Las personas con diversidad funcional son más vulnerables a sufrir 'bullying'
«El aislamiento es una de las agresiones más comunes hacia el alumnado con discapacidad», afirma el profesor de Psicología de la UMA Francisco Javier Fernández Baena
CLAUDIA ARANDA
Martes, 10 de noviembre 2020, 00:04
El 80% del alumnado con diversidad funcional asegura que el hecho de 'ser diferente' desencadena situaciones de acoso escolar, según un estudio presentado por la ... Fundación ONCE y CERMI (Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad). El profesor de la Facultad de Psicología de la UMA Francisco Javier Fernández Baena asegura que cualquier característica que diferencie a un alumno del grupo mayoritario -por razones físicas, étnicas, de género o intelectuales- le convierte en potencial víctima de 'bullying'. Las personas con discapacidad se encuentran en uno de los grupos más vulnerables a sufrir estos ataques.
Fernández Baena, especializado en Psicología Evolutiva y de la Educación, determina como una de las agresiones más comunes hacia este colectivo el aislamiento. Mientras que los ataques más comunes a nivel genérico suelen ser las burlas o los insultos hacia la víctima, ya sea en espacios físicos o a través de redes sociales, las personas con diversidad funcional tienden a sufrir un tipo de violencia indirecta: aislamiento y exclusión. Esta violencia, de tipo relacional, hace que la víctima se sienta cada vez más sola y apartada del resto de sus compañeros.
Es por ello que una de las actuaciones más importantes en este caso sería explicar en clases en las que haya alumnado con diversidad funcional cuáles son sus características, qué le ocurre, cuál es su forma de comportarse y cómo le podemos ayudar. Los datos demuestran que cuando se realiza este tipo de sensibilización la respuesta de la clase suele ser muy positiva, mejorando mucho la inclusión de los estudiantes. Además, esto «hace que el grupo reconozca y acepte a ese compañero, respetando la diversidad y pudiendo ayudarle», según explica Fernández Baena. Y afirma: «Cuando no se hacen estas sensibilizaciones son los propios estudiantes los que te dicen 'es que nadie nos explicó nada', 'tenía algo, pero no sabíamos el qué'... En el caso de estudiantes con una discapacidad física poco perceptible como puede ser la visual».
Centros de Educación Especial
Francisco Javier Fernández Baena participó el 29 de octubre en las Jornadas sobre Bullying y Diversidad Funcional, organizadas por la Oficina de Atención a la Diversidad UMA Convive. En su ponencia, el profesor explicaba que el alumnado con diversidad funcional puede acudir tanto a Centros de Educación Ordinaria como a Centros de Educación Especial. Pero ¿qué sería realmente lo más adecuado para ellos? Fernández Baena afirma que es un tema muy polémico y que resulta muy difícil inclinarse por una postura. «Hay muchas variedades de casos cuando se habla del alumnado con diversidad funcional», señala.
Lo que se propone en la mayoría de los casos es que gran parte de este alumnado pueda ser escolarizado en los Centros Educativos Ordinarios, garantizando una educación inclusiva en la que ninguna persona, por ningún motivo de diversidad que presente, quede excluida de esa educación dirigida a toda la población. Pero existen ciertas trabas. «Hay carencias de personal y de materiales en los centros ordinarios», expone el profesor de la UMA.
Es por ello que, en los casos del alumnado que requiera una atención muy específica con instrumentos concretos, y aquellos en los que la gravedad de la diversidad lo requiera, sería más adecuada la escolarización en un Centro de Educación Especial, debido a las escasez de estos recursos en los demás centros. «Tenemos que potenciar esa educación inclusiva en la que todo estudiante pueda ser atendido en esos Centros Ordinarios», explica Fernández Baena, añadiendo que para ello se requiere bastante inversión tanto de recursos personales como materiales.
Las situaciones de acoso escolar se dan tanto en los Centros de Educación Ordinaria como en los de Educación Especial. Francisco Javier Fernández Baena afirma que, en el caso de los Centros de Educación Ordinaria, el hecho de que la población con diversidad funcional presente ese elemento diferenciador del resto puede hacer que se produzcan más casos de 'bullying'. «En el caso de los centros de educación especial, al producirse en menor medida ese elemento diferenciador, sí que puede atenuarse el número de casos de 'bullying', aunque no lo elimina en su totalidad», expone.
'Ley del silencio'
La 'Ley del silencio' es definida por el propio Francisco Javier Fernández Baena como aquella que se da cuando los espectadores, que pueden ser los propios compañeros de clase y del centro, conocen la situación de acoso pero no hacen nada al respecto. Esta ley, que se da con independencia de las características de la víctima, es un elemento definitorio de por qué el acoso se instaura en las aulas y permanece en él.
Para poder erradicar la 'Ley del Silencio' es muy importante la labor de sensibilización y formación en los centros, mencionada anteriormente. «Cuando realmente se realizan esas labores de formación es cuando se les da herramientas al grupo de iguales y se les explica cuál es su papel en la dinámica del 'bullying'», señala Fernández. En ocasiones, estos espectadores no hacen nada porque no se atreven, porque le tienen miedo al propio agresor o porque «es lo que se ha hecho siempre». «Cuando ha habido estas situaciones, nadie ha dicho nada, cada uno ha tratado de seguir su día a día intentando que eso no les llegase a ellos», afirma el profesor.
Por esa razón, el proporcionar información y explicar el valor que tiene su propia actuación al alumnado espectador, puede llegar a tener muy buenos resultados. Francisco Javier Fernández explica que, respecto a este tema, se están llevando a cabo una serie de programas de intervención como el programa de tutorías y ayuda entre iguales. A través de él se trata de que sean los compañeros de clase los que puedan proporcionar apoyo a las víctimas y así protegerles de los ataques.
Se estima que alrededor de un 30% del alumnado con diversidad funcional no denuncia la situación de acoso ni a familiares ni a profesorado, según asegura el profesor de Psicología. Esto genera una gran invisibilidad del fenómeno. Entre los principales motivos de esta falta de denuncias se encuentran las propias limitaciones que pueda presentar esta población a la hora de comunicarse. «En el caso, por ejemplo, de una discapacidad intelectual, se dan limitaciones a la hora de ellos mismos tomar conciencia de que están sufriendo acoso», explica. Por eso también es muy importante crear protocolos específicos para que a esta población se le puedan facilitar los medios para poder comunicarse, así como información sobre qué tipo de comportamientos no son aceptables.
Propuestas de mejora
Para Fernández Baena, la línea de trabajo debe partir desde la existencia de protocolos de detección, prevención e intervención. Hacerlos cada vez más eficaces, que todo el profesorado y equipos directivos de los centros tengan conocimiento de la existencia de estos protocolos. «Una de las ocasiones en las que el profesorado no actúa es porque dice que no sabe qué hacer ante esas situaciones», explica. Una mayor formación específica en acoso y cuáles son las dinámicas propias ante él serían factores clave. Además, también considera muy importante que los centros establezcan algún tipo de estructura que facilite comportamientos de ayuda entre iguales.
«Lo comentaba en la charla, muchas veces no se puede dejar solo la responsabilidad a los estudiantes, decir 'bueno, es que los espectadores podrían hacer algo más en esas situaciones'», comenta. Para que el alumnado pueda actuar ante las situaciones de acoso debe existir desde el centro una planificación a través de la cual se creen estructuras con distintos programas como el de ayuda entre iguales, un sistema de tutorías o un plan de acompañamiento de algunos compañeros hacia la persona que sufre 'bullying'. «Eso se puede transmitir curso tras curso y generar una cultura en el propio centro de ayuda hacia los demás», concluye Francisco Javier Fernández Baena.
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