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Un joven lee en el parque de la Laguna tras el apagón. Nerea Arco
¿Qué pasa cuándo la vida se detiene?

¿Qué pasa cuándo la vida se detiene?

Los universitarios relatan cómo vivieron el gran apagón y las enseñanzas que dejó una jornada sin electricidad ni conexión

Nerea Arco

Miércoles, 30 de abril 2025, 12:28

Todo transcurría con normalidad el lunes 28 de abril por la mañana, nadie se podía imaginar que ese día pasaría a la historia como el día que España entera se detuvo. Esta vez no por una pandemia, tampoco por una catástrofe natural. «¿Qué más tiene que vivir nuestra generación?», se preguntaban algunos jóvenes. En Málaga, los estudiantes universitarios vieron su rutina apagarse de un instante a otro. «En un abrir y cerrar de ojos, se apagó. Nos miramos los unos a los otros, pero no sabíamos qué estaba pasando», cuenta Carmen, estudiante de periodismo.

Lejos del caos inicial, la ciudad fue tomando otro ritmo. Sin pantallas ni obligaciones, las calles comenzaron a llenarse de vida. Los parques estaban abarrotados, solo se escuchaba gente hablando y jugando. Libres por un día sin móviles. Así fue como Málaga recordó cómo era vivir sin prisas, sin notificaciones, sin la inmediatez, como hace años nuestros padres.

«Yo tenía examen al día siguiente y no pude estudiar. No tenía ni batería en el ordenador, todos los apuntes online, un caos…Entonces me puse a leer para pasar el tiempo y no agobiarme», relata Ana María Barragán, estudiante de Turismo. La pausa forzada no fue un momento de desconexión para todos, muchas personas no pudieron realizar sus trabajos o estudios con normalidad, por lo que les generó ansiedad y estrés.

Al pensar en lo vivido, Carmen Calvo, estudiante de Turismo también, reflexiona: «Somos totalmente dependientes de la energía y la electricidad. No pudimos ni ducharnos ni comer, pero esta experiencia ha hecho darme cuenta de que debo estar más presente con la gente que tengo al lado, a hablar más y mirar a lo cara y dejar a un lado el móvil».

La Universidad de Málaga, como el resto del país, tuvo que adaptarse sobre la marcha. El martes 29, a primera hora, lanzaron un comunicado sobre la reapertura de todos sus servicios a partir de las 9.00 horas, permitiendo la reincorporación del personal en la medida de sus posibilidades. Sin embargo, las clases del turno de tarde se retomaron con normalidad. «Nosotras nos hemos enterado esta mañana que teníamos que volver a clase por la tarde y hemos venido, pero entiendo que mucha gente no ha podido. Estamos volviendo a la normalidad», argumenta Cristina, estudiante de Educación.

En tiempos donde todo parece urgente, el ruido pasó a un segundo plano. Los problemas, el trabajo y las obligaciones no tenían el mismo peso que un lunes cualquiera. Lo más emocionante es ver cómo, en medio del desconcierto, la gente se unió. Ese mensaje de '¿estás bien?' aún sabiendo que no va a llegar al momento, padres pasando tiempo con sus hijos en el parque, amigos hablando y olvidándose del caos y gente ayudando de forma altruista en residencias de ancianos. Y esto es lo que ocurrió cuando la vida se detuvo.

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