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FRANCISCO JIMÉNEZ
Martes, 14 de enero 2014, 10:16
Si algo ha traído consigo el nuevo sistema tarifario que Emasa está aplicando en el recibo del agua, además de la polémica subida en cuatro de cada diez hogares penalizando fundamentalmente a los de uno y dos inquilinos, es que está obligando a los malagueños a prestarle más atención a una factura que a primera, segunda e incluso tercera vista resulta ininteligible para el común de los mortales. Lo era antes, cuando se cobraba en función del gasto por vivienda, y lo es ahora se hace en función del número de habitantes. El leit motiv de este cambio está en que no debe tener igual trato un domicilio en el que vive una persona que consume 18 metros cúbicos por bimestre que otro el que residen tres miembros de una familia con idéntico consumo. Hasta noviembre pagaban lo mismo, beneficiando el derroche. Ahora, el metro cúbico vale igual para todos, favoreciendo a las familias con más miembros a costa de perjudicar a los que viven solos o en pareja, quienes en el mejor de los casos seguirán pagando los mismo. Eso sí, siempre y cuando no rebasen la media de 112 litros diarios por persona (unos 7 metros cúbicos por bimestre).
Precisamente la referencia de esos 112 litros es la que explica las subidas de hasta el 40% con la que se están topando estos últimos. La otra, los bloques de consumo, que gravan el gasto excesivo. A cada habitante, independientemente de si vive solo o acompañado, le corresponden cada dos meses cuatro metros cúbicos (4.000 litros) a un precio asequible dado que el agua es un bien de primera necesidad. Una vez superado ese umbral, el valor del metro cúbico empieza a subir progresivamente, fundamentalmente porque en el segundo tramo sólo se contemplan dos metros. Ese suma y sigue llega a su máximo exponente a partir de la decena. Si el primer metro cúbico se factura a 0,699 euros (sumando abastecimiento, desalación, saneamiento y depuración) a partir del undécimo se dispara hasta los 3,412 euros. Casi cinco veces más. Los precios no varían por bloques respecto al sistema antiguo, pero sí el volumen asignado a cada uno, ya que hasta ahora a cada vivienda le correspondían 10 metros cúbicos al precio más bajo. A modo de ejemplo, sirve el caso real de un jubilado que vive solo y consume 16 metros cúbicos. Con la facturación antigua pagaba 29,1 euros; con la nueva, 40,51. ¿Dónde está la diferencia? Pues que entonces su consumo se quedaba en el segundo bloque (10 a 0,699 euros y los 6 restantes a 1,367) y ahora llega hasta el cuarto, el máximo (los 4 primeros a 0,699; los 2 siguientes a 1,367; otros 4 a 1,964 y los 6 restantes a 3,412).
Una vez comprendido esta distribución por bloques progresivos, todo empieza a resultar más sencillo, ya que para conocer los tramos que le corresponden a cada vivienda basta con multiplicar los valores iniciales por el número de residentes, de ahí la importancia de que todos estén empadronados para que a igual consumo por habitante, igual precio.
Pero no quedan ahí los conceptos básicos para entender la factura. A estos hay que unirles las cuotas fijas por abastecimiento (5,09 euros) y depuración (1,11) que cada cliente debe abonar independientemente de la frecuencia con la que abra el grifo o ponga la lavadora; además de varios recargos que aplica Emasa por cuestiones como tener el contador en el interior del domicilio o por bombear el agua a las zonas más altas de la ciudad. El desglose se completa con el canon que cobra la Junta para financiar la construcción de depuradoras y el IVA (10%).
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