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Al día siguiente de la toma de posesión de sus colaboradores más directos, su 'tripulación' en el Ministerio, hace escala en Málaga para reiterar su compromiso de que España, tras una década de recortes en ciencia, duplique este capítulo. En las próximas semanas, anuncia medidas para aligerar trabas al trabajo de los investigadores.
–En estos primeros contactos con universidades y centros de investigación, ¿cuáles están siendo las quejas más generalizadas?
–Cada uno tiene su punto de vista. En general, lo que más se menciona es la rigidez exagerada de la Administración que hace que hacer ciencia sea una tarea muy difícil, que se utilice una gran parte del horario de trabajo del director de departamento para tareas de administración. Ahí estamos perdiendo mucho. Eso hace que no haya la agilidad necesaria para que el sistema de ciencia no se quede atrás en medio de la competencia tan intensa a la que nos enfrentamos.
–Y también Europa nos pone en alerta para una mayor implicación pública.
–En ese aspecto concreto de la Administración no creo porque quizás no lo sepa. Somos el cuarto país con más retorno de fondos europeos y el tercero en liderar proyectos, y Europa está encantada con España, pero el trabajo en casa de nuestros científicos es bastante heroico y hay que procurar que tenga menos trabas.
–Hereda una situación, unos presupuestos, también un Plan Nacional de I+D 2017-2020... Con esos condicionantes, ¿es posible en dos años una gestión estratosférica como ministro?
–Bueno, voy a intentar que por lo menos sea un lanzamiento y veremos a ver qué pasa. Se trata de rematar una faena que estaba ya bastante preparada en el Parlamento, que sigue siendo el mismo. Cuanto antes será tanto mejor para retomar esa idea de tener un pacto efectivo por la I+D que permita un incremento de recursos al menos al doble. Que haya pactos, documentos... lo que tenga que haber, de manera que estemos seguros de que no retrocederemos. Lo importante es que sea un lanzamiento sin marcha atrás.
–El objetivo de que el gasto total en ciencia pase del actual 1,2 por ciento del PIB al 2 por ciento.
–No son cifras enormes dentro del Presupuesto y el momento en que sube la recaudación fiscal es el momento justo para ese esfuerzo en ciencia y nunca volver para atrás.
–Y evitar que se repita esa escasa ejecución del dinero presupuestado. En 2017 sólo se invirtieron tres de cada diez euros previstos, como se ha denunciado desde foros.
–Con eso hay bastante polémica de números, cosa que los de ciencias pensamos que no se puede hacer, pero parece que sí. Depende de si se habla de ejecución de créditos o de subvenciones. Es cierto que ha habido retrasos en las ejecuciones presupuestarias y es normal también que las empresas tomen menos créditos del Gobierno si los de los bancos son fáciles si demuestras solvencia.
–¿Sigue pensando, como ha dicho recientemente que tampoco son tantas las cosas que arreglar en el sistema de I+D?
–El objetivo número uno es incrementar el presupuesto de I+D, y a eso nos hemos comprometido. Para llegar al 2,5 % en el 2020 no queda nada y habría que haberse puesto ayer. Hay que llegar a un compromiso veraz de que eso va a ocurrir. A muy corto plazo, lo más importante, en las próximas semanas, dos o tres meses, es recuperar la cordura sobre el control financiero sobre los investigadores, un aspecto que no les permite hacer bien su labor.
–¿Qué le plantea a la ministra Montero?
–Lo más importante es que, por favor, mirennos lo del control financiero exhaustivo y asfixiante sobre la investigación, porque no es necesario. Los científicos no son la media de la sociedad. No se les puede poner el control como si fueran un colectivo del cual hay que esperar irregularidades. Es al revés: los hemos puesto donde están precisamente porque confiamos en ellos. Vamos a ser consecuentes con eso. Esta misma semana tenemos alguna reunión con Hacienda.
–Talento joven que se tiene que marchar y plantillas de investigadores que envejecen, una aleación difícil de manejar.
–Sí. La verdad es una preocupación que ya tengo. Los datos dan para pocas alegrías. La media de investigadores en la universidad es mi edad, 55 (busca confirmación del dato en el rector, sentado a su lado, asiente). Eso no puede ser. Al final, habrá que aumentar el sistema al nivel que queremos que esté, y cuando esté ahí, veremos qué medidas tomamos.
–Las grandes empresas innovan incluso sin necesidad de ayudas. ¿Qué piensa plantear para que la innovación esté más presente en las pequeñas y medianas?
–Hay que hacer una pocas cosas que no parecen muy difíciles. Una de ellas es simplificar la manera en que las empresas certifican que en realidad están haciendo I+D. Hay una I+D que no sale en las estadísticas, y eso que hacen hay que contarlo. Facilitar esa regulación primero, y luego ser consecuente con las reglas que existen de tal forma que si certifican ese trabajo habrá más ayudas en forma de desgravaciones.
–Antes de volver a la Agencia Espacial Europea, tuvo experiencia en la empresa privada. ¿Prefiere créditos o subvenciones como formas de apoyo a la I+D?
–Cuando yo estaba en la actividad privada los créditos públicos eran muy útiles porque el nivel de los intereses en el mercado hacía que la financiación fuese difícil. Ahora estamos en un momento en que los créditos no son tan importantes para las empresas. Se requeriría más subvención directa. A mí el modelo desde hace 25 años en la Agencia Europea del Espacio me gusta mucho. El Estado hace una apuesta porque se generen unos resultados: un telescopio de rayos gamma, por ejemplo, y utiliza dinero para que las empresas desarrollen un resultado, un producto. Deberíamos potenciar la compra pública innovadora pero todavía no sé de qué manera. Creo que es la mejor manera de potenciar la innovación. El Estado lanza retos, lo que en Estados Unidos llaman un 'moonshot'. Recordemos la cantidad de dinero, el 5 por ciento del presupuesto, que EE UU invirtió para llegar a la Luna, pero ese gasto produjo una explosión de tecnologías que puso a las empresas de EE UU por delante 30 años. Ahora están pensando en otro 'moonshot' más enfocado a genoma, biomedicina..
–La UMA tiene un perfil técnico y trata transferir su investigación a las empresas. En general las universidades viven muy ajenas a las demandas tecnológicas de las empresas, a sus retos.
–Los números no son muy buenos en ese sentido. No sé cómo podremos solucionarlo. La Universidad tiene un éxito notable en el traspaso incipiente de resultados de investigación, pero luego cuesta mucho que crezcan esas empresas que surgen de las ideas innovadoras. Tiene que ver con alguna regla que no la tenemos bien identificada y que hace que esto no funcione.
–¿Alguien le podrá reprochar que se vuelque más en la industria aeroespacial, tan importante por cierto en Andalucía?
–El núcleo de construcción de aviones militares en Europa está en Cádiz y lo vamos a defender, trabajando para que permanezca y crezca. Por mucho que se intente de alguna manera cambiar de sitio la industria auxiliar nosotros vamos a estar siempre por que crezca. No voy a ser parcial en el apoyo a la industria aeroespacial por mucho que me guste. Ya me lo sé. Estoy estudiando todas las otras líneas de investigación.
–¿Cuál es su mensaje para los jóvenes que miran a la investigación como carrera profesional?
–Los compromisos sobre la mesa para mejorar su situación los vamos a tratar de rematar. Por ejemplo, el Estatuto del personal investigador en formación. Le daremos un último impulso a lo ya acordado. A los jóvenes lo importante es presentarles el horizonte a medio plazo, y que sepan dentro de esos cinco o diez años qué va a pasar con el sistema de innovación y las universidades. Todos vemos la falta de recursos. El sistema, si quitamos algunas incongruencias como las trabas, funciona. Hay futuro para ellos.
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