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José Vicente Astorga
Domingo, 10 de diciembre 2017, 00:41
-La estacionalidad es como el clima. ¿Sólo cambia a peor?
–No. Málaga no la tiene, ni las ciudades turísticas, pero el sol y playa en invierno es tercera edad, y no podemos competir con otros países en precio. Me preocupa cada vez más. Se aprobó un plan que recogía temas para flexibilizar el coste en invierno, pero no hemos conseguido nada ni en el IBI ni en Seguridad Social o flexibilidad funcional en convenios de hoteles. Algo importante es la falta de un turismo joven. Hay que potenciar la industria de ocio. Es fundamental. En vez de tantas trabas por ruidos, etc. Somos zona turística. No podemos ser tan exigentes.
–Ni caer en el Magaluf de turno.
–Por supuesto. El sector inmobiliario es relativamente fácil reactivarlo pero es necesaria más oferta de ocio en consonancia con la capacidad de camas.
–Los precios de los hoteles siguen subiendo
–Tenemos que diferenciar turismo urbano de lo que es sol y playa. En éste, hasta el año pasado, no hemos recuperado los precios de 2008. Los beneficios no se han recuperado hasta 2016, y no en todos los casos. Respecto a Cádiz, somos un 20 por ciento más baratos. Somos baratos respecto a otras zonas.
–¿Afectará la polvareda que creó Antonio Catalán sobre los sueldos de camareras de piso al convenio en puertas?
–No comparto su análisis. Las camareras nos cuestan 1.780 euros en el convenio de Málaga, que es el más costoso para el empresario de toda España. Las camareras hacen una labor extraordinaria, pero presentar su situación de una cierta forma crea un problema en las plantillas. También hay camareros con 50 años que suben y bajan escaleras, y lo han hecho toda la vida.
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–Pero luego está la externalización
–De acuerdo. Pero no se puede generalizar. Si alguna empresa lo hace será mínima.
–¿Cómo la aplica en su grupo?
–Tenemos altibajos tremendos. Hay servicios que no tienes más remedio que externalizarlos. En el mundo entero es así. Tienes cuatro horas de trabajo intenso para veinte personas y luego brazos cruzados.
–¿Cómo ve el futuro ante el auge de las viviendas turísticas?
–Tendremos que buscar formas de convivir. Es un producto nuevo que ha cogido una alta posición en tiempo récord y donde no se puede aceptar que no se compita con las mismas reglas. Los hoteles tienen que buscar su singularidad, y nosotros estamos en ello.
–¿Su gran ambición pendiente?
–Dejar todos nuestros hoteles modernizados y formar muy bien a mi hija, que ya trabaja conmigo.
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