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Mueren dos ciclistas en campillos

El precedente de los hermanos Ochoa, casi doce años antes

El 15 de febrero de 2001 S. F. L. atropellaba y acababa con la vida del ciclista Ricardo Ochoa en Carratraca y dejaba a su hermano Javier con graves secuelas

I. MÉNDEZ , M. J. CRUZADO

Domingo, 10 de febrero 2013, 23:13

El accidente que ha acabado este domingo con la vida de dos ciclistas en Campillos tiene, desgraciadamente, un precedente en Málaga. Y se produjo hace casi 12 años exactos, el 15 de febrero de 2001. Aquel día Sebastián F. L. atropellaba a los hermanos Ricardo y Javier Ochoa, ambos ciclistas profesionales del Kelme, en el kilómetro 49,7 de la A-357, en el término municipal de Carratraca. Como consecuencia de aquel siniestro, Ricardo falleció y Javier resultó gravemente herido aunque pudo salvar la vida.

No obstante, el joven deportista, que entonces tenía 25 años, estuvo 201 días hospitalizado y tardó 296 en curarse de los más de 800 puntos que tenía por todo el cuerpo. Le quedó una incapacidad permanente absoluta.

El acusado, Sebastián F.L., aseguró durante el juicio que uno de los ciclistas, que «circulaban en paralelo y sin casco», invadió su carril. Afirma que vio el cuerpo sobre el capó, y «sujetándolo con las manos» logró frenar «suavemente» para evitar que saliera despedido. Añadió entonces que creía que sólo impactó con uno de los hermanos, aunque desconoce con cuál, dado el parecido físico entre ambos. «Era una tarde tranquila, sobre las cuatro, sin mucho tráfico, por una carretera que recorría una vez a la semana durante los últimos siete años y a la que iba a 60 kilómetros por hora», apuntó. Venía de trabajar en Cañete la Real y se dirigía a la capital.

El juicio, cinco años después

En marzo de 2006, después de dos suspensiones, comenzó el juicio por el caso. Y en mayo de ese año la titular del Juzgado de lo Penal 8, Isabel María Albaz, condenaba al conductor a una multa de 1.800 euros y a un año de retirada del carné por dos faltas de imprudencia leve. Además, debía indemnizar junto a su compañía aseguradora con casi dos millones de euros -1.943.251,7- a los padres de los jóvenes, y a Javier, y con 6.781,16 euros al equipo Kelme, por las dos bicicletas dañadas.

La sentencia coincidió así con la petición que efectuó durante el juicio el Ministerio Fiscal, pero no con la familia, que solicitó hasta siete años de prisión y nueve de retirada del permiso de conducir al considerar que los hechos eran constitutivos de un delito de homicidio imprudente y otro de lesiones, por los que, además, pedía casi cinco millones de euros en concepto de indemnización.

"Una imprudencia leve fruto de una distracción"

Según el fallo judicial, el acusado cometió una «imprudencia leve» fruto de una «distracción de segundos» por causas que se desconocen. Esto le hizo invadir el arcén y atropellar a los dos jóvenes «que no tuvieron oportunidad de esquivar el golpe». Basándose en los tres informes periciales que se presentaron en el juicio, todos ellos coincidentes, la juez determina que primero choca con Javier Ochoa, cuya rueda delantera se engancha con la Ricardo, que también impacta contra el vehículo. Como consecuencia de la colisión, el cuerpo de Javier es despedido y cae en el arcén, mientras que el de Ricardo da contra la luna delantera del turismo golpeándose fuertemente la cabeza.

El acusado, que pidió disculpas durante el juicio, aseguró que fueron los ciclistas los que se cruzaron y que tan sólo vio cómo atropellaba a uno de ellos. Sin embargo, el fallo judicial es tajante. La versión no es posible porque las huellas de frenada se encuentran en el arcén. Javier, que sobrevivió al accidente, no pudo arrojar luz sobre el siniestro ya que dijo no recordar nada, debido al shock postraumático que sufrió y las numerosas secuelas neurológicas, que aún persisten y por las que requiere de la asistencia de terceras personas para realizar las tareas más cotidianas.

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