Dos profesores de Arquitectura de la UMA, en la élite europea
Reconocimiento. Casa Cero, el proyecto de Diego Jiménez y Juana Sánchez, ha sido nominado al concurso Mies van der Rohe
SANTIAGO GÓMEZ
Martes, 16 de marzo 2021, 00:06
Juana Sánchez Gómez y Diego Jiménez López, profesores de Arquitectura de la Universidad de Málaga y desarrolladores de Casa Cero, han sido seleccionados para el ... Premio de Arquitectura Contemporánea de la UE Mies van der Rohe. Este certamen es el más prestigioso en Europa y para ser nominados no hay que mandar una solicitud, sino que te elige uno de los encargados del desafío. La vivienda sigue un concepto experimental y está centrada en ayudar a un niño con una discapacidad sensorial.
Hemos hablado con ambos arquitectos para que nos cuente cómo fue la experiencia. Sobre la mención en los 'Mies' se mostraron «muy contentos», más aún teniendo en cuenta el proceso de nominación: «Que haya una serie de nominadores de conocido prestigio (directores de revistas y otros expertos) y que te escojan para que después la fundación te contacte para comunicártelo es una manera muy satisfactoria de ser elegido. Es una alegría doble», explicó Sánchez Gómez.
Este reconocimiento les va a servir para seguir adelante con más proyectos: «Te motiva a trabajar y a seguir subiendo el nivel», aunque admiten que le dan más importancia a otra cosa: «Para nosotros es la satisfacción de los clientes, los que han confiado ciegamente en el proyecto. Da alegría por el apoyo en el ayuntamiento a nivel urbanístico, en los clientes por lanzarse y convertir todos sus sueños en una historia como esta, el constructor también», afirmó el docente de la UMA.
Diego Jiménez López: «El proyecto nos llegó a través del peluquero»
Lo de participar en los certámenes es algo que se les da bien a ambos arquitectos, «somos muy 'concurseros', la mayoría de nuestros proyectos han salido a raíz de un concurso», admitió Juana Sánchez. La última gran participación fue en la Bienal de Arquitectura en la que fueron finalistas, «nos presentamos por esa condición de postcrisis, aprender a reinventarte y abrir nuevos campos. El ser profesores en la universidad te introduce a la disciplina de investigación y escribir artículos del campo», desarrolló su compañero.
Casa Cero es un proyecto marcado por divertidas coincidencias. La primera fue la manera en la que llegó el trabajo a las manos de los arquitectos: «Fue a través de la peluquería, los promotores no nos conocían, le comentaron la idea de hacerse una casa al peluquero y él les hablo sobre nosotros y ahí se fraguó todo», afirmó Jiménez López.
La segunda característica clave para el devenir de la casa fue la parcela, situada en Motril, «es muy extraña, casi de forma triangular y lo que pedían los clientes no era lo que se estaba construyendo en la zona», el terreno está rodeado de viviendas adosadas. El tercer punto importante es la necesidad de los dueños, pues «tienen un hijo con una discapacidad sensorial».
Este cóctel de condicionantes, unido a «un interés propio por el estudio y la ambición de proponer algo que pueda sanar su situación emocional», creó la tormenta perfecta para un resultado que ha cumplido con creces.
Para el desarrollo del proyecto contaron con varios expertos de otros campos: «Nos informamos con pedagogos y psicólogos. Propusimos que los espacios fuesen redondos e intentar que no se generase tanto contraste en el espacio, sino que la luz que entra resbalase en la superficie y que crease una atmósfera más que un espacio», apunta.
Sin embargo, estos expertos no pudieron guiarles de manera certera, «las consultas que hicimos fueron muy estándares y regladas. Este es un proyecto muy empírico y nos hemos guiado mucho por la intuición», cabe destacar que ambos arquitectos conocen «este tipo de terapias por nuestra situación familiar».
Además, también participaron otros arquitectos que pertenecían a DJ Arquitectura, estudio del docente de la UMA, «contamos con Jorge Salguero y Rubén Vegas», comentó Diego Jiménez. Una vez definieron el proyecto llegó el momento de contactar con ingenieros y constructores para ponerse manos a la obra.
El proceso del diseño duró un año, «en dos meses habíamos terminado con el concepto, pero la normativa era muy compleja, si se aplicaba lo mismo que al resto de casas no se podía construir ni la mitad de lo planteado», explicó. Mucho papeleo y una modificación en el BOJA después, el ayuntamiento dio el visto bueno.
Un proyecto experimental
Diego Jiménez admite que se propusieron «hacer algo muy radical pero controlado, con sentido dentro de la radicalidad. Con el proyecto veíamos la oportunidad de conseguir un entorno privado e íntimo donde ellos se pudieran recuperar de la situación emocional que atraviesan».
Como norma general, cuando uno se pone a diseñar una casa te centras en la funcionalidad de las habitaciones. Para Juana y Diego esto era secundario, «el hijo, tiene movilidad, pero no se comunica y nos resultaba muy interesante cómo ese niño habita una casa a través de su percepción. Obviamente, la casa tenía que ser funcional, pero queríamos enfocar el edificio a las rutinas que necesita este chico, que además tienen que ser muy repetitivas», señala el arquitecto.
Desde un principio tuvieron claro que querían renunciar al «sentimiento de que es una casa ortopédica o de necesidades especiales», porque según ellos, esto es algo que está muy presente en la psicología de los padres y «puede llegarse a convertir en habitar una clínica más que un hogar». De esta manera, desarrollaron la idea de una casa más alternativa, pero teniendo en cuenta que tenía que ser accesible para todas las necesidades del hijo.
La vivienda tiene muchísimos huecos que permiten luminosidad y, por curioso que parezca, privacidad. A lo largo del día, un mismo espacio varía en la luz que le entra y vieron que de esta manera podían marcarle al niño las rutinas diarias en vez de con objetos: «Es una especie de mapa entre el paso del tiempo y las actividades que él tiene que hacer. Por ejemplo, cuando él desayuna la luz entra y genera un color, luego al almuerzo es completamente distinto. Es experimental, nunca sabremos si él llega a percibirlo de esta manera, pero creemos que sí que funciona», detalló Jiménez López.
Los dos arquitectos no conciben la casa como una distribución sino como una secuencia de espacios: «Es un conjunto de zonas que, a priori, no tienen un uso definido, y que son todas estancias circulares. Según la organización o el tamaño se le da una función u otra. No entendimos el proyecto como algo de tabiquería, como si fuese un piso». Siguieron este pensamiento porque de esta manera «se genera mucha más flexibilidad en el uso», desarrolló el doctor en Arquitectura por la Universidad de Granada.
A mitad de proyecto, los promotores no contaron con toda la financiación que esperaban y pensaron en hacerse solamente una parte de la casa y aun así el edificio se adaptaba a una vivienda, incluso con la mitad construida, esto es un ejemplo de lo versátil que es la vivienda.
Búsqueda del constructor
El trabajo empezó en 2017 y finalizó en 2020. Tardaron un año en terminar con el diseño y otro año en conseguir un constructor que se ajustara a los precios y que se quisiese meter en el proyecto. Finalmente, «llegó una constructora como caída del cielo», de la empresa que habla Diego Jiménez es Construcciones Jeromicos y Jacinto, de Padul.
La llegada de esta compañía fue otra de las divertidas coincidencias que tiene esta historia, como nos contó el arquitecto: «Jerónimo iba a visitar la parcela con los dueños, fue un sábado por la tarde. Me avisaron y decidí acercarme. La forma de gestar la visita, un sábado por la tarde de una manera tan improvisada, mostró la naturalidad que nos caracteriza y fue el punto clave que le motivó a meterse en el proyecto». A partir de ahí, la vivienda fue cobrando vida hasta que se terminó el año pasado.
Una vez finalizado el trabajo, los arquitectos se enfrentan a una disyuntiva: seguir con la misma actitud en las próximas iniciativas o ir a por el máximo y superarse, Diego Jiménez parece que lo tiene claro: «Hay que disfrutar el momento y de las cosas que vayan viniendo. Es un poco montaña rusa y no se puede predecir el futuro, que tengamos esta nominación no significa que todo vaya a crecer», señaló.
El nombre del proyecto, Casa Cero, surge de la idea de poner en valor los trabajos y darles visibilidad: «Seguimos la idea de los hashtags de Twitter. Fue el primer proyecto que nos llegó tras la crisis, por eso elegimos el cero para iniciar un nuevo ciclo, además, hace referencia a la forma geométrica que sigue la vivienda que es el círculo», expuso Jiménez López.
Casa Cero ha sido el principio de una nueva etapa que tanto Juana Sánchez como Diego Jiménez están deseando continuar.
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