

Secciones
Servicios
Destacamos
Alberto Gómez
Lunes, 6 de marzo 2017, 01:12
Para los vecinos es un problema sobradamente conocido, pero decenas de visitantes y despistados dejan a diario sus vehículos abiertos en la calle Skal de Torremolinos y su entorno. Creen haberlos cerrado con el mando a distancia, pero el potente inhibidor de frecuencia de la comisaría de la Policía Nacional anula la mayoría de las señales de la zona. «Muchos no comprueban si el coche se ha cerrado y se marchan dejándolo abierto», explica un vecino. Los inhibidores, usados por las fuerzas de seguridad para cancelar comunicaciones y evitar el espionaje o la transmisión no deseada de información, también bloquean las alarmas de los domicilios cercanos, las puertas de los garajes e incluso los mandos de televisión.
Usuarios y agentes denuncian desde hace años la necesidad de una reforma integral de la comisaría de la Policía Nacional de Torremolinos. La suciedad de la fachada, el incumplimiento de la normativa de accesibilidad y las humedades son algunos de los motivos expuestos por profesionales y vecinos para reclamar mejoras en el edificio, aunque los agentes solicitan también una nueva ubicación. Los problemas generados por el inhibidor y el difícil acceso a la calle Skal, de un solo carril y situada entre la avenida Palma de Mallorca y La Nogalera, complican el trabajo diario. Las quejas más constantes de los usuarios hacen referencia a la masificación en verano (la comisaría cubre los términos de Torremolinos y Benalmádena), la falta de aseos y la imposibilidad de acceder al edificio por parte de las personas con movilidad reducida, a quienes los agentes tienen que ayudar a subir y bajar por la falta de una rampa o de otra solución que permita la accesibilidad. El alcalde de Torremolinos, José Ortiz, y su homólogo en Benalmádena, Víctor Navas, reclamaron en diciembre una mayor dotación de recursos y medios de la Policía Nacional en la Costa del Sol. Ortiz también insta al Gobierno nacional a crear una comisaría «porque la actual ya resulta insuficiente para atender a la población».
El problema trae a los vecinos de cabeza desde hace años y ha generado situaciones que rozan el peligro, como la reciente inmovilización de un coche de última generación, que se quedó parado al pasar por delante de la comisaría. Fuentes policiales confirman que, cuando se dan estas circunstancias, tienen que solicitar permiso a la comisaría provincial de la Policía Nacional para apagar el inhibidor hasta solucionar el problema. La calle solo dispone de un carril y a menudo las patrullas deben salir por alguna urgencia, siempre con el riesgo de que «el aparato», como la mayoría de vecinos se refieren al inhibidor, haya provocado una situación de bloqueo y otro vehículo impida el paso.
Las decenas de coches de la Policía Nacional que hay en Torremolinos permanecen aparcados a lo largo de la calle por la falta de un espacio propio en el edificio y sufren el mismo problema. Paradójicamente, las molestias cotidianas que produce el inhibidor son amortiguadas por la cercanía de la comisaría. «Es cierto que es mucho más fácil robar un coche aquí que en cualquier otra calle, pero la presencia policial ahuyenta a los cacos, así que queda compensado», afirma otro vecino.
La mayor preocupación se centra ahora en los vehículos más modernos, con paneles de control eléctricos que quedan anulados cuando entran en la zona de acción del inhibidor. Desde la Policía Nacional, sin embargo, recuerdan que estos dispositivos «son obligatorios en todas las comisarías» por cuestiones de seguridad y que su frecuencia «es limitada y no se puede cambiar».
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Una luna de miel que nunca vio la luz
El Comercio
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.