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Irene Manzano
Martes, 13 de febrero 2024, 10:16
El futuro es incierto, insólito, inhóspito, incluso a veces un tanto oscuro. Un largo túnel del que, a menudo, la salida no es aquel resplandor de luces visto en las películas más galardonadas de la historia actual. Qué camino escoger es una incógnita que con frecuencia se preguntan los universitarios que están a punto de finalizar su grado. Las ayudas para formar al Profesorado Universitario abren una puerta aún muy desconocida hasta para los propios alumnos.
Las ayudas para contratos predoctorales para la realización de tesis doctorales en las universidades españolas, más conocidas como FPU, están destinadas a formar a investigadores en programas de doctorado. La finalidad es que estos profesionales adquieran competencias de docentes universitarios y colaboren en tareas con un mínimo de 90 horas y un máximo de 180.
En España, estas ayudas se han convertido en el programa de ayudas predoctorales más prestigioso por su alto grado de exigencia y competitividad a la hora de admitir a los futuros docentes. El contrato financiado de las FPU tiene una duración de cuatro años. La contribución se percibe a través de 12 pagas mensuales, más dos pagas extraordinarias y se puede completar con otras ayudas a la movilidad en estancias breves y traslados temporales.
La Universidad de Málaga ha aumentado su plantilla con casi 40 nuevos jóvenes investigadores que obtuvieron las FPU. Yaiza Ceballos (Málaga, 1999) es una de las incorporaciones más recientes, de hecho, el 19 de diciembre de 2023 cumplió su primer año como becaria de las FPU. «Es el camino que si quieres hacer carrera académica de verdad deberías de seguir», afirma la futura docente.
Cada año, el ministerio oferta un número de plazas de FPU para acceder a la investigación, un mundo bastante complejo y de difícil entrada sin esta ayuda. «Normalmente, solo te dedicas a hacer la tesis, entonces hay muchísima gente que la hace por amor al arte. Nosotros tenemos esta suerte, que nos pagan por investigar mientras terminamos la tesis y ejercemos la docencia», cuenta Ceballos.
Actualmente, el procedimiento de acceso ha cambiado, las anteriores convocatorias se dividían en dos fases: la primera, en la que se enviaba la solicitud y quienes cumplían con la nota de corte estipulada (según la rama de conocimiento), continuaba en una segunda etapa, la del currículum, un tribunal se encargaba de evaluar tanto al grupo de investigación avalista como el del solicitante. Esta vez, el currículum tiene más valor, aunque también se evaluará la nota.
Para solicitar esta ayuda, además de tener una nota media igual o superior a la nota de referencia para cada titulación, se requiere estar matriculado en un programa de doctorado en una universidad española o, en su defecto, estar cursando un máster universitario oficial que dé acceso a un programa de doctorado.
María Eugenia González Cortés (Málaga, 1978), ahora vicedecana de calidad, en su momento, hace más de 20 años, entró en la Universidad de Málaga a través de una FPI, una beca de formación de personal docente e investigador. «Es una convocatoria diferente a las FPU, porque esta es autonómica, la FPU corresponde a convocatoria del ministerio y es una beca de ámbito nacional», explica.
En ambas, lo principal es tener un expediente académico excelente para poder optar a solicitarlas. «Tenemos una trayectoria en este departamento de bastantes becarios FPU y FPI, pero el expediente debe ser brillante, o sea, unas notas de sobresaliente para arriba», comenta González.
En su caso, a Yaiza Ceballos le concedieron la ayuda con una nota de 9,05. «Entrar es bastante complicado, al final uno va escuchando que una persona que tiene no sé cuántas cosas publicadas, el año anterior no se la habían dado, entonces tú piensas, pues si a esta persona no se la han dado a mí tampoco me la van a dar. Entonces nos vamos retroalimentando unos a otros», manifiesta la malagueña.
Tanto Ceballos como González coinciden en que estas ayudas son el procedimiento más sencillo para poder acceder a convertirse en docente en la universidad.«Digamos que es la salida más natural, si tú, generalmente, te haces con una beca de investigación, ya sea del ministerio o de la Junta de Andalucía, en mi caso, la salida natural o lo lógico es que te quedes en la universidad», expresa María Eugenia.
«No es una cosa endogámica, pero obviamente si el Estado o el gobierno andaluz están pagando por tu formación, lo lógico es que te quedes», opina la profesora titular. Durante esos cuatro años, que son renovables, año a año, hasta cuatro máximo, se adquieren competencias en materia de docencia e investigación.
«Desde el primer curso (antes no era así, tenías que esperar al tercero), estás dando clases y estás sumando puntos por docencia», afirma María Eugenia González. A lo que añade, que en ese tiempo, surgen posibilidades de investigar y de publicar, hacer congresos, presentar comunicaciones y realizar artículos académicos.
La rivalidad entre los solicitantes de las FPU y FPI se evidencia en los procesos de selección. «Yo estaba en un grupo de WhatsApp de personas que pedíamos la FPU y había miles y miles de personas. Y se notaba que había mucha competitividad», manifiesta Yaiza Ceballos.
Algo que corrobora con firmeza la que fuera beneficiaria de la FPI: «Hay mucha. muchísima competitividad. Pero, ya te digo que en nuestro departamento tenemos ya la trayectoria de tener muchos becarios. Y la mayoría de nuestros becarios siempre han mantenido la vinculación con la universidad».
Como la mayoría de procesos burocráticos, cuenta Yaiza, que la resolución de la beca fue muy tardía.«Creo que fue en octubre, o sea, que nos tiramos un año sin saber qué íbamos a hacer con nuestra vida, que es lo peor. Porque la solicitas y te tiras un año sin saber... La mía es la FPU 21 y yo entré en 2022».
«Entonces, te tiras un año que no sabes qué vas a hacer con tu vida, si vas a entrar, si no vas a entrar. Yo, por ejemplo, estaba trabajando en el Carrefour en verano y me dijeron, ¿quieres seguir? Y dije que no, porque intuía que podía, que tenía posibilidad, pero que si no lo hubiera conseguido me hubiera quedado sin trabajo y sin saber qué hacer», protesta la becaria.
«Después es complicado. Como el sistema ahora está tan mal y no salen muchas plazas, seguramente me tendré que ir de sustituta a alguna otra universidad, pero lo suyo es que en la Universidad de Málaga salieran plazas de ayudante o contratado para poder seguir el camino académico», confiesa la becaria.
Todos los beneficiarios de las ayudas asumen que tendrán que irse fuera, al menos, una temporada, hasta que logren una plaza en la universidad que desean. «Cuando sale un concurso en el que publican una plaza y tú la solicitas, mandas el currículo, lo evalúa un tribunal y la consigue el que tenga más puntos», dice Ceballos.
Según explica la vicedecana, lo lógico es que exista una forma de promocionar, hasta que te puedas presentar, porque tengas suficientes méritos, a una plaza, que puede ser una plaza de ayudante doctor, una plaza de ayudante y ahí, te pueden contratar. «Yo, por ejemplo, fui becaria de investigación, después fui profesora ayudante, después fui profesora ayudante doctora, después fui profesora contratada doctora, ahora soy profesora titular», argumenta. «Hay peldaños que van subiendo y eso depende de tus méritos que vayas adquiriendo», concluye González.
La nueva convocatoria de las ayudas para la formación de futuros profesores doctores permanecerá abierta hasta este jueves, 15 de febrero, día en el que la suerte quedará echada.
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