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ÓSCAR L. BELATEGUI o.belategui@diario-elcorreo.com
Lunes, 31 de mayo 2010, 23:39
Era -quién lo diría- el último superviviente de 'Rebelde sin causa'. Tal como profetizó en 'Easy Rider' alrededor de una hoguera, preñado de alcohol y marihuana, el tiempo acabó dándole la razón: son las personas vitales, sin objetivos a medio o largo plazo, quienes permanecen. Aquellos que buscan el placer inmediato antes que la redención de la humanidad. Los epitafios de Dennis Hopper coincidirán en el término 'salvaje', por algo pertenece a una generación que hizo del exceso una forma de vida. Pero además de sembrar el anecdotario canalla con sus adicciones, este actor, director y fotógrafo de talento fue un icono de la América de la contracultura, que una vez tuvo en sus manos cambiar el destino de Hollywood, cuando todavía los ejecutivos no decidían nuestros gustos y la edad media de los espectadores superaba los trece años.
A los 74 años, el cáncer de próstata pudo ayer más que los tres litros de ron y los seis gramos de cocaína que consumía diariamente a principios de los ochenta. El pasado marzo, Jack Nicholson se enfundó una camisa con barras y estrellas para acompañar a su viejo compinche, ya demacrado y consumido, que destapaba su estrella en el Paseo de la Fama. Un guiño a la primera película donde coincidieron, 'Easy Rider'. Corría el largo y caluroso verano de 1969. Hopper tenía 32 años y, junto a otro colgado, el actor Peter Fonda, convenció a la Columbia para que les permitiera dirigir un filme por el que nadie daba un centavo.
Sobre el papel, 'Easy Rider' era una modesta 'road movie' articulada sobre uno de los grandes temas de la mitología americana: el viaje. Hopper mostró las grandes líneas de la contracultura de los 60: la marihuana, el LSD, la música pop, el pacifismo y la crisis del sueño americano. Por primera vez, la América hippy y contestataria se reconocía en una pantalla. El sistema recibía desde dentro una sonora bofetada. 'Easy Rider' -subtitulada en España 'Buscando mi destino'- es un título fundamental por muchos motivos. Demostró la validez del rock en las bandas sonoras y abrió las puertas de la industria a directores como Scorsese, Coppola y Cimino. Costó 500.000 dólares. Recaudó 50 millones.
«'Easy Rider' transformó los Estados Unidos en Estados Alterados», alabó Julian Schnabel al entregarle en 2002 el Premio Donostia. Tras el terremoto, Hopper podía haber llegado a lo más alto. Pero su carácter autodestructivo le llevaba no sólo a pegar a sus esposas -cinco en total-, sino a acudir a las reuniones de Alcóholicos Anónimos con una pistola en el bolsillo. Iba tan ido que a veces se confundía y se sentaba en Narcóticos Anónimos. Una vez retrasó el despegue de un avión comercial porque se puso a caminar sobre sus alas. Michelle Phillips, la cantante de The Mamas & The Papas -con quien estuvo casado ocho días-, le abandonó por Leonard Cohen tras preguntarle por teléfono si había pensado seriamente en la idea de suicidarse.
En el ostracismo
Antes de que el cáncer segara su hedonismo, el Hopper maduro de los años 90 jugaba al golf, se paseaba en su 'chopper' por Beverly Hills y ampliaba su valiosísima colección de arte pop. Llevaba desde los 18 años pisando platós. Nacido en Dodge City, Kansas, en 1936, completó su educación secundaria en California, adonde su familia se trasladó después de la II Guerra Mundial. Pronto se especializó en adolescentes revoltosos y violentos a raíz de su primera aparición en 'Rebelde sin causa'. También se ganó enseguida la fama de problemático. La Warner lo cedió a la Paramount para rodar 'Del infierno a Texas', pero sus excesos con el método Stanislavski colisionaron con la forma de dirigir de Henry Hathaway. Perdió su contrato y Hathaway vaticinó que no volvería a trabajar en la ciudad. Así fue. Ocho años después sería el propio director quien volvería a reclutarle para 'Los cuatro hijos de Katie Elder'.
Hopper siguió estudiando con Lee Strasberg en Nueva York y sobrevivió a base de cientos de teleseries y películas de serie B, en la órbita de Roger Corman. Tras 'Easy Rider', los estudios le dieron carta blanca como director, pero el monumental fracaso de 'The Last Movie' le hundió en el ostracismo. De aquellos escándalos y acusaciones de perversión de menores, tráfico a pequeña escala, escándalo público y agresiones callejeras ha quedado como testimonio el documental que recoge el rodaje de 'Apocalypse Now', donde apenas alcanza a balbucear sus frases.
'Terciopelo azul' y 'Hoosiers: más que ídolos', por la que recibió una nominación al Oscar como actor secundario, certificaron que un limpio y renacido Hopper había regresado. Desde entonces, proliferaron los villanos que bordaba con el piloto automático puesto: 'Speed', 'Waterworld'... Hasta Isabel Coixet se dio el gusto de dirigir a este icono en 'Elegy'. Dennis Hopper, el único mortal que osó mandar «a tomar por culo» al magnate de la Columbia, Harry Cohn, ha muerto en plena batalla legal por su quinto divorcio. Genio y figura.
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