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Natalia y Jorge admiten que no llevan una vida universitaria al uso, pero que no se privan de nada. Crónica

Una vida sobre ruedas: El domingo, séptimos del mundo; el lunes, alumnos de la UMA

Deportes. Natalia Baldizzone y Jorge Granell forman un tándem de renombre en el mundo del patinaje artístico sobre ruedas

SANTIAGO GÓMEZ

Martes, 18 de mayo 2021, 10:13

Natalia Baldizzone Morales y Jorge Granell Falomir están en la élite mundial del patinaje artístico sobre ruedas mientras siguen adelante con su formación en la Universidad de Málaga. Revelan que el secreto está en la organización, aunque admiten que sus vidas no son iguales que las de sus compañeros de clase.

Los atletas, ambos de Fuengirola, llevan casi toda la vida encima de los patines. Natalia Baldizzone empezó con 15 meses, «no recuerdo la primera vez que patiné, mi madre me los puso y hasta ahora no me he bajado», comenta la actual campeona de España. «Con seis años vi por Teledeporte patinaje sobre hielo y quise probar. Mi madre decidió que empezase en un club para aprender y no hacerme daño», explica Jorge Granell.

Para Baldizzone era lógico que fuese patinadora, su entrenadora es su madre y su padre también está metido en el mundillo, es calculador nacional: «He probado muchos deportes porque mis padres no querían que me tomase el patinaje como algo obligatorio, pero es mi pasión», afirma. Jorge Granell también ha practicado otras actividades que incluso llegó a compaginar con el patinaje: «Hice vela y baloncesto en distintas etapas, pero esto me da una sensación de alegría y satisfacción después de entrenar dos horas y estar exhausto», desarrolla. El joven atleta está terminando Ingeniería Mecánica, solo le queda el Trabajo de Fin de Grado. Aunque su etapa universitaria no comenzó ni con este grado ni en Málaga: «Quería ser piloto de avión comercial, no pude cumplir mi sueño y decidí estudiar Ingeniería Aeronáutica en Sevilla», rememora.

Jorge Granell: «El trabajo que rodea al patinaje es más de lo que se ve en la pista, requiere muchas horas de preparación»Natalia Baldizzone: «No creo que sea bueno centrarse solo y exclusivamente en el patinaje»

Adaptación

Su aventura por la capital andaluza duró poco: «Volvía a Fuengirola los fines de semana para entrenar, los viernes acababa de madrugada y muchas noches no dormía para poder sacar adelante la carrera, lo hacía porque quería, sarna con gusto no pica. Pero vi que a la larga era insostenible y decidí volver al acabar primero», expone.

Ya de vuelta en casa, visitó un podólogo para poder trabajar en su pisada porque «tenía problemas y acababa con muchos dolores». La adaptación a las plantillas fue larga, casi seis meses en los que Jorge Granell y Pablo Marín desarrollaron una amistad. Un día, café en mano, el médico le comentó al patinador la idea de montar una empresa: «Me propuso el reto de unir mi conocimiento como ingeniero y el suyo como podólogo y creamos Wypro. Nos dedicamos al diseño y fabricación de plantillas», aclara.

Tanto Natalia Baldizzone como Jorge Granell son los actuales campeones de España en solo danza. Crónica

Estos últimos cinco años han sido bastante exigentes a nivel físico y mental para Jorge Granell, que reconoce que ha tenido muchos días de desánimo: «El trabajo que rodea al patinaje es más de lo que se ve en la pista, requiere muchas horas de preparación y a veces te entran ganas de mandarlo todo al carajo, pero cuando me ha pasado he salido de paseo con mi música o me he ido a escuchar el mar para desconectar durante media hora. Una vez despejo la mente, me pongo de nuevo con la tarea».

Natalia Baldizzone: «No creo que sea bueno centrarse solo y exclusivamente en el patinaje»

Natalia Baldizzone posee un palmarés que no corresponde a sus 21 años de edad: 17 veces campeona de España, dos de Europa, una como senior y primera española en ganar el mundial junior en solo danza. Precisamente, el año que consiguió la medalla intercontinental, 2018, coincidió con su salto a la universidad. Optó por estudiar Ingeniería Robótica, pero lo dejó: «Aprobaba, pero no era lo que me esperaba y me metí en Educación Primaria», revela.

Este año cursa segundo de carrera y apenas ha podido disfrutar de la vida universitaria por la pandemia, aunque no le supone un gran problema porque «no soy de salir hasta las tantas, necesito dormir mis ocho horas para poder rendir». Pero no deja de quedar con sus amistades: «Tengo mis grupos de amigos del instituto y de la UMA, quedo con ellos y hago vida normal, lo único que ando más ocupada. No creo que sea bueno centrarse solo y exclusivamente en el patinaje. Es importante que haya equilibrio», destaca.

Organización

Un día normal en la vida de la pareja de patinadores se resume en una palabra: organización. Como nos admite Jorge Granell, «organizándote puedes hacer todo lo que te propongas. Es verdad que yo he dejado de ir a una fiesta por entrenar, pero es algo que he hecho con gusto, no me lo han impuesto». Natalia Baldizzone nos narra cómo es un día en su vida: «Me levanto a las 06.30 horas, entreno desde las 07.30 horas hasta las 10.00 horas. Después clase, terminan y me toca una o dos horas de gimnasio y flexibilidad. Ya para acabar el día estudio o hago los trabajos que me hayan mandado de la universidad».

Una jornada puede ser tan ajetreada para Baldizzone que este curso tuvo que hacer un examen desde un vestuario en Italia. Al ser deportista de alto rendimiento puede modificar la fecha de una prueba si le coincide con un torneo, pero la patinadora no quiso modificar la data: «En esta última época de exámenes tuve que irme a Italia a preparar mis coreografías con Andrea Bassi. Un día tuve que interrumpir un entreno cinco minutos antes de empezar un examen. Lo hice y me retomé el entrenamiento. Saqué un diez en el examen, era tipo test», relata la estudiante.

El sueño de Natalia es competir en los JJOO de 2028 en Los Ángeles.

Pandemia

El Covid-19 llegó en el peor momento para la pareja, justo estaban a punto de comenzar su temporada cuando todo se paró, meses de preparación que se fueron al traste, «intentamos mantener la forma física en nuestras casas, pero no teníamos los medios. Mis padres arreglaron un pasillo del 'parking' comunitario para que pudiese usar los patines cuando estaba más triste», cuenta Baldizzone. «Corría por el garaje y mis pesas eran garrafas de agua. Para patinar usé el salón de mi casa y el portal de mi edificio», desvela Jorge Granell.

«Lloramos mucho por impotencia, veíamos que algunos patinadores podían entrenar y nosotros, por razones sanitarias, no», declara el malagueño. A Natalia Baldizzone le sirvió la pandemia para darse cuenta de lo necesario que es para ella el patinaje: «Aprendí lo importante que es para mí el patinaje y lo que sufro cuando no lo practico», afirma.

Terminó el confinamiento, pero no llegaron buenas noticias. Con la primera fase de desescalada ya dejaban entrenar a los atletas de élite, aunque no podían ir al pabellón donde siempre practicaban: «Salíamos a la calle que no es lo más adecuado, sobre todo por la superficie. Una de las veces, pillé una piedra, el patín se me frenó en seco, me caí y me partí tres dientes. Me costó volver a coger confianza porque me dolía la cara y la nariz, además no había dentistas abiertos en ese momento, pero en cuanto me volví a sentir segura fue como si no hubiese pasado», confiesa la vigente campeona de España.

Los primeros ejercicios en pareja los hicieron con distancia, «intentábamos no tocarnos y hacíamos movimientos que no requieren contacto. Al poco tiempo, pudimos empezar a hacer todas las rutinas con contacto y sin problemas. Solo estábamos los dos en el pabellón y hacemos una especie de burbuja, que facilita el seguimiento en el caso de que hubiese un positivo», explican.

La pareja lleva compitiendo junta desde 2006 y empezaron de casualidad, «igual que me pusieron con ella me podrían haber puesto con otra compañera. Nos mantuvieron juntos porque vieron que teníamos buena compenetración y proyección», recuerda Granell. El primer año solo hicieron una exhibición y desde el club El Tejar les propusieron competir en torneos de mayor prestigio, «claramente aceptamos, ahí empezamos a entrenar con más frecuencia y a tomárnoslo con mayor profesionalidad», puntualiza.

Natalia Baldizzone destaca la complicidad que tienen después de 15 años en la pista, «con una mirada nos entendemos». Para ella, ir compaginados al unísono es muy importante y asegura a la hora de competir «tranquilizo un poco a Jorge porque él es más inquieto y activo. Yo me intento centrar más en disfrutar», algo que corrobora su compañero «soy muy nervioso». Juntos han conseguido un séptimo puesto en la modalidad Parejas Danza del pasado mundial y están trabajando para volver a conseguir la clasificación para la edición de este año en Paraguay.

Ambos deportistas tienen una forma de ver el futuro de una manera parecida: «Tengo claro cómo tiene que ser mi progresión deportiva y el calendario para la temporada. Lo demás, lo voy viendo día a día», detalla la actual campeona europea de solo danza. Granell Falomir va más allá: «Mis objetivos en el patinaje han ido cambiando. Siendo realista, ahora mi objetivo es poder competir después de la pandemia y hacer buenas marcas. Me gusta competir contra mí mismo y mejorar mis marcas», añade.

Patinaje sin género

Otro apartado en el que coinciden ambos atletas es en el poco reconocimiento que se llevan los deportes minoritarios: «El deporte no se resume lo que se ve en la televisión o en redes sociales. Nosotros nos sacrificamos igual o más que los deportistas famosos y tenemos necesidades al igual que los otros. No pedimos salir en portadas de periódicos, simplemente tener hueco», critica Jorge Granell. «Ha pasado con el bádminton y el patinaje sobre hielo, hasta que no hubo un campeón no se supo de su existencia. No creo que sea necesario tener un referente nacional para que se tenga que televisar», apunta su compañera.

1.600 euros es lo que cuesta una temporada de patinaje artístico, solo contando con trajes y un par de patines. Si nos vamos a categorías base, el calzado baja hasta los 300 euros, el triple de lo que cuesta un par de botas de fútbol de gama media-alta. «Mi madre ha sido la que ha subvencionado toda mi carrera. Ahora cuento con patrocinadores, pero de pequeño si no tienes recursos económicos es complicado desarrollar tus capacidades», señala el COO de Wypro. «Es ridículo que las subvenciones se las lleve el fútbol. Por suerte, la federación ha repartido algunas de las becas a los deportes minoritarios», agradece Baldizzone.

Por todos es conocido la etiqueta de género que la sociedad le otorga a la mayoría de los deportes. El patinaje no se libra de este encasillamiento: «Hay que romper una lanza a favor de todos los chicos que patinamos, es un deporte que es para todo tipo de persona. Que no le de vergüenza a que quiera empezar un deporte que sea mayoritariamente de chicas o de chicos, si te gusta hazlo, que eres el que se mata a entrenar y cena brócoli», defiende el fuengiroleño. «De hecho, los niños tienen menos competencia y lo tienen menos difícil para triunfar», concluye Natalia Baldizzone.

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