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Rodríguez Navarro, en su consulta.:: SUR
MÁLAGA

«Mi madre no se lo podía creer, ese hombre ha tratado a toda mi familia»

Clientes y vecinos del falso médico detenido se dividen entre la decepción por el engaño y la satisfacción por el tratamiento recibido

J. CANO

Jueves, 28 de noviembre 2013, 10:43

Es difícil encontrar en el barrio a alguien que hable mal del «doctor» Manuel Rodríguez Navarro. La mayoría lo define como ese hombre cordial, amable en el trato, al que veían pasar con su bata verde de quirófano bajo la cazadora y los zuecos a juego, camino a casa. Nadie se podía creer ayer, cuando saltó la noticia, que Manolo, como lo conocen sus vecinos, no era médico.

Quien más, quien menos ha pasado alguna vez en estos 15 años por su consulta, en el 1ºB del número 1 de la calle Frigiliana, para darse «algún masaje». En la frutería aledaña al bloque, del mismo nombre que la calle, no hay debate. «A mí me atendió por un esguince en el tobillo, y noté la mejoría. Me siento un poco engañado», dice el dueño, Francisco Gómez. Una clienta se molesta por las preguntas: «¡Algo de medicina tendría que saber! Hay vecinos que llevan años tratándose con él todas las semanas, y les ha ido bien».

El dueño de la joyería Los Gaspares, contigua a la frutería, figura entre esa nómina de clientes del falso galeno, que ejercía sobre todo como fisioterapeuta. «Decía que había trabajado con el Osasuna», recuerda Antonio Gaspar. «Hace dos o tres años -continúa- me quedé pillado de la espalda. Me dio un masaje y me puso una crema, creo que Voltarén. A mí me dejó estupendo. Desde entonces no he vuelto a sufrir una lumbalgia».

Trató incluso a familias enteras. Una joven del barrio que prefiere no identificarse asegura que los cinco miembros de su casa han pasado por la manos de Manuel Rodríguez durante muchos años. «Llegamos hasta él por el boca a boca. Tenía buena fama. Nos lo recomendó un amigo y desde entonces hemos acudido todos a su consulta», relata.

Aunque ella solo fue una vez por una contractura -«y me la quitó», precisa-, su padre era asiduo del falso doctor. «Se había roto el talón de Aquiles, y él lo curó. Lo libró de la cojera», afirma la joven, que apostilla: «No tendría el título, pero sabía». Su padre, que tenía cita para estos días, se encontró con que su «médico rehabilitador» había ingresado en prisión. «Nos hemos quedado petrificados. Mi madre -añade la chica- no se lo podía creer cuando se enteró. Decía que tenían que demostrárselo. ¡Ha tratado a toda mi familia!».

A algunos, los menos, no les convenció. José Carlos Martín, propietario del gimnasio Aquiles, situado en la misma acera que la consulta, lo visitó por unas molestias en las espalda. «Me estuvo manipulando y me dijo que tenía un pinzamiento en la columna». Pese a que eran vecinos de negocio, no fue más. «No sé decirte por qué, pero no me convenció. Creo que no me transmitió confianza», sentencia.

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