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Son las seis de la tarde y los ensayos de 'A Chorus Line' han terminado por hoy en la Escuela Superior de Artes Escénicas de Málaga (ESAEM). Pero su cabeza no para. En su mente se agolpan las melodías del musical de Michael Bennett con las miles de ideas que tiene para el Teatro del Soho Caixabank. Por eso habla acelerado, como queriendo exprimir al máximo el tiempo que se le queda corto para todo lo que se le viene por delante. Arturo Díez Boscovich afronta con ilusión y responsabilidad el encargo de Antonio Banderas de llevar la batuta del nuevo escenario de calle Córdoba. La prioridad es inaugurar el teatro, pero el director de orquesta malagueño ya trabaja codo con codo con Banderas en una programación musical. Más allá de las artes escénicas, la música tendrá un peso importante en la agenda y la Orquesta Filarmónica de Málaga, un papel protagonista.
–¿Qué supone ser director musical del Teatro del Soho?
–Mucha alegría y mucha responsabilidad también. Estoy muy ilusionado por las cosas que podemos hacer con Antonio, no solo respecto al teatro sino a la música. Queremos que la Orquesta Filarmónica tenga un papel importante, que se le abran las puertas del teatro. Ahora mismo estamos en conversaciones con ese tema.
–¿Es una responsabilidad que le quita el sueño?
–No, porque realmente es algo que siempre he querido: tener un lugar donde estar establecido y trabajar para ese sitio. Es un sueño cumplido, no me quita el sueño en el mal sentido.
–Ser director de orquesta y trabajar en su propia ciudad, es todo un lujo.
–Es un lujazo total. Es verdad. Es una maravilla. Estoy muy agradecido por todo esto, por el hecho de que Antonio y yo hayamos coincidido temporalmente. Y como comentó en la rueda de prensa, esto es un nacimiento, no es algo para retirarse. Él tiene la energía suficiente para arrancar esto con muchísima fuerza y estamos todos deseando seguirle.
–Banderas avanzó en esa rueda de prensa que su incorporación al equipo da pistas sobre la programación del Soho: no va a ser solo teatro.
–Efectivamente, la música va a tener un peso importante. Y eso me llena de satisfacción, porque mi vinculación no solo estará con los musicales sino también en relación con la programación de conciertos que podamos hacer con las distintas orquestas y solistas que hay en la ciudad.
–¿Hablamos de música clásica?
–No, no, de todo. Está abierto a la música clásica, a alguna adaptación de alguna ópera o, por qué no, a la música de cine que siempre he movido muchísimo. El Soho es un sitio estupendo para hacer ese tipo de conciertos.
–Con usted y con Banderas al frente, la música de cine en el Soho parece algo natural.
–Es inevitable (ríe). Es algo que tenemos en la mente.
–Entonces, ¿la lírica también se contempla?
–No lo hemos hablado en profundidad, pero sé que a Antonio hay cosas de Puccini que le gustan mucho y quién sabe si a lo mejor podríamos adaptar alguna cosa, o incluso llevarnos algo del género lírico al género más musical.
–Y otros géneros, artistas pop por ejemplo, ¿también tienen cabida?
–Sí, sí, por supuesto. Está abierto a todos los géneros posibles.
–Comentaba que quería darle un papel importante a la OFM. ¿En qué sentido?
–Hemos realizado conciertos de música de cine en el Teatro Cervantes o en el Edgar Neville de la Diputación. Y este sería un escenario más donde hacer monográficos como hemos hecho relacionados con 'Star Wars', por ejemplo. El Soho es un sitio perfecto por las localidades que tiene de aforo y porque está muy céntrico.
Toda su atención está ahora en el nacimiento del Teatro del Soho Caixabank, pero entre musicales y conciertos en el nuevo escenario Arturo Díez Boscovich tratará de encajar algunos proyectos propios. El más inminente (pendiente de confirmar fecha) será la grabación con la Orquesta Filarmónica de Málaga de un poema sinfónico sobre 'El Quijote' compuesto por él. La pieza, de una hora y cuarto de duración, ganó un concurso en la italiana Città di Castello en 2004 y desde entonces ha estado guardada en un cajón. «Y merecía la pena recuperarlo», asegura. Estrenada en Italia con orquesta de cámara, ahora se editará con arreglos sinfónicos junto a la OFM y (si las agendas cuadran) con un narrador de excepción: Antonio Banderas.
–Y para la OFM es una oportunidad. El Cervantes tiene las fechas muy limitadas.
–Efectivamente, es otro espacio más. El Cervantes siempre está muy ocupado y aquí se abre un abanico de posibilidades enormes. Tuvimos el lunes una reunión con la gerencia de la OFM y están todas las partes encantadas de que haya una colaboración estrecha.
–¿Se está trabajando en la acústica del espacio?
–Me han dicho que va a funcionar bastante bien. Está también la posibilidad de que se pueda incluso mejorar con una concha acústica. Hay que estudiarlo y ver, cuando ya el teatro se inaugure, las posibilidades reales físicas que ahora mismo desconocemos al cien por cien. El que haya tanta madera da buenos augurios de que pueda sonar bastante bien.
–¿Qué puede aportar el Teatro del Soho Caixabank a la agenda?
–El hecho de expandir y prolongar lo que ya hace el Teatro Cervantes en el centro de la ciudad es un atractivo enorme. Sobre todo por las características del teatro, que no es un teatro público y eso tiene su punto, y después por su céntrica localización.
–¿Se trabaja con más libertad al ser un teatro privado?
–Da más libertad. Es otro concepto, más americano si me permites, y eso hace que tenga una voz propia en la red de teatros que hay.
–¿Ha tenido que renunciar a otros proyectos por el Soho?
–Tengo proyectos propios colindando, pero ahora estoy centrado en esto y sí he renunciado a cosas que me han propuesto. Igual más adelante puedo ir y venir, pero ahora me apetece y quiero estar aquí.
–¿Cómo es Banderas como jefe?
–Magnífico. Es el primero que se deja la piel trabajando y es un ejemplo para todos nosotros.
–¿En qué le gustaría que se convirtiera el Teatro del Soho Caixabank?
–Me gustaría que fuera un sitio en el que hubiera musicales continuamente, que el Soho fuera la Gran Vía o el Broadway de Málaga, una referencia para ver musicales nuevos y producciones propias. Eso sería un sueño hecho realidad que no imaginábamos nunca.
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