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Las macroalgas marinas han llevado a María Altamirano Jeschke a lugares del mundo como Brasil, Japón e incluso la Antártida. CRÓNICA

La Universidad de Málaga lucha contra las algas invasoras

Biología. La investigadora María Altamirano lidera la Red Española de Macroalgas Marinas Invasoras (REMMI)

SANTIAGO GÓMEZ

Martes, 18 de mayo 2021, 09:58

La REMMI es una red de biólogos marinos expertos financiada por la propia Universidad de Málaga. Participan eruditos de todas las partes del país y tienen como objetivo paliar y controlar la ocupación del alga Rugulopteryx Okamurae y otras especies por la costa española y europea. Desde 2016, este espécimen ha provocado una pérdida estimada de dos millones de euros por año en el sector pesquero y turístico. La coordinadora, María Altamirano Jeschke, es doctora en Biología por la Universidad de Málaga y cuenta con más de dos décadas de experiencia con algas invasoras.

El grupo de estudio cuenta con el apoyo del Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico. De hecho, dos representantes de la institución participaron en la primera reunión que convocó la dirigente: «Vimos conveniente invitarlos por el interés que tienen en estos organismos y los problemas que suponen», comentó la docente. La bióloga confesó que su relación con el MITECO empezó hace unos meses: «Ya teníamos contacto previo. Nos dan voz a través de la transferencia de conocimiento y dándonos un soporte tanto digital como físico».

Altamirano Jeschke incide en uno de los objetivos de la iniciativa: «Transferir el conocimiento y hacérselo llegar a las administraciones gestoras». «Generar este conocimiento es interesante, pero duplica su interés si se puede provocar que llegue al ciudadano y que haya un cambio a mejor» amplía. Para cumplir con este desafío pretenden organizar 'workshops' a los que quieren invitar a todas las organizaciones públicas gestoras que estén interesadas en este problema para así «poder recopilar todas las acciones que se están llevando a cabo en las diferentes comunidades autónomas para paliar este problema».

María Altamirano: «Ha provocado una pérdida económica de dos millones de euros anuales»

La doctora revela que, aunque el litoral español goza de una gran diversidad biogeográfica, todas las costas sufren este problema de invasiones, «algunas están más presionadas que otras. En la cercanía del Estrecho de Gibraltar sufrimos gran presión». Esta situación ha provocado que María Altamirano y sus compañeros alcen la voz para que haya una reacción: «Los científicos no somos los responsables de gestionar el impacto, somos un brazo informador y generador de soluciones con garantías, pero quien ejecuta es la administración».

«Los científicos no somos responsables de gestionar el impacto, sino de generar soluciones»

La REMMI fue constituida en 2020 y cuenta con grandes investigadores de todas las partes del país. Participan expertos de las Universidades de Barcelona, Cádiz, Girona, Granada, La Laguna, Sevilla, Vigo. Además del Centro de Estudios Avanzados de Blanes (CEAB-CSIC), el Instituto Español de Geografía, y el Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados.

Altamirano Jeschke afronta esta etapa con «enorme ilusión y entusiasmo, creo que esto es lo que da más garantías de llegar a los objetivos que nos hemos propuesto». También admite que le sorprendió la respuesta de sus ahora compañeros, «me siento muy pequeña al lado del abanico de expertos que conforma la REMMI. Es gente que lleva muchísimo tiempo trabajando y que para mí han sido referente en mis estudios».

La financiación que recibe la organización es bastante baja, «fue la excusa para juntarnos porque no tenemos suficientes medios para hacer un estudio de campo y ver cómo es la situación a tiempo real de las especies exóticas invasoras», por ello, este grupo va a trabaja de una manera distinta: «Lo que estamos haciendo son búsquedas bibliográficas y aportar toda esa información que nosotros tenemos como expertos, para así poder unificar todas esas publicaciones y todo el conocimiento personal que tenemos cada uno», confiesa la profesora.

Trabajo telemático

La primera reunión oficial se hizo el 16 de diciembre, que fue cuando constituyeron oficialmente la red. También definieron los objetivos durante el periodo de funcionamiento de la organización que será de dos años, como asegura la coordinadora. La segunda cita fue en abril: «Sirvió para seguir trabajando y ver lo que hicimos desde diciembre hasta ahora», afirma la científica.

Todas las interacciones entre los eruditos de la red se harán telemáticamente por razones sanitarias y esto no es un problema sino una ventaja, según María Altamirano: «Tener esa cercanía que nos dan los medios telemáticos nos sirve para tener ganas para que llegue la siguiente reunión. Además, la primera junta se hizo 'on line' y si se llega a celebrar presencialmente no podríamos haber ido todos».

La llegada desde el pacífico del alga Rugulopteryx Okamurae no es algo nuevo para las costas españolas. Como confirma Altamirano Jeschke, «es la cuarta o quinta especie, pero esta es la que llama más la atención porque desde 2016 se calcula que ha provocado una pérdida económica de dos millones de euros anuales. Afecta al sector pesquero y al turístico».

Modelos matemáticos desarrollados en Málaga ponen de manifiesto que la especie tiene una capacidad expansiva hacia el mediterráneo muy grande, prácticamente toda la costa europea. «Ahora mismo está en fase de expansión y podemos evitar la introducción de la especie en aquellos lugares que aún no está. Falta saber si estamos dispuestos a destinar los recursos económicos y humanos para evitarlo», añade la profesora del Departamento de Botánica y Fisiología Vegetal de la UMA.

Las otras especies de algas invasoras en nuestras cosas son: Asparagopsis armata, Asparagopsis taxiformis, Caulerpa cylindracea y Lophocladia lallemandii. Todos estos ejemplares provienen de los océanos Índico y Pacífico y de momento no se sabe a ciencia cierta cómo han llegado a aguas mediterráneas: «Los vectores más frecuentes de introducción de especies exóticas están asociados al tráfico marino, ya sea adheridas a los cascos o en el interior de las aguas de lastre. Pensamos que es la segunda forma la más probable, pero no se pueden descartar otras», explica la doctora.

Otro de los objetivos de la REMMI es darle formato de ficha a toda la información recabada para trasladarlo a un atlas: «Ahora hemos trabajado en la elaboración de la ficha modelo, definiendo los campos de información de estos registros para que luego sean cumplimentadas para cada una de las especies que consideremos», concluye María Altamirano.

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