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TEXTO: NURIA RAMÍREZ DE CASTRO
Jueves, 4 de octubre 2007, 03:50
ESTAR sobre la mesa de operaciones y notar el frío de un bisturí hundiéndose bajo la piel no debe ser un momento agradable de recordar, aunque no duela. Pero mantener intactas todas las sensaciones, salvo el dolor, es uno de los 'santos griales' de la Medicina. Un anestésico local con esas características no sólo proporcionaría una nueva arma para luchar contra el dolor crónico sino que facilitaría numerosas intervenciones quirúrgicas.
Científicos del Hospital General de Massachusetts (EE. UU.) han encontrado ese anestésico tan buscado. En la revista 'Nature' cuentan cómo gracias a una combinación de fármacos conocidos -la lidocaína y la capsaicina- se consigue una anestesia local que bloquea la sensación de dolor mientras conserva la consciencia, la capacidad para caminar o el tacto. Con esas propiedades se podría abordar desde complejas cirugías cerebrales en las que el enfermo debe permanecer alerta hasta tratamientos odontológicos. Imagine que podría hacerse un empaste y salir de la consulta sin la boca dormida o superar un parto sin perder la capacidad de empujar para facilitar la salida del bebé. Y todo sin sufrir.
El «efecto picante»
En experimentos con roedores, los investigadores estadounidenses han comprobado que un derivado de la lidocaína -uno de los anestésicos más comunes- y la capsaicina -un ingrediente activo de la guindilla- bloquean en exclusiva las neuronas responsables del dolor y evitan que la información llegue al cerebro. Esta combinación se inyectó en una zona próxima a los nervios ciáticos. Ante estímulos de dolor como los pinchazos o quemaduras, las ratas no se inmutaron. Pero continuaron moviéndose con normalidad y reaccionando cuando se las tocaba. Este efecto se mantuvo durante dos horas.
De momento, solo se ha probado su eficacia en roedores y aún es pronto para saber si funcionará en humanos. Si se probara su eficacia se contaría con una nueva anestesia o tratamiento contra el dolor para personas con problemas crónicos resistentes a los calmantes actuales.
Parte del éxito de está nueva anestesia radica en el 'efecto picante' de la capsaicina. El calor de este ingrediente activo de la guindilla facilita la entrada del anestésico a las neuronas específicas encargadas de la sensación del dolor y discrimina a neuronas que controlan otras sensaciones.
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