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AMANDA SALAZAR
Miércoles, 5 de junio 2013, 09:26
Málaga. La historia de Toñi es la de una luchadora que ha plantado cara al cáncer. A sus 53 años, ha superado ya tres operaciones: Le han extirpado ambos pechos y superó una intervención por un tumor maligno en los ovarios de ocho kilos de peso. Toda esta odisea de médicos y quimioterapia comenzó hace apenas dos años, pero la gravedad de las situaciones a las que se ha enfrentado la han convertido en toda una experta en la enfermedad.
Y también en sus consecuencias, porque, cuando termina el tratamiento oncológico quedan las secuelas, que no todo el mundo conoce. Por ejemplo, que cuando se extirpan los ganglios linfáticos al practicar una mastectomía, la movilidad del brazo queda reducida y aparece el riesgo de linfedema o acumulación de líquidos en el mismo. O que la quimioterapia afecta a la masa muscular de los afectados, que quedan muy debilitados tras los tratamientos y se pierde fuerza y resistencia.
Por eso, el ejercicio físico se convierte en una parte muy importante de la recuperación para los pacientes. La Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) ofrece a los afectados clases de gimnasia supervisadas por una fisioterapeuta para ayudar a la recuperación y prevenir el linfedema. Cada miércoles y jueves, una treintena de usuarios divididos en dos grupos de quince personas la mayoría mujeres operadas de cáncer de mama, colon, útero y ovarios acude a esta cita que, según comentan, ofrece múltiples beneficios. «Poco a poco vas recuperando movilidad en los brazos y tono muscular; pero también es una forma de conectar con otras personas que han pasado por lo mismo, y podemos compartir dudas o contarnos cómo nos sentimos», señala Toñi. «Esto es estupendo para eliminar toxinas, sobre todo cuando terminas con la quimioterapia, que te deja física y mentalmente muy afectada», señala Belén (37 años), operada de un cáncer de ovarios.
Terapia adaptada
El taichi, el yoga o el chi-kung son las claves para mejorar el la capacidad física de estas personas porque aúna el ejercicio moderado con la relajación. Para María Narváez, fisioterapeuta de la asociación experta en drenaje linfático y profesora de las clases, este ejercicio mejora la elasticidad, el tono muscular y la amplitud articular.
«Se trabaja suavemente, sin impactos ni movimientos bruscos, por lo que se minimiza el riesgo de lesiones», indica Narváez, quien también señala la importancia de los ejercicios de respiración para un buen flujo linfático, la tensión arterial y la circulación general. «Pero sobre todo es una gran ayuda para combatir la ansiedad, el estrés y el insomnio que tanto afecta a los pacientes en unos momentos de gran incertidumbre», dice. Las usuarias, por su parte, están encantadas con este taller que les ayuda a sentirse mejor tras una experiencia que muchas veces resulta traumática.
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