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EN SEGUNDA A. Raúl Procopio, en una imagen de archivo con la Balompédica. / SUR
Una huella indeleble
FÚTBOL. SEGUNDA DIVISIÓN A

Una huella indeleble

Raúl Procopio, actual entrenador del Cádiz, hace un recorrido por su etapa como técnico con especial cariño hacia la Balompédica. Dirigentes y jugadores de los equipos en los que militó valoran su profesionalidad

TEXTO: J. M. A.

Miércoles, 16 de abril 2008, 03:35

El currículum de Raúl Procopio no cuenta con excesivas páginas. Su corta edad (39 años) le impide aglutinar años y años de experiencia. Pero eso sí, puede presumir de dos cosas: nunca ha dejado de entrenar y su trayectoria es inmaculada, sin mancha alguna en su expediente. Su único fracaso (por la destitución) se produjo en La Línea, donde le guardan un especial cariño. Todos los demás años han estado plagados de triunfos.

TEMPORADA 2003-04

Chiclana

Jugador del primer equipo, técnico del filial

Su carrera comenzó en el Chiclana de la mano de Pepe Mejías. Aceptó jugar en el primer equipo a cambio de realizar las prácticas de entrenador en algún conjunto filial. «¿Pues créalo!», y entre los dos sacaron una plantilla de la nada, compuesta por juveniles y futbolistas retirados. «Fue una creación mía y por eso le tengo tanto cariño», reconoce el técnico. Allí coincidió con ex del Cádiz b como Nico y Javi Panés, y dejó a este Chiclana B tercero en Segunda regional.

Mejías destaca los comienzos del actual preparador amarillo. «Me pareció interesante y en Chiclana demostró su carácter. Tiene psicología, es impetuoso porque le gusta corregir, habla mucho e intenta convencer al futbolista. Cuenta con muchas ganas y está muy ilusionado. Aquel año tuvimos un comienzo complicado porque sacamos un equipo de la nada y él tuvo que ilusionar a mucha gente. Le irá bien porque es ambicioso, pero no a costa de cualquier cosa».

TEMPORADA 2004-05

Chiclana Industrial / Balompédica

Tres equipos y tres buenos recuerdos

La temporada siguiente, ya con las prácticas terminadas, cambió de acera para convertirse en el coordinador de las categorías inferiores y entrenador del conjunto juvenil del Chiclana Industrial. También lo catapultó a los puestos altos de la tabla, y quedando dieciséis partidos subió al primer equipo ante la crisis de resultados. Otro triunfo, porque lo salvó del descenso. «Fue una etapa diferente, porque ya era entrenador nacional. Colgué las botas para dedicarme en exclusiva a ser técnico», recuerda Procopio.

«Es una persona muy metida en el fútbol. Un gran entrenador que se merece triunfar por todo lo que trabaja. El equipo cogió carrerilla con él», apunta Juan Zuato, presidente del Chiclana Industrial. «Como jugador tenía dotes de mando y las mantiene como entrenador», finaliza.

TEMPORADAS 2005-06; 06-07

Balompédica Linense

El sitio ideal para aprender a aguantar la presión

En esta misma temporada tan movida, la Balompédica Linense le reclamó a tres jornadas del final para dar el salto a los puestos de liguilla de Tercera División. «Allí fui recibido fenomenal porque ya jugué en La Línea y la gente me dio su cariño», comenta. Le dio el empujón definitivo y se colocó entre los cuatro primeros, pero no logró el ansiado ascenso.

Continuó la campaña siguiente y de nuevo tocó el cielo con la palma de la mano, pero la maldita fase de ascenso le birló la guinda al pastel. Dos años con decepción final pusieron a parte de la afición contra el presidente y Procopio, su hombre de confianza, que decidió terminar un ciclo a principios de la temporada.

Esta etapa ha sido la más importante y duradera de su carrera. En La Línea se enfrentó a la presión «de más de 5.000 aficionados y una prensa muy fuerte», y las exigencias eran máximas pese a estar en Tercera.

El máximo dirigente del club blanquinegro, Alfredo Gallardo, señala que «aquí guardamos un recuerdo inmejorable, porque hizo un trabajo extraordinario. Mira mucho por la cantera, y va a triunfar en el fútbol». Conocía «sus inquietudes, la manera de hablar y de sentir el fútbol. Es justo en el vestuario, que pronto detecta que es honrado. Además, es exigente, y el que no trabaje las lleva claras. Y acertamos de lleno». Apunta que «La Línea es una plaza demasiado complicada, pero él triunfo. Sólo le faltó poner la guinda con el ascenso».

Miguel Ángel Espínola, actual capitan de la Balona, lo tuvo «como compañero y como jefe. Es muy competitivo y un ganador nato. Tiene la psicología moderna del fútbol porque hace poco que colgó las botas. En el cara a cara es muy bueno y sincero, no te vende la moto. Le gusta trabajar la estrategia, y los entrenamientos tienen casi siempre al balón como protagonista».

TEMPORADA 2007 (UN MES)

Estepona

Un mes donde sólo conoció la victoria

Tras un ligero parón, el presidente del Estepona, Eugenio Muñoz, le cedió las riendas del equipo malacitano con el objetivo ineludible del ascenso a Tercera. Su periplo sería corto pero inmejorable. Estuvo un mes y ganó los cuatro partidos que dirigió, uno con goleada por 7 a 0. Pronto llegaría la oferta del Cádiz B, y le abrieron las puertas. «Allí se volcaron conmigo y estaré eternamente agradecido al presidente», declara el técnico.

Eugenio Muñoz tiene «muy buen recuerdo, tanto personal como profesional. Nunca habíamos tenido un entrenador de ese nivel. Es un trabajador nato y se vuelca 24 horas en el fútbol. Va a por los partidos, lee muy bien el fútbol y hace los cambios en el momento oportuno. Sabe lo que tiene entre manos».

Por su parte, su ex pupilo Jesús Carvajal recuerda que «se le notaba ilusionado. Tiene las ideas claras, sabe lo que quiere, y es muy cercano. Yo estaba lesionado y todos los días me preguntaba por mi estad. Nos pedía que nos divirtiéramos». Cambió el esquema anterior «y apostó por el 4-4-2. Hacía mucho hincapie en la estrategia».

TEMPORADA 2007-2008

Cádiz B

Un comienzo difícil, un final feliz

La última es la más conocida entre los cadistas. Siguiendo el consejo de Luis Escarti, el Cádiz ficha a Procopio para que sustituya a Antonio Calderón en el filial (cuatro meses después ocurrirá lo mismo en el primer equipo). Tuvo un comienzo difícil, pues su mentalidad ganadora chocaba con la actitud de algunos canteranos. Pero al final, los jóvenes cadistas captaron el mensaje y el Cádiz B dejó los agobios muy pronto. «He conocido a jugadores con una proyección tremenda que si siguen con la misma predisposición para el trabajo, llegarán lejos».

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