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ESTER REQUENA
Viernes, 26 de octubre 2012, 13:52
Este Domingo de Ramos a la baronesa Thyssen el despertador le ha sonado casi al alba. Como cada Domingo de Ramos tiene una cita ineludible en Málaga. Sale su Virgen de Lágrimas y Favores, de la que es camarera de honor, un título del que está «orgullosa», casi tanto como de su colección de arte, y que no duda en proclamar. La culpa de este flechazo la tuvo Antonio Banderas, que hace unos años le presentó a la Niña de San Juan, de la Reales Cofradías Fusionadas. El actor no paraba de hablarle y hablarle, de enseñarle fotos, vídeos y detalles de su ojito derecho desde la infancia y de la que es mayordomo de trono. Y así siguió hasta que la baronesa quedó prendada de su pasión cofrade. Desde entonces, la apretada agenda de Carmen Thyssen siempre tiene estas fechas reservadas. No hay excusa que valga.
«No puedo evitar emocionarme viendo ésta y otras imágenes en la calle. Ya sea desde los balcones o donde me encuentre», admite la baronesa, que anoche tampoco faltó al tradicional encendido de las velas frente a su Virgen ya en su trono. También visitó, momentos antes, la casa hermandad del Cautivo, donde el hermano mayor de la cofradía, Juan Partal, le impuso la medalla de la entidad y firmó en su libro de oro. La acompañaron la presidenta del PP de Cataluña, Alicia Sánchez Camacho, que quedó admirada por las imágenes y el patrimonio de la hermandad trinitaria, y el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre. Delante del Señor de la túnica blanca, la baronesa dedicó unos minutos a orar. «Suelo ir a misa y de vez en cuando rezo el rosario. Además, cada día doy gracias y pido por mis hijas y, por supuesto, también rezo por mi hijo mañana y noche».
Supongo que para que la Virgen obre el milagro y su mano pueda volver a estrecharse a la de su hijo Borja...
Yo le digo a la Virgen que ella también es madre (risas). Es muy milagrosa y nos ayuda a todos; no estamos solos. Y nos ayuda a superar los momentos tristes, como cuando no estás con tus seres queridos.
La baronesa lleva en su bolso una auténtica capilla entre medallas y estampas de Vírgenes y santos que siempre viajan con ella. Se ha empapado bien de los milagros de la Virgen de Guadalupe y de la de Fátima. Y no pierde detalle de los mensajes de Benedicto XVI, con el que estuvo en una misa en Torino. «Es un Papa que me emociona; lo veo muy inteligente y muy dulce. He leído cosas que ha escrito y me han encantado».
Quizás sus oraciones sean estos días escuchadas y el próximo año pueda volver a ver a su hijo Borja, con el que lleva dos años sin hablarse, con un trono sobre su hombro por las calles malagueñas. Incluso podrían hacer la procesión en familia: no descarta que las pequeñas Carmen y Sabina salgan pronto de nazareno en las Fusionadas. Una estampa que le recordará al viaje de tres días que hizo con Borja por el Camino de Santiago. «Fue precioso... y no lo hicimos como promesa; más bien como un camino espiritual».
Pasión Vega Artista
«Me piden que cante, pero me cuesta»
«¿Quién no se ha conmovido con una mirada de una Virgen o con el dolor de un Cristo?». Pasión Vega mira cara a cara a la Virgen de la Esperanza y siente una mezcla de «tranquilidad y emoción». El año pasado estuvo más cerca que nunca de esta imagen que le llega directamente al corazón: asistió «atónita» al ritual de vestirla. Esta semana han vuelto a estar bien juntitas en el trono en el que sale cada Jueves Santo. La mira embelesada, pero no es capaz de cantarle una saeta.
¿Nunca se ha arrancado?
Siempre digo que todas las saeteras podrían ser cantantes, pero no todas las cantantes pueden ser grandes saeteras. Eso se lleva dentro, es una forma de hacer oración y de sentir muy particular. Me piden que cante, pero me cuesta. El de arriba me tiene que dar mucha fuerza para hacerlo. Algún día lo intentaré.
Y eso que ella es una privilegiada, está más cerca del Altísimo que nadie. El imaginero José Carlos García calcó su rostro para la plañidera que va junto al Cristo de la Hermandad de la Candelaria de Jerez de la Frontera. «El primer año que fui a verlo me impactó mucho. ¡Imagínate ver tu cara en un paso!», explica emocionada Pasión Vega, que de joven hacía sus pinitos como cantante en el coro de la parroquia de Santa Ana y San Joaquín donde era catequista. Precisamente, por su barrio de toda la vida también se encuentra vinculada emocionalmente a la Hermandad de Nueva Esperanza.
El Martes Santo toda la familia de Ana, como todos la conocen en estas calles, baja al «escaloncito» de enfrente a ver salir la procesión. Un ritual que comienza bien temprano en la casa de los Alias Vega. «Comíamos torrijas y arroz con leche que hacía mi madre, pero ahora tendré que aprender a hacerlas yo para mantener la tradición (su madre murió el año pasado)», recuerda con la voz quebrada.
Por eso cuando mira tan de cerca a la Virgen de la Esperanza ve en sus ojos la imagen de su madre y otros muchos que ya no están. Con esta talla salió la única vez que participó en una procesión. Con solo 14 años acompañó a su hermana mayor como promesa todo el recorrido... pero después nunca ha sentido la llamada de salir de nazareno o incluso de mantilla. «Me gusta vivirlo más a mi aire, de una forma más independiente; sentirlo a mi manera desde mis rinconcitos. Soy una cantante coplera un poco en desuso».
María Teresa Campos Presentadora
«Este año no he hecho ninguna promesa»
María Teresa Campos realiza el mismo ritual todas las noches. Su mano acaricia con mimo una agenda de plata en la que aparece la imagen del Cautivo. A él le pide cada noche por su hija Terelu... «y por todo lo que haga falta». Por eso mañana será fiel a su cita con el Señor de la Trinidad si el tiempo lo permite.
¿Han hecho alguna promesa este año tan duro?
No hace falta, porque siempre pasamos Semana Santa en mi ciudad. Solo no he pisado Málaga en estos días en dos o tres ocasiones como mucho. Y si me voy por algún motivo a mitad de semana, mis hijas me llaman por teléfono para ponerme momentos con los que me emociono, como, por ejemplo, cuando está en la calle el Cristo de Mena sonando detrás el Novio de la Muerte de la Legión.
Terelu, a pesar del mal trago por el que está pasando por el cáncer de mama, fue la que recordó a su madre que había que reservar el hotel. María Teresa siente claustrofobia entre las multitudes, así que reserva una atalaya privilegiada en la primera planta del céntrico hotel Larios. Allí reúne a toda su familia, y nunca faltan las torrijas que lleva una prima. Y así no se pierde los detalles que durante dos décadas retransmitió para la radio desde la Tribuna.
Sus amores cofrades van más allá que su memoria. En el balcón de sus abuelos en la calle Cisneros siempre había una sillita para la pequeña María Teresa, a la que solo conseguían acostar si su tía Lola le prometía despertarla para ver a la Virgen de la Estrella de madrugada. «Allí se me quedó clavada la imagen de mi abuelo con las lágrimas saltadas, viendo a la Soledad del Sepulcro en unas andas porque le habían robado el trono. A él le dolió muchísimo porque había sido de la junta de gobierno de la cofradía». Ese momento tan emotivo lo revive todos los años. Y un nudo se le pone en el estómago al divisar a la Virgen de la Paloma, de la que su hermano era mayordomo. Su relevo, precisamente, lo ha cogido su nieta pequeña, Alejandra, de 11 años, que el año pasado se quedó sin estrenar el capirote a causa de la lluvia.
María Teresa Campos nunca ha salido en una procesión, ya que en su época las mujeres no tenían hueco en el cortejo. Pero lo vivió en primera persona para la radio y a través de su marido, cuya medalla de la cofradía de El Rico cuelga de las paredes de la casa de Terelu. Con ella y su hija Carmen, se acercará un año más, aunque en la intimidad, a rezarle al Cautivo. «Todos los años vamos, pero este año con más motivo».
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