Una inyección de salud a caballo
Pacientes con dolencias físicas o psíquicas hallan una mejoría global con la hipoterapia, una alternativa terapéutica que se ofrece en Mollina
CARMEN MARTÍN
Domingo, 4 de octubre 2009, 13:18
Diego llega corriendo al Centro de Terapias Ecuestres 'A Caballo', de Mollina. Tiene ocho años y una encefalopatía prenatal hereditaria que convierte su caso en único en el país. Sus padres, Loli Gallardo y Antonio Vera, llevan dos años llevándole a hipoterapia, una alternativa terapéutica que trata de forma individualizada al paciente para lograr efectos fisiológicos, psíquicos y físicos que den lugar a una mejoría global de su dolencia. «Las terapias con el caballo le vienen muy bien, cuando sale de aquí, está mucho más tranquilo», asegura su madre.
Como él, hasta 45 niños con diversas patologías y trastornos reciben tratamiento en el Centro de Terapias Ecuestres 'A Caballo'. Su presidente y profesor de equitación, Juan Antonio García, matiza que no sólo se trata de una alternativa terapéutica para menores, sino también para adultos. No en vano, el paciente de más avanzada edad que tratan en el centro tiene ya 70 años.
La hipoterapia aporta beneficios en el ámbito físico, emocional, cognitivo, comunicativo y social y está indicado para un sinfín de dolencias. Personas con esclerosis múltiple, parálisis cerebral, autismo, síndrome de Down, espina bífida, traumas cerebrales, enfermedades neurodegenerativas, anorexia o bulimia, minusvalías o discapacidad física e intelectual, por citar algunos ejemplos, pueden recibir terapias ecuestres siempre y cuando un médico certifique que puede subir en un caballo. «Montar ya es beneficioso de por sí, pero nosotros vamos más allá y utilizamos el caballo como una herramienta de trabajo para conseguir resultados que en un gimnasio no se puede», explica Juan Antonio García.
No en vano, con cada paso que da el caballo se activan 100 músculos a la vez de su jinete. «Con el caballo tenemos movimientos hacia delante, hacia atrás, de rotación y de balanceo», apunta el presidente del centro de terapias.
Múltiples beneficios
Pero el beneficio no es sólo físico, se mejora también el equilibrio, la afectividad, la sociabilidad... y todo ello al aire libre. «Intentamos hacer que para ellos sea como un juego», añade.
A la hija de Rafael Cobacho y Joaquina Ruiz, por ejemplo, la hipoterapia «le estimula un montón porque le gustan mucho los animales». «Notamos que va mejorando y todos nos confirman que va bastante bien, sobre todo si pasan mucho tiempo sin verla porque nosotros al estar todo el día con ella no percibimos tan bien ese progreso», asegura Cobacho. Su pequeña Ana cumple nueve años el próximo mes de diciembre. Padece el síndrome de Rett y, gracias a una asociación que existe en Valencia, sus padres pudieron conocer los beneficios de las terapias ecuestres y las piscinas climatizadas. La fisioterapeuta del centro, Julia Fadlallah, explica que en el caso de Ana trabaja mucho para que la pequeña intente controlar sus movimientos, ya que debido al síndrome que padece no son naturales.
Estudio previo
A cada paciente se le hace un estudio previo y se marcan unos objetivos de trabajo. Cada uno tiene así una terapia individualizada, aunque también se hacen juegos colectivos para fomentar la socialización. En las terapias se emplean bolas de colores, aros, canastas y otros útiles que puedan servir para tratar la dolencia del paciente. La psicóloga del centro, Sandra González, explica que gracias a estos juegos que se realizan a lomos de un caballo se puede mejorar el nivel cognitivo, utilizando, por ejemplo, puzzles de colores. «También se mejora el nivel social, porque se relacionan con otros niños y el afectivo, ya que les hacemos interactuar con el caballo, cepillándolo y tocándolo mucho».
Francisco Jesús, de tan sólo cinco años, cepilló su caballo antes de subir a él. Tiene el síndrome de Prader-Willi y al igual que Diego y Ana lleva dos años asistiendo al Centro de Terapias Ecuestres 'A Caballo', de Mollina. Sus padres, Pedro Valero y Mari Carmen Burgueño, explican que cuando comenzó las clases «apenas andaba ni tenía equilibrio». Ahora ya camina solo.
«Con este síndrome coge muchas rabietas, pero con tocar el caballo y notar el movimiento se relaja», afirma Valero, quien quiso agradecer a la alcaldesa de su pueblo, Villanueva de Tapia, que le haya subvencionado las terapias ecuestres. La hipoterapia, la piscina climatizada, el logopeda o cualquier otra asistencia profesional suponen al final un elevado coste para los padres, que suelen recibir alguna ayuda económica a través de asociaciones como la Coordinadora de Asociaciones para la Integración de Antequera y Comarca (Casiac).
Sin subvención del SAS
Los profesionales también se quejan de que la hipoterapia no esté subvencionada por el Servicio Andaluz de Salud (SAS). Juan Antonio García argumenta que su centro no tiene ánimo de lucro y que con la cuota que se cobra a los padres -de 22 euros, aunque financiada en un 75% aproximadamente por Casiac- se les da de comer a los cinco caballos que poseen y se paga a los profesionales que trabajan en el centro: tres fisioterapeutas, una psicóloga y un profesor de equitación, aunque en su funcionamiento también participan de forma desinteresada doce voluntarios.
Además, en Mollina trabajan con los alumnos de un módulo agropecuario del instituto de Campillos que, mientras aprenden, ayudan al mismo tiempo a los alumnos discapacitados de un colegio de La Roda de Andalucía (Sevilla) que acuden al centro ecuestre a recibir terapias los martes por la mañana.
Además de este grupo, existen otros tres los jueves y viernes por la tarde y los sábados por la mañana, aunque los responsables se están planteando crear otro grupo debido a la alta demanda.
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