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Antonio Contreras
Málaga
Martes, 7 de noviembre 2023, 10:00
Juan Antonio Perles Rochel, decano de la Facultad de Filosofía y Letras, lleva detrás del proyecto del nuevo grado que oferta la universidad desde sus inicios en 2019. Cuatro años y después de algunos inconvenientes, Perles puede decir orgulloso que este curso la UMA oferta por primera vez el grado de Estudios Culturales y Transeuropeos, unos estudios únicos en toda la geografía española y que se impartirán en conjunción con la universidad francesa de Estrasburgo y la alemana de Flensburgo.
Perles Rochel, como decano de la facultad y una de las almas del desarrollo del nuevo grado, cuenta a Crónica Universitaria en qué consiste este nuevo grado, con todas las peculiaridades que recogen estos estudios tan novedosos.
–Lo primero de todo, ¿cómo surge este grado?
–Se trata de un grado universitario que mezcla lenguas, culturas e interacciones. Se realiza en conjunto con la universidad alemana de Flensburgo y la francesa de Estrasburgo para desarrollar un único plan de estudios que se impartirá en las tres instituciones. Es decir, cuando los estudiantes terminen tienen un único título. No son tres títulos distintos, sino uno.
Se trata de un proyecto único, un título conjunto internacional. Para que esto pueda ocurrir hemos tenido que desarrollar legislación dentro de España. El grado empezamos a desarrollarlo en 2019, pero no fue hasta 2021 cuando el Ministerio de Universidades puso a disposición de la comunidad educativa el Decreto 822 de 2021. Este decreto, en su disposición adicional sexta, permite que una agencia de acreditación europea, siempre y cuando pertenezca al Registro Europeo de Agencias de Garantía de la Calidad de la Enseñanza Superior, verifique ese grado para que pueda ser aceptada por el resto de los Estados Miembros.
–¿En qué consiste?
–Estamos ante un grado que tiene tres pilares fundamentales, que son el aprendizaje de las tres lenguas de los países que participan: el alemán, el francés y el español. El inglés también adquiere cierto protagonismo, pero como lengua de comunicación. Una de las universidades partícipes en el grado cuenta con un amplio bagaje en los estudios europeos e incorpora este ámbito de conocimiento también al grado en las otras universidades partícipes. Además, se tratan cuestiones más amplias, relacionadas con la cultura, la literatura, lingüística y la mediación.
Pero sin duda, la gran riqueza que ofrece este título es la movilidad. Todos los estudiantes que participan en el consorcio pasarán el segundo y tercer año en el extranjero, en el resto de los países participantes en el grado. Esta razón hace que las 60 plazas ofertadas se dividan entre las tres universidades. En un principio eran 20 plazas para cada facultad, pero la UMA ha reclutado, finalmente, 21 este año, lo cual consideramos un gran logro teniendo en cuenta que hasta julio no teníamos el ok definitivo para la realización de este título. Para que se haga una idea, la Universidad de Flensburgo ha ingresado diez estudiantes en esta primera acometida y la de Estrasburgo cinco.
Además de esto, en el cuarto año tienen lugar las prácticas curriculares, que son también de bastante peso porque pueden realizarlas también en el extranjero. En este caso no ha de ser Francia o Alemania.
–Pasar tanto tiempo en el extranjero debe suponer un gran desembolso por parte de los estudiantes, ¿Cómo se financia?
–Hace bien preguntándolo, ha puesto el dedo en la llaga al tratarse de una institución pública. No sabemos de qué recursos disponen los estudiantes que entran, ni de si van a poder solicitar la beca de carácter general. Aunque aquí lo importante es cómo se van a financiar las movilidades en el segundo y tercer año, que además son en países que no se caracterizan por ser precisamente baratos. Para este caso hemos conseguido acceder al consorcio francoalemán que financia proyectos internacionales en el ámbito educativo. Al principio teníamos dudas de si nuestros estudiantes podrían acceder a estos fondos al no ser España parte de este consorcio francoalemán, pero finalmente lo hemos conseguido. Tuvimos que presentar dos solicitudes, ya que la primera fue rechazada.
Este fondo otorga una ayuda de 350 euros al mes a cada estudiante para facilitar estos intercambios. Además, los estudiantes pueden pedir la beca Erasmus como ayuda complementaria. Hombre, los alumnos van a tener que poner dinero de su bolsillo, al igual que si se van a estudiar a otra ciudad en la que no tengan la residencia. Pero aún así se ofrecen ayudas que, al ser acumulables, son muy interesantes. Tenemos las becas de régimen general, la beca Erasmus y la ayuda del fondo franco germano.
Nos gustaría que la propia universidad ponga también algo a través de sus propios fondos, pero esto es algo que hasta ahora es solamente una promesa.
–¿Por qué este grado en concreto?
–En realidad, no es idea nuestra, fue una propuesta de la Universidad de Flensburgo, que estaba buscando socios para sacar socios para poder crear este título conjunto. Debían de ser tres universidades que estuviesen dispuestas a asumir este reto, porque al ser un grado conjunto internacional implica que tenemos que adaptar nuestras formas de funcionar a esta nueva situación, lo que supone un gran desafío.
Esto implica que las tres universidades tenemos que aceptar unas reglas negociadas entre todos que no tienen por qué ajustarse a la forma de funcionamiento habitual que tienen los centros. En este sentido nosotros hemos tenido una situación muy encorsetada, puesto que la Junta de Andalucía solo nos permitía generar nuevos grados interuniversitarios si el coste es cero. En este caso es ínfimo, pero obviamente no cero, porque al crear una asignatura nueva alguien la tiene que dar.
–Hablando del profesorado que impartirá las asignaturas de este grado, ¿ha sido difícil encontrar personal cualificado para un grado tan incipiente?
–Bueno, hasta ahora nosotros ofrecemos asignaturas que son fácilmente asimilables por las áreas de conocimiento que tenemos en la Facultad de Filosofía y Letras. Hemos creado una asignatura que se llama Literatura Europea, por ejemplo. El área de Literatura que tiene esta universidad tiene capacidad para impartir esa asignatura. Lo mismo ocurre con asignaturas de francés y alemán, que ya teníamos profesorado.
–¿La facultad cuenta con los recursos necesarios que precisa este grado en todas sus dimensiones?
–Bueno, la facultad está ahora mismo en un proceso de reformas. Nos gustaría que las instalaciones fuesen mejores y en ello estamos. Hay una gran inversión por parte de la universidad para crear un nuevo aulario, porque usamos muchas aulas fuera, como en el aulario de Severo Ochoa o López Peña Albert, entre otros. Necesitamos tirar de esos espacios para poder atender a la demanda formativa que tenemos en la facultad. Lo que quiero decir con esto es que el problema estaba ya, antes de la aparición de este grado. Pero bueno, poco a poco se va mejorando la situación. Si Psicología estuviera aquí todavía le aseguro que no hubiéramos podido hacer este nuevo grado.
–¿Qué salidas profesionales tiene este grado?
–Es un grado que, debido a las competencias que los estudiantes adquieren a nivel de moverse entre culturas, de competencias multilingües, puede ser muy bueno para ingresar en instituciones públicas y privadas que precisen esta clase de cuestiones. Es decir, está enfocado a trabajos con proyección internacional. Los estudiantes que cursen este grado son candidatos perfectos para, por ejemplo, cuestiones diplomáticas. Si esto lo perfilas con un posgrado adecuado, atendiendo a tus necesidades, ya quieras dedicarte a las relaciones internacionales, empresariales… hay muchas opciones viables para un grado de esta naturaleza.
–¿Considera que los estudios de posgrado son necesarios para una formación completa?
–El posgrado, y así se pensó en el contexto del espacio europeo, siempre ofrece una especialización concreta atendiendo a los ámbitos que requieren una formación institucional. El problema es que, con los avances tecnológicos, cada vez es más difícil saber si es mejor ofrecer una formación específica o más generalista, porque la específica acaba siendo innecesaria cuando se produce un avance tecnológico que la deja obsoleta. Pongamos el ejemplo de la interpretación. Cuando yo empecé a formarme en lenguas, trabajar de intérprete era garantía de que ibas a pertenecer a una élite que siempre tenía trabajo. Era garantía de empleabilidad. En la actualidad, los avances tecnológicos hacen que se haya 'uberizado' la interpretación, rompiendo esos estándares de calidad que tenía la profesión. ¿Es mejor, entonces, enfocar los estudios con un posgrado? Puede serlo, pero depende mucho de la situación que tenga el mercado en ese momento en concreto.
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