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LUGAR. Dos jóvenes señalan los restos de sangre de la refriega.
MÁLAGA

Unos vecinos desconocidos

Sorprendidos. Los residentes de la urbanización Monte Cañada, en Fuengirola, aseguran que no habían visto nunca a las dos personas asesinadas el martes

TEXTO Y FOTO: EUGENIO CABEZAS

Jueves, 13 de septiembre 2007, 05:09

«SONARON seis o siete explosiones seguidas. Pensamos que eran unos petardos o cohetes por una boda o algo así». De este modo describió ayer una de las vecinas de la urbanización Monte Cañada, en Fuengirola, lo ocurrido al filo de las 22.00 horas del pasado martes, cuando dos personas la emprendieron a tiros con un Seat Ibiza que se disponía a acceder al garage de uno de los bloques. El resultado fue dantesco: dos personas fallecidas y una tercera que permanece ingresada en el hospital Carlos Haya en estado muy grave.

«Salí al balcón y ví cómo dos personas huían en una motocicleta», recordó un vecino de nacionalidad argentina, que prefiere guardar su identidad. Y es que ayer, pocos eran los que querían hablar de lo ocurrido en la noche del pasado martes. Al parecer, las investigaciones policiales apuntan a que el tiroteo se produjo como consecuencia de un ajuste de cuentas por narcotráfico o por la rivalidad entre bandas.

«Zona tranquila»

Lo cierto es que para llegar hasta la urbanización Monte Cañada, los presuntos autores del tiroteo tenían que conocer bien la zona, ya que está apartada del núcleo urbano de Los Boliches. Según explicó a SUR una de las vecinas, la policía le dijo que los fallecidos no eran de esa zona, aunque ella cree que debían residir allí, puesto que cuando se produjo el suceso se disponían a entrar a un garaje.

En efecto, el primero de los fallecidos, un colombiano de 40 años, había alquilado una vivienda hace dos meses en la urbanización. En este tiempo, ninguno de los vecinos que ayer hablaron había coincidido con él. «Esta es una urbanización muy grande y tranquila, apartada del centro», valoró una de las residentes, de nacionalidad británica. Junto a ella, su marido destacó que en la zona viven personas de diversas nacionalidades «que apenas se relacionan entre sí, aunque prodominan los británicos, tanto los que vienen de vacaciones como los que pasan aquí largas temporadas», matizó.

Este es el caso de la pareja que vive justo encima de la puerta de la cochera donde ocurrieron los hechos. Ayer, visiblemente molestos por la gran repercusión que está teniendo el suceso, se negaron a entrar en detalles. No obstante, apesadumbrados, señalaban un cartel de 'se vende' junto a la fachada de la terraza. «Nos están haciendo mucho daño», gritaron. Entre tanto, un grupo de jóvenes se aproximó a la zona de la calzada, donde, a mediodía, todavía eran visibles los restos de sangre tras el tiroteo.

«Llegaron varias ambulancias y la policía lo acordonó todo», recordó otro vecino. «Se formó un gran revuelo. Toda la gente salió a sus balcones», añadió. Este residente apuntó que nunca había coincidido con ningún vecino de nacionalidad colombiana, aunque destacó que en la urbanización viven personas de diversas nacionalidades.

«Esto se está poniendo cada vez peor. Viene gente muy rara, que no trabaja. Se está pareciendo cada vez a Miami», espetó una de las vecinas, que también prefirió guardar su identidad.

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