumier en el que se le ve de espaldas, de cintura para arriba, andando por una calle vacía con la chaqueta y el sombrero negro; un posavasos en el que aparece su cara con el cuerpo de un insecto; una libreta con él de nuevo de espaldas andando por la misma calle de antes, solo que ahora lo vemos de cuerpo entero paseando junto a su sombra; también están las obras completas que su amigo salvó del fuego.

Me pregunto qué pensaría Franz Kafka si diera un paseo por la pequeña Venecia de Praga y viera el museo que le han dedicado, la tienda de productos kafkianos en el número 22 del Callejón del Oro, el monumento de bronce junto a la sinagoga española, una réplica de su cabeza de 39 toneladas de peso junto al centro comercial Quadrio. ¿Qué piensan los famosos desconocidos después de morir?

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