El dilema de Izquierda Unida

El dilema de Izquierda Unida en Andalucía siempre ha sido el mismo: cómo zafarse del abrazo del oso del PSOE sin caer en las garras del PP. A las primeras elecciones autonómicas de 1982 el PCA de Felipe Alcaraz se presentó con el lema Juntos podemos, lo que se interpretó como una invitación a la convergencia con los socialistas y se tradujo en el voto útil a favor de estos, que ganaron por mayoría absoluta y redujeron a los comunistas a una fuerza minoritaria.

Tardó en remontar, pero lo hizo. En 1994 la ya Izquierda Unida contaba con 20 diputados en el Parlamento y el PSOE estaba contra las cuerdas con 45 escaños frente a 41 del PP de Javier Arenas. Julio Anguita, que impulsó Convocatoria por Andalucía y tenía sin curar la herida de 1982, impidió desde la dirección federal de IU el pacto con el PSOE de Manuel Chaves.

La fraternidad política y personal de Luis Carlos Rejón con Arenas sentenció de nuevo a IU a la minoría. El fantasma del bienio de la pinza, que Diego Valderas vivió en primera persona por ser presidente del Parlamento entonces, empujó a IU, otra vez en remontada en 2012 con 12 diputados, a entrar en coalición con el PSOE de José Antonio Griñán tras frenar ambos la ola del PP.

Izquierda Unida comenzó una nueva etapa el verano de 2013 en plena euforia por sus aciertos en la gestión de la Junta, como las políticas antidesahucios o la gobernanza rigurosa en Turismo. Otra generación ha tomado el mando de esta fuerza política, liderada ahora por Antonio Maíllo, de la generación intermedia entre los veteranos (Anguita, Alcaraz) y la de hijos treintañeros (nacidos en la transición), Amanda Meyer, Elena Cortés, Alba Doblas, José Manuel Mariscal, José Antonio Castro, Alberto Garzón, Pedro Ortega y el último en incorporarse, Álvaro García Mancheño, entre otros.

Todos ellos, veteranos, medianos y jóvenes, se dan cita hoy en un hotel de Bormujos (Sevilla) en una asamblea que pretende examinar y repasar el año y seis meses de Maíllo como coordinador general y los dos años y ocho meses de gobierno con los socialistas en la Junta de Andalucía. El examen de la primera Asamblea de Balance de IU-LV CA podría abarcar más, toda su trayectoria en sus tres décadas de presencia en la política andaluza, porque a los dos fantasmas reconocidos se ha sumado otro, la formación política Podemos, que amenaza con quedarse con las estructuras y votos de Izquierda Unida. Curiosamente con el mismo nombre de aquel lema de las primeras elecciones.

Convergencia

Varios de los protagonistas hoy de la asamblea de Bormujos, como Amanda Meyer y Alberto Garzón, son amigos de dirigentes de Podemos como Pablo Iglesias. Son los más proclives a una convergencia con la formación nueva, que ha rechazado de plano cualquier comunión con sus amigos. Este desaire desazona a las nuevas hornadas de IU, a los que hace año y medio se les abría un futuro alentador cuando su formación empujaba en las encuestas.

La desazón está abonando el terreno de las voces críticas con el pacto de gobierno con el PSOE, con uno de la «casta» según Podemos. Un partido, subrayan, que lleva gobernando 32 años en Andalucía, que no ha sabido solventar el problema estructural de paro en Andalucía y con varios casos de corrupción en los tribunales.

Hasta ahora eran voces minoritarias, aglutinadas en torno a Izquierda por la Base, de apenas el 17% en la asamblea que eligió a Maíllo coordinador en junio de 2013. En aquella asamblea descolló el joven García Mancheño, perteneciente a la CUT-BAI, el partido que lidera Juan Manuel Sánchez Gordillo, con críticas furibundas sobre el pacto. Mancheño es ya diputado en el Parlamento sustituyendo a Gordillo y tiene buena sintonía con muchos de los jóvenes de IU que no son de la CUT y tampoco simpatizaban con el dirigente de los jornaleros.

Mancheño se convirtió este viernes en portavoz de un manifiesto firmado por un centenar de cargos de IU que pretenden que la asamblea apruebe hoy un referéndum sobre la permanencia en el Gobierno de Susana Díaz. «IU no gobierna en Andalucía, está en el Gobierno, que no es lo mismo», llegó a decir. Considera un fracaso el pacto, sobre todo con la llegada de Susana Díaz a la Presidencia, y arremete incluso contra Diego Valderas. Mancheño desveló esa desazón antes apuntada: el pacto con el PSOE está haciendo perder a IU, en su opinión, la convergencia con Podemos.

La voz de Anguita

También está la voz de Julio Anguita, considerado un fuera de onda hasta que Podemos ha irrumpido. «Si abominamos del bipartito en el discurso, no tiene sentido mantenerse en el Gobierno de la Junta con una parte del bipartito», dice en su Manifiesto por una Democracia Soberana. Anguita, a quien Maíllo reivindicó en su proclamación como coordinador general, siempre fue contrario al pacto, y su figura está siendo rehabilitada por los jóvenes.

La asamblea es una apuesta de Antonio Maíllo, respaldado por el secretario general del PCA, José Manuel Mariscal, con la que pretende salir reforzado cara al complicado año electoral que le espera. Maíllo ha impulsado un documento de balance para su votación por las bases con el que pretende conjugar un distanciamiento con el PSOE que contente a esas voces cada vez más críticas con el pacto, la desazón por la presencia de Podemos y a la vez permita a la formación seguir en el Gobierno de la Junta. Porque el grueso de las estructuras de poder de IU (incluidos los ocho coordinadores provinciales), controladas por el PCA, defienden seguir en la Junta.

El documento incluye críticas a la gestión de los consejeros socialistas de Educación y Justicia, Luciano Alonso y Emilio de Llera. También califica de «régimen» el tiempo de gobierno del PSOE en la Junta andaluza y es duro con la corrupción que atenaza a esta y de la que se desentiende: «El PSOE se lo ha guisado, el PSOE se lo ha de comer».

Los críticos impulsarán que se vote, además del referéndum, una comisión de investigación en el Parlamento sobre los cursos de formación, a la que hasta ahora se ha opuesto IU. Esta formación sabe que algo así rompería el pacto con el PSOE.