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Reconforta saber que la memoria de muchas de las grandes figuras que ayudaron a cambiar el mundo, sigue viva y coleando. Quizá las nuevas generaciones ... aún no la conozcan, pero para el grueso de los torremolinenses, Pia Beck fue, es y será una de sus ciudadanas de honor y pronto, gracias a la iniciativa de la Asociación Pasaje Begoña (gran defensora del colectivo LGTBI en Torremolinos), una de las calles de la ciudad llevará su nombre. Ni ella ni su fiel compañera de vida podrán disfrutarla, pero juntas servirán para que muchos de los que pasen por su futura via se pregunten, ¿quién fue ella? Así, podrán conocer la historia de una verdadera heroína.
Mujer, profesional de la música, lesbiana, defensora del colectivo LGTBI, empresaria, referente… Y todo ello en décadas en las que el mundo aún no les daba a ellas el valor y la voz que merecían. Pia Beck, nacida en La Haya (Países Bajos) en 1925, fue para muchos la mejor pianista de jazz del mundo. Fue una auténtica niña prodigio, que a los 4 años ya se sentaba al piano a tocar de oído. Luchó toda la vida a contracorriente y obtuvo su recompensa: un reconocimiento mundial gracias a sus giras por todo el globo y especialmente en Estados Unidos. Sin embargo, no fue allí donde decidió pasar sus días, si no en Torremolinos (entonces Málaga).
Su única descendencia sigue allí, peleando por mantener vivo su recuerdo en una ciudad que le dio tanto. «Ella era una mujer fuerte, luchadora y tenía muchísima luz, pero no fue fácil, vivía en un mundo de hombres», recuerda Gino Felleman. No es sangre de su sangre, pero él siempre fue su hijo. Para explicar el porqué, hay que conocer su historia. Su madre biológica se llamaba Marga Simonowski, una alemana de origen judío que en tiempos de guerra huyó a Países Bajos con su familia.
Allí conoció a su marido, con el que se casó a los 18 años. Él era un conocido locutor de radio musical y eso le llevó a crear buenos vínculos con Beck, la referencia del momento en el mundo del jazz. Fue en una fiesta cuando él presentó a Pia a su mujer, Marga. Desde entonces, nada volvió a ser igual. «Fue el destino», avanza Gino, que conoce bien la historia aunque él llegó al mundo más tarde. «Pia se enamoró de mi madre cuando la vio. Ella sabía que estaba casada, pero no se la podía quitar de la cabeza. Pia siempre supo que le gustaban las mujeres pero no fue el caso de Marga, ella se enamoró del alma de Pia; primero fue su mejor amiga, y luego comenzó a verla de otra manera», reconoce.
Cuando el destino decide, no se le puede llevar la contraria, y menos ante el amor de dos mujeres empoderadas y adelantadas a su tiempo. «Cuando yo nací, tenía dos madres. Éramos una familia como cualquier otra, normal», cuenta Felleman, orgulloso. Cuando decidieron trasladarse aquí, eran los años 60', pleno 'boom' turístico y claro momento aperturista, aunque sólo cara al exterior, porque en plena dictadura, la realidad para los homosexuales fue muy diferente. «En España sí he tenido problemas por tener dos madres, muchos… El colegio fue horrible, una pesadilla. Los niños me tiraban tomates podridos, me decían cosas, los profesores no me defendían», relata, entristecido. Pero crearon una unión fuerte, y apostaron por seguir adelante. Además, el nombre con el que ya contaba la cantante ayudaron a infundir respeto entonces. «A ella siempre la dejaron en paz; tenía mucho reconocimiento internacional, creo que por eso la respetaron».
Pia, apoyada por Marga, decidió emprender entonces. Buscó un coqueto local en el Pasaje Begoña y lo convirtió en uno de los más reconocidos clubes de la noche torremolinense, uno de los primeros espacios de jazz, y sobre todo, donde la libertad para amar se llevó por bandera. The Bue Note abrió sus puertas en 1965; fue icónico, elegante, donde la gente acudía en masa a ver el talento de Pia al piano, mientras disfrutaba de una copa. Incluso famosos a nivel internacional cruzaron sus puertas, encandilados por la neerlandesa y también por el ambiente de orgullo e igualdad que generaba el Pasaje, lleno de bares de música y ocio nocturno donde no se etiquetaba a nadie. Sn embargo, tras varios problemas económicos, el 'night club' cerró sus puertas en 1969, por lo que Pia y Marga se 'libraron' de la Gran Redada.
El episodio más oscuro de la historia de Torremolinos se sucedió la noche del 24 de junio de 1971. La policía franquista, por orden del Gobernador Civil de Málaga, Víctor Arroyo, acabó con la vida del Pasaje Begoña con una violenta actuación que se saldó con 300 detenidos y más de una veintena de locales cerrados por 'cometer infracciones a la normativa en vigor referente a la moralidad pública y las buenas costumbres', o lo que es lo mismo, por ser homosexuales, o como entonces se les llamaba, 'invertidos'.
Dejando atrás este episodio y mientras Marga se encargaba de criar a sus hijos, Pia retomó sus giras internacionales, abrió una inmobiliaria, creó un programa de jazz en cinco idiomas en Radio Juventud y escribió tres guías turísticas sobre la zona para el público neerlandés, contribuyendo así al auge en Torremolinos. Ambas tuvieron una vida larga y plena, junto a Gino, que también se dedicó al sector turístico. A pesar de la dificultad de los tiempos, el amor de la pareja siempre fue más fuerte que la homofobia, y lo demostraron hasta el último día. Marga falleció en 2009, a los 84 años; seis meses después, se marchó Pia. Un amor que nunca entendió de barreras y que conoció el éxito apostando, siempre, por la libertad.
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