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PALOMA S. HERVA
Domingo, 19 de octubre 2008, 03:34
El Ilustre Colegio de Abogados dio por finalizados los actos con motivo de la festividad de su patrona, Santa Teresa de Jesús, con una cena en el hotel Melilla Puerto en la noche del viernes. Horas antes, todas las miradas se dirigían al Salón de Actos de la UNED, lugar donde se desarrollaba un acto solemne que, a partes iguales, incluía bienvenida, reconocimiento y agradecimiento. Cuando se cumplen 76 años de la fundación del Colegio de Abogados de Melilla y de recuerdo de José María Paniagua, su primer decano, se dedicaba el acto a los nueve nuevos letrados «que continuarán el camino de los que, desde principios del siglo XX, iniciaron nuestra andadura con su esfuerzo, dedicación, devoción e ilusión». Asimismo, la Junta de Gobierno tuvo a bien realizar un acto de gratitud a los abogados «que nos precedieron en este servicio» y a ellos -entre los que se encontraba Francisco Javier García Vandewalle, María del Carmen Palacio, Francisco Arias, Lucas Calderón y María Dolores Rueda- se les entregó la insignia de oro. Hermanamiento sincero Al igual que sucedió en 2007 con el Ilustre Colegio de Abogados de Santiago de Compostela, este año se rubricaba el acuerdo de hermanamiento con el Ilustre Colegio de Abogados de Sabadell por la permamente y estrecha colaboración mantenida, así como por una fortísima unión «en beneficio de ambas abogacías». Su decano, Manuel Hernández, reconocía públicamente la amistad «verdadera y más que sincera» que le une a su homólogo en Melilla, Blas Jesús Imbroda, «con quien llevamos años trabajando para mejorar las condiciones de la defensa de los derechos de los ciudadanos». Un sentimiento que también expresó el propio Imbroda, quien mostró su confianza en que el hermanamiento suscrito «redunde en beneficio de ambos colegios». No obstante, uno de los protagonistas de la jornada fue Juan Carlos Campo, ex vocal del Consejo General del Poder Judicial al que se le impuso la Medalla de Oro del Ilustre Colegio de Abogados de Melilla «por su firme y decidido compromiso por el desarrollo y progreso de la abogacía melillense». Defendiendo los principios de libertad, independencia y servicio público que debe guiar el ejercicio de los abogados, Campo remarcó su «especial vinculación» con la ciudad tras su paso por el Consejo General del Poder Judicial. Convencido de que, en Melilla, la justicia «merece mucho la pena», destacó que es esta tierra «un cúmulo de circunstancias y vivencias cuyo relato está cargado de esplendor».
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