Simulacro de partido en Antequera por la huelga del primer equipo
El club alinea a seis jugadores y dos entrenadores de la cantera para poder disputar el encuentro y evitar así una sanción
ANTONIO FUENTES
Domingo, 17 de abril 2011, 03:34
La historia de lo que ocurrió ayer en Antequera es el resumen de una mala tarde. Quizás la peor desde que existe el balonmano de élite en la ciudad. Todo lo que se vivió no fue más que la consecuencia de una semana caliente en la que dos partes que nunca debían haber sido rivales cogieron caminos diferentes y se enfrentaron sin sentido alguno.
Finalmente, los jugadores del primer equipo fueron a la huelga y no se presentaron para jugar el partido ante el Amaya Sport San Antonio. Cabía la duda de saber qué pasaría con los cuatro jugadores que no tenían contrato profesional y que fueron citados por el club en la tarde del viernes cara al partido. Pero, como avanzó este periódico ayer, los jugadores ya habían tomado una decisión e iban a mostrarse fieles a sus compañeros y a la convocatoria de huelga que firmaron el pasado lunes.
Por lo tanto, Moya, Campos, Soto y Francis tampoco aparecieron por el pabellón, con lo que el partido, si se disputaba, no iba a contar con ningún jugador de la primera plantilla. De este modo, se hizo realidad la primera huelga de jugadores de balonmano en la historia de la Liga Asobal.
Eso convirtió el ambiente del Argüelles en algo muy diferente a lo que se vive cada sábado. Para empezar, la mitad de los aficionados que acuden habitualmente a los partidos se quedaron en casa. La otra mitad se desplazó hasta el Argüelles sin saber qué iba a ver sobre la pista. Y lo que vio no fue agradable para nadie.
Una vez que conoció que no contaría con ninguno de los jugadores de la primera plantilla, el club movilizó a todos los jugadores que pudo del segundo equipo. Pero las limitaciones de las licencias que se pueden tramitar en la Liga Asobal hicieron imposible que jugaran más de seis jugadores del filial. Por lo tanto, los entrenadores de la cantera Lorenzo Ruiz y Antonio Ortiz, que cubrieron el hueco de Carlos Ortega y Xavi Sabaté, tuvieron que plantear un partido con solo cinco jugadores y el portero; es decir, en inferioridad numérica durante los sesenta minutos, y sin posibilidad de hacer ni un solo cambio.
Ambiente raro
Las gradas del Argüelles evidenciaban que algo raro pasaba allí dentro, con multitud de huecos en los cuatro laterales del pabellón. Las zonas donde se sientan la peña Balonmano Torcal y El Coso sí que presentaban un aspecto más parecido al habitual y no dejaron de animar a los suyos durante todo el encuentro.
En el palco la imagen era curiosa porque allí sí parecía que no pasaba nada. El primer teniente de alcalde, José Luis Ruiz; el concejal de Deportes, Manuel Chicón, y el líder de la oposición, Manuel Barón, se mezclaban entre una decena de directivos del Antequera, entre los que no faltó el presidente, Juan Carlos Jiménez.
El banquillo local también era un poema. En él se veía a los dos entrenadores designados para el encuentro, junto al directivo Javier Galindo; al delegado, Germán Sánchez, y al fisioterapeuta, Enrique Fernández. Nadie más. No había suplentes.
La situación era tan anómala que el acta del partido hubo que hacerlo a mano. Y es que el programa informática que se utiliza para las estadísticas de los encuentros de la Asobal no admitía introducir solo seis jugadores en un equipo.
Y con el pitido inicial, sobre la pista, más sensaciones raras. El Antequera atacaba y defendía con Fran como portero, un habitual en los entrenamientos del primer equipo, y los jóvenes Juan Cano, Mario Ruiz, Rafa Arjona, José Cabrera y el pivote José Antonio Jiménez, que ya había debutado en la categoría.
Ante este panorama, el Amaya Sport trató de hacer el menor daño posible dentro de la profesionalidad y jugó muy por debajo de sus posibilidades. Como se prevía los canteranos, se dejaron el alma en la pista y terminaron absolutamente reventados por el esfuerzo, con el resultado de 16-38.
La afición fue protagonista también durante el partido por el ánimo que dio a los chicos, levantándose al unísono en el minuto 28 de la primera parte y unos segundos después gritando: «¡Que bote el pabellón!» En la segunda parte sí se escucharon algunos cánticos relativos a los miembros del primer equipo, como el «Jugadores, mercenarios» que se entonó en el minuto 56 del encuentro. En la despedida, los aficionados agradecieron el esfuerzo de los chicos con una ovación. De esta forma, el Antequera evita la sanción por incomparecencia.
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