El Astoria cumple medio siglo sin proyecto de futuro
La inauguración del cine el 20 de enero de 1966 desvió el liderazgo de la cartelera a la plaza de la Merced. Hoy, sólo queda su esqueleto y un horizonte incierto
Francisco Griñán
Martes, 19 de enero 2016, 01:09
No tenía una arquitectura singular. Su patio de butacas era milenario, pero no el más grande de la ciudad. Tampoco estaba situado en pleno centro, donde reinaban Málaga Cinema, Goya y Echegaray. Pero nadie le ganaba en modernidad. Ni en su cartelera de riguroso estreno. Ni en el glamour de sus gigantescos cartelones pintados a mano en su fachada. Ni en su característico y emblemático nombre: Cine Astoria. La mítica sala cumple pasado mañana medio siglo desde que el 20 de enero de 1966 abriera sus puertas en la plaza de la Merced y planteara un golpe de estado a la exhibición en la capital. El Astoria no tardó en convertirse en el cine de referencia en Málaga y en parte fundamental de la memoria colectiva de los espectadores de los 70, 80 y 90. Hoy es la sombra de lo que fue. Un esqueleto que espera un nuevo destino, un proyecto de futuro que, por el momento, ni asoma en el horizonte. Pero hasta en los huesos conserva cierta dignidad de su glamouroso pasado en technicolor.
La inauguración del Astoria ya avanzó que no iba a ser una sala más. La película elegida para abrir su cartelera fue el clásico My Fair Lady (1964), con una inolvidable Audrey Hepburn que permitió cotizar las entradas del patio de butacas a treinta pesetas (0,18 céntimos al cambio actual), mientras que las del anfiteatro salían por poco menos: 25 pesetas (0,15 céntimos). Precios que llaman la atención, ya que la empresa optó por proyectar este musical en versión original con subtítulos «para conservar en su integridad toda la pureza de esta magistral película», explicaban en SUR. La recaudación inaugural fue además benéfica ya que se destinó al hospital de la Cruz Roja.
Diseñado por el arquitecto Juan Jaúregui, el cine tuvo un diseño funcional, pero supo explotar los últimos avances en exhibición, aforo y equipos de proyección. «Enrique y José María Moreno invirtieron mucho dinero e ilusión en el Astoria y viajaron por toda España para ver cines, porque querían que fuese un edificio moderno con las últimas instalaciones», recordaba para SUR la nieta de estos empresarios, Victoria Moreno, cuya familia residía en la viviendas de las plantas superiores del edificio.
El Astoria fue el vértice principal del triángulo cinematográfico de la plaza de la Merced con los otros cines de esta cadena familiar, el Andalucía y el decano Victoria, que formaban una suerte de Gran Vía malagueña que enlazaba con el vecino Albéniz de Alcazabilla. La modernidad y una programación con los estrenos más sonados se aliaron con la nueva sala cuya llegada aceleró la desaparición de los emblemas de entonces, Goya y Málaga Cinema, mientras la empresa Moreno convertía en una marca el Circuito Astoria, en el que, además de las tres salas señaladas, se integraron Echegaray, Coliseum y Atlántida.
Un imperio cinematográfico en el que los espectadores que ahora andan entre los treinta y cincuenta años recuerdan míticas películas, como el estreno de Superman en marzo de 1979 con una promoción espectacular que incluyó una reproducción de Christopher Reeve con su traje azul y capa roja que se salía del cartel anunciador y volaba por la fachada del Astoria hasta una altura de unos diez metros. Aunque más kilométricas fueron aún las colas para ver al hombre de acero, que siguió planeando sobre la marquesina del Astoria dos meses y medio. Unas aglomeraciones cinéfilas que eran habituales y que se transformaban en extraordinarias con sonados títulos, como el de la controvertida cinta El último tango en París, que se estrenó ya en democracia (1978), o la provocativa Instinto básico (1992), que en sus primeros 12 días de proyección recibió a 20.000 malagueños. El publicitado cruce de piernas de Sharon Stone era lo más comentado a la salida el cine.
La familia Moreno vendió en 1984 el Astoria y el resto de cines de su circuito a la empresa Mendivil, propietaria del América Multicines, por 180 millones de pesetas. En su segunda etapa, el cine siguió manteniendo su caché, aunque los nuevos multisalas de los 90 lo fueron arrinconando hasta que cerró en 2004. El Ayuntamiento ya rondaba el edificio y se habló incluso de convertirlo en un teatro gestionado por Antonio Banderas, pero una promotora inmobiliaria lo adquirió para un proyecto de viviendas de lujo que no prosperó. Finalmente, el Consistorio lo acabó adquiriendo en 2010 por un precio muy superior al que había manejado años antes, 20,7 millones de euros. Aquello parecía garantizar su salvación. Pero cinco años después, el otrora majestuoso Astoria parece uno de esos dinosaurios jurásicos que pasaron por sus pantallas en su última etapa.
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