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Málaga

Cuando la marihuana está en el aire

Un captador de partículas de aire, utilizado por investigadores de la Universidad de Málaga para prevenir alergias, sirve para detectar plantaciones ilegales de cannabis

SUSANA ZAMORA

Sábado, 26 de enero 2013, 21:09

La idea era elaborar un calendario polínico que ayudase a la población y a los profesionales sanitarios del norte de África a conocer cuáles son los tipos de polen más frecuentes en cada época del año y en qué cantidades se producen para prevenir las alergias. Sin embargo, cuando solo llevaban cinco meses con la investigación, el grupo que coordinaba María del Mar Trigo se percató de que las cantidades de polen de cannabis que estaban apareciendo en las muestras eran extraordinarias y les hizo sospechar de la proximidad de cultivos ilegales en la zona.

Era finales de mayo, principios de junio y la floración de la marihuana estaba en pleno apogeo. Para esta profesora del departamento de Biología Vegetal de la Universidad de Málaga, no había lugar a dudas: «Era imposible que procediesen de cuatro macetas», apunta.

Fue en enero de 2008 cuando el proyecto (financiado por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo) arrancó en la azotea de la Facultad de Ciencias de la Universidad Abdelmalek Essaâdi de Tetuán. Allí, el equipo, formado por otros dos profesores de la UMA (Marta Recio y Baltasar Cabezudo) y cuatro de la marroquí, colocó un captador de partículas de aire, que llevaron desde Málaga, e iniciaron los muestreos de forma ininterrumpida las 24 horas, los 365 días del año. Durante cuatro, Nadia Aboulaich recopiló los datos para su tesis. Hoy es doctora por ambas universidades, algo que llena de satisfacción a la coordinadora del proyecto.

Comprobaron que el polen de cannabis era el quinto en orden de abundancia en la atmósfera de Tetuán, por detrás del polen de ciprés, de ortigas, de olivo y de gramíneas. Su floración apenas dura un mes y suele detectarse mayormente entre finales de mayo y julio, sin embargo, estos científicos vieron que se prolongaba por más tiempo. Algo no cuadraba. Según explica Trigo, el polen de cannabis se mantenía presente en el aire entre abril y finales de agosto, llegándose a alcanzar concentraciones medias diarias de casi 100 granos de polen por metro cúbico de aire y valores medios semanales de hasta 1.200.

Observaron igualmente que determinadas direcciones del viento favorecían la llegada a la ciudad de polen de cannabis. «Había días que soplaba de la zona del mar y ese día apenas se detectaban, pero si lo hacía del interior contabilizábamos muchas partículas de esta sustancia en la atmósfera y, además, se mantenía en el tiempo». Si la floración dura un mes, ¿por qué se seguían recogiendo grandes muestras de este polen? Según Trigo, porque había cultivos ilegales a distintas alturas: los que estaban a nivel del mar tenían una temperatura más cálida y florecían antes; a medida que la plantación escalaba, lo hacía después, de ahí que se mantuviera la floración y con ella el polen en el aire.

Todos estos resultados llegaron por sorpresa, sin proponérselo, pero han sido tan reveladores que han merecido ser publicados en una de las revistas científicas de referencia mundial, como es la Science of the Total Environment. En ella, exponen que el análisis atmosférico del polen de cannabis puede ser útil, desde un punto de vista criminológico, en la vigilancia del cultivo de esta planta. Pero no solo en el norte de Marruecos, donde se ha llevado a cabo este estudio, sino que es extrapolable a cualquier otra zona del mundo donde se sospeche de estas plantaciones. Según Trigo, las autoridades de Tetuán saben de estas plantaciones ilegales, «por eso, la universidad no quiere evidenciarse denunciando algo que ya se conoce».

Adiós a la financiación

La coordinadora del estudio, María del Mar Trigo, ha lamentado que el Gobierno español dejara de financiar este tipo de proyectos internacionales cuando llegó al poder. «Debido al recorte que ha sufrido nuestro presupuesto se tiene que interrumpir por el momento el Programa de Cooperación Interuniversitaria y Científica (PCI), les comunicó la Aecib. El estudio ha contado con unos 24.000 euros. «Aunque el captador de partículas sigue colocado y recogiendo muestras, no hay nadie que pueda hacer las lecturas; los profesores allí están saturados con las clases», apunta Trigo.

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