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TRASPLANTES. Profesionales y pacientes mantienen una relación muy buena. / SALVADOR SALAS
«Ahora tengo un riñón menos, pero soy más feliz»
MÁLAGA

«Ahora tengo un riñón menos, pero soy más feliz»

María Gallego está muy contenta. Gracias a su donación su hijo Tomás ha podido dejar las sesiones de diálisis y ha recibido el órgano que precisaba

A. ESCALERA

Viernes, 11 de julio 2008, 03:48

Cada caso es un mundo, pero detrás de cada uno hay una historia. La de María Gallego, de 61 años, y Tomás Chincoa, de 38, es la de una madre y un hijo aún más unidos desde que en diciembre del año pasado ella donó un riñón para él. «Ahora tengo un riñón menos, pero soy mucho más feliz, porque he conseguido que mi hijo salga de las sesiones de diálisis», explicó María ayer en Carlos Haya, en un acto en el que se hizo un balance de la actividad trasplantadora del hospital.

«Desde el primer momento tuve claro que le iba a dar un riñón a mi hijo. Él no quería, porque temía que me pasase algo; insistí hasta que lo convencí. Mis otros hijos también estaban dispuestos a la donación, pero era algo que debía hacer yo», indica María. Tomás asiente mientras escucha a su madre y afirma: «Cualquiera le decía que no a mi madre. Yo, al principio, no quería que me donase un riñón. Pensaba que ella podía sufrir algún problema. Al final acepté, claro. Sabía que eso era lo que mi madre deseaba más. Después del trasplante, me he dado cuenta de lo mal que ella lo estaba pasando viéndome en la diálisis».

Infección

Tomás, que es policía local de profesión en el Ayuntamiento de Málaga, sufrió una infección que le afectó a sus riñones. La causa de ese proceso infeccioso fue una dolencia cardiaca que padece. Durante dos años este enfermo estuvo acudiendo al centro de diálisis de El Atabal. «Yo allí estaba bien, pero no es lo mismo que ahora, por supuesto. No sólo me alegro por mí, sino porque veo a mi familia muy contenta. Mi madre está feliz y mi mujer, así como mis cuatro hermanos -todos querían ser también mis donantes- y mis dos hijos, que tienen 10 y 5 años», cuenta Tomás.

Para él, el 11 de diciembre es la fecha de su segundo cumpleaños. Ese día se realizó en Carlos Haya el trasplante renal que precisaba para superar la insuficiencia renal que padecía. Tomás, que es el mayor de cinco hermanos, ha evolucionado muy bien de la intervención. Aunque aún está de baja, asegura que echará de menos su trabajo de policía local en las calles de Málaga. Y es que lleva 17 años ejerciendo esa profesión. Cuando se incorporé, pasará a segunda actividad y se encargará de tareas administrativas en vez de patrullar.

María Gallego no puede ocultar su alegría. «Cuando vi a mi hijo con mi riñón, me sentí la mar de feliz. Yo lo que más deseaba era que dejase la diálisis. No me importó para nada que me operasen para extraerme el riñón. Además, en tres días ya estaba en mi casa.

Tomás y María están muy agradecidos a Carlos Haya, igual que Ramón López Martínez, un hombre al que hace 25 años le hicieron un trasplante renal en ese hospital. Ayer también acudió al acto organizado para fomentar las donaciones. Ramón, visiblemente emocionado, con voz entrecortada y lágrimas en los ojos, manifestó: «Estoy abrumado y no sé bien qué decir. Me siento muy contento, sobre todo por don Miguel (en referencia el nefrólogo Miguel González Molina), que es como un padre para mí».

Llamamiento solidario

Ramón López, que lleva más de 25 años acudiendo periódicamente a Carlos Haya para someterse a revisiones, hizo un llamamiento a la solidaridad de la población. «Animo a la gente a que se haga donante de órganos, porque es una forma de salvar vidas. Yo soy un reflejo de que gracias a ese comportamiento altruista he podido salir adelante y superar mi problema».

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