

Secciones
Servicios
Destacamos
Agustín Cara
Miércoles, 27 de noviembre 2024, 17:59
En Málaga, las inmobiliarias suelen exigir como requisitos básicos para alquilar un piso la presentación de un avalista, la demostración de ingresos estables y el pago anticipado de al menos un mes de fianza. Estas condiciones convierten el acceso de los jóvenes al mercado del alquiler en un verdadero desafío. Mientras algunos logran encontrar una vivienda o habitación por más de 300 euros al mes, otros se ven forzados a vivir en residencias o alejados de la capital. Muchos estudiantes se ven en la obligación de residir en pueblos de la Costa del Sol para poder estudiar en la Universidad de Málaga, debido al precio masivo de los pisos y la ausencia de alojamientos.
Actualmente, las estafas por internet para alquilar un piso a estudiantes están a la orden del día. El modus operandi consiste en publicar anuncios ofreciendo arrendar habitaciones en viviendas ubicadas en Málaga, con precios que oscilan entre los 300 y 400 euros. Estos anuncios se difunden estratégicamente en fechas cercanas al inicio del nuevo curso universitario para aprovechar la alta demanda.
Los jóvenes interesados contactan a través de las conocidas plataformas 'on-line' especializadas en alquileres, como Milanuncios o Idealista, tras ello la comunicación continúa mediante mensajes de WhatsApp. El supuesto arrendador elabora un contrato ficticio que envía a las víctimas, quienes efectúan los pagos mediante Bizum o transferencias bancarias. Estos reembolsos incluyen una señal inicial, el importe mensual del alquiler y las fianzas correspondientes.
Málaga, con su clima envidiable, su atractivo turístico y su oferta cultural extensa, se ha convertido en una de las ciudades más demandadas para vivir en España. Sin embargo, esta popularidad tiene un coste: los precios de la vivienda han escalado a niveles sin precedentes. Para muchos, el turismo ha sido uno de los principales motivos de este encarecimiento. El impacto de las viviendas turísticas en la provincia ha elevado los precios del mercado inmobiliario un 18,5%, según la Alianza por la Excelencia Turística (Exceltur).
Según el portal Idealista, el precio medio del alquiler en Málaga ha subido un 466% en el último lustro, alcanzando una media de más de 15 euros por metro cuadrado. A nivel nacional, el incremento de la vivienda es menor que en la capital de la Costa del Sol. Este aumento ha supuesto un 232% en los últimos cinco años, constituyendo más de un 14% del total.
El testimonio de los jóvenes universitarios
Cuando Noemí Rojas llegó a Málaga para empezar su grado en Traducción e Interpretación, lo que más le preocupaba no era encontrar un grupo de amigos ni aprobar exámenes. Su principal inquietud era buscar un techo que no devorara los ahorros de su familia. «Estuve dos meses buscando un piso, y cuando encontré uno, estaba compartiendo habitación por 350 euros al mes en Huelin», relató Rojas. Como ella, miles de estudiantes de la UMA se enfrentan cada año al desafío del alquiler, un obstáculo que, para muchos, se está volviendo insostenible.
Para los estudiantes, esto significa asumir sacrificios. Javier Romero, estudiante de Marketing e Investigación de Mercados, admite que ya no busca pisos cerca de los campus de Teatinos o El Ejido porque los precios son desorbitados. «Vivo en Rincón de la Victoria y tardo más de media hora en llegar. No es ideal, pero mis padres no pueden permitirse los 400 euros que piden en un piso compartido cerca de mi facultad», sentenció Romero.
Carmen Jiménez, que cursa su último año de Psicología, confirma esta tendencia. «El primer año que llegué a Málaga pagaba 225 euros en Teatinos, este curso estoy pagando 400 por vivir en Barbarela. He llegado a ver pisos que piden 1.200 euros por dos habitaciones. ¿Quién puede pagar eso?», declaró Jiménez.
De igual manera, Benjamin Marrot, un joven francés de 24 años que estudia Administración y Dirección de Empresas, describió su experiencia con el acceso a la vivienda como «agotadora y frustrante». Lleva un año y medio en la ciudad y, para mantenerse, combina sus estudios con un empleo en una tienda de ropa en el centro comercial Plaza Mayor. «Pago 400 euros al mes por un piso compartido en Carranque y vivo bastante lejos de mi facultad y trabajo, pero es lo único que me puedo permitir. Es difícil concentrarse en los estudios cuando tienes que trabajar tanto solo para poder realizar tu sueño», sentenció Marrot.
La presión del alquiler está afectando no solo a la economía de los estudiantes y sus familiares, sino también a su salud mental y su rendimiento académico. Álvaro Recio Berlanga, psicólogo privado en Almería, explica que ha notado un incremento en las consultas relacionadas con la ansiedad. «Muchos estudiantes están trabajando en jornadas parciales, pero combinarlas con los estudios y los altos alquileres les genera mucho estrés y ansiedad», afirmó Berlanga.
El acceso a residencias: un recurso limitado
Aunque la UMA cuenta con residencias universitarias y convenios con otras instituciones, la capacidad es limitada. Ana Torres, estudiante de Comunicación Audiovisual, intentó acceder a una de estas plazas. «Las residencias son una buena opción, pero hay muy pocas y no son baratas. Al final terminé compartiendo piso en El Torcal, pero me queda muy lejos del campus», confirmó Torres.
Actualmente, las residencias gestionadas por la UMA ofrecen alrededor de 200 plazas, insuficientes para una comunidad universitaria que supera los 35.000 estudiantes. Además, los precios, aunque más bajos que los del mercado del alquiler, pueden superar los 300 euros al mes, lo que sigue siendo elevado para muchas familias y estudiantes.
Algunos colectivos estudiantiles están presionando a las autoridades locales para que impulsen políticas de vivienda asequibles para jóvenes. Natalia Coll, del Consejo de Estudiantes de la UMA (CEUMA), el máximo órgano de representación estudiantil de la Universidad, señala que han propuesto medidas como pisos protegidos para estudiantes, bonificaciones en el alquiler y más becas para que los jóvenes puedan permitirse un alojamiento. «Necesitamos que las instituciones se coordinen para ofrecer soluciones reales. No podemos permitir que los jóvenes universitarios dejen de estudiar por el precio masivo y la ausencia de vivienda», afirmó Coll.
A nivel municipal, se han planteado iniciativas para frenar los alquileres turísticos y destinar más pisos al alquiler residencial. Sin embargo, los resultados aún no se reflejan en el día a día de los estudiantes.
Por otro lado, colectivos como 'Málaga Solidaria', una federación conformada por Organizaciones No Gubernamentales dedicadas a la cooperación internacional para el desarrollo, la educación y la solidaridad y que realizan su labor en la provincia de Málaga, está organizando jornadas para buscar soluciones comunitarias al problema de la vivienda. «Sabemos que no podemos resolver el problema de inmediato, pero queremos al menos minimizar la situación para algunos estudiantes», explica Elena Campos, una de las voluntarias de esta ONG.
¿Seguirá en aumento el alquiler de la vivienda en Málaga el próximo curso o, por el contrario, habrá un respiro para los jóvenes universitarios?
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.