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EL ALFÉIZAR

Humanidad Superstar

Rafael J. Pérez

Lunes, 1 de mayo 2017, 09:53

Michael Ende afirmaba que «la fantasía no es una forma de evadirse de la realidad, sino un modo más agradable de acercarse a ella». Es lo que han logrado este fin de semana los alumnos de la Escuela Superior de Arte Dramático de Málaga, que han estrenado con la dirección de Leonor Pelayo, Jesucristo Superstar, musical que ha sido capaz de hacerse hueco en el siglo XXI, aunque su estreno fuera en la década de los 70 del siglo pasado. Su plena vigencia por la reflexión que contiene, llegará en unos meses al teatro Cervantes y ha levantado la expectación propia de los proyectos ambiciosos y elaborados con el corazón. De hecho las cosas suceden porque crees en ellas; y creer en las cosas hace que sucedan. Y porque nada se ha hecho en el mundo sin una gran pasión. De hecho, el mundo no morirá nunca por falta de maravillas, sino por falta de asombro.

La puesta en escena, apocalíptica, donde se ven las tripas del musical y la interpretación de las jóvenes promesas de la escena malagueña es aliciente para disfrutar de esta ópera rock. Una versión atrevida y respetuosa. Pelayo, que afirma que somos capaces por miedo de dar la espalda a Jesucristo, ofrece un crucificado completamente desnudo, en alma y cuerpo, abandonado por todos; y propicia con las imágenes que la obertura ofrece que el espectador no se lleve a engaño: la obra se centra en el sufrimiento y el dolor de los más pobres e inocentes. Esta aportación crítica y artística confluye con una dirección de actores donde se desdibuja la bondad y maldad. Nadie es tan malo, ni nadie aparece tan perfecto a ojos del espectador.

Medio centenar de personas, entre músicos y actores, con el asesoramiento de diferentes profesionales, han ofrecido la pasión de Cristo. Una pasión que actualiza la crisis en Venezuela, Corea del Norte, Oriente Medio una pasión que ayuda a reflexionar sobre los populismos, los refugiados, las víctimas de trata una pasión que invita a pensar y hace de la caída un paso de danza. Porque conviene volver nuestra mirada hacia las estrellas, hacia la humanidad superstar; porque como decía Albert Camus puede que lo que hacemos no traiga siempre la felicidad, pero si no hacemos nada, no habrá felicidad. Y porque a veces es necesario pararse para dejar de perder el tiempo, para que todo esté en paz.

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