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MIRANDO AL MAR

ALGO MÁS QUE RECUERDOS

JOSÉ MANUEL BERMIUDO

Jueves, 10 de noviembre 2016, 09:38

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EN el sector de la enseñanza siempre hay asuntos pendientes, como podemos comprobar casi a diario a través de los medios de comunicación. Este año prevalecen la eliminación de las reválidas y las polémicas sobre los deberes, aunque estos asuntos no nos hagan olvidar la permanente reivindicación sobre la construcción de nuevos centros educativos. Naturalmente queremos buenos edificios, con amplias aulas y -muy importante- que estén cerca de casa.

Las reivindicaciones, naturalmente, evolucionan con el tiempo y algunas no se parecen en nada a las que se hacían una década anterior, entre otras cosas porque muchas ya han sido superadas y hay que avanzar en las mejoras, que a los padres siempre nos parecerán pocas.

En cuanto a los planes de estudios, con tantos cambios como se han producido en los últimos años, nunca llegaremos a saber cuáles hubiesen sido los resultados si se hubiera aplicado una política más continuista, con menos vaivenes, lo que quizás no nos mantendría ahora en los últimos puestos europeos en cuanto a resolución de problemas en materias tan importantes como matemáticas, física o lengua.

Tampoco conduce a nada comparar la manera de estudiar de los actuales estudiantes con las de generaciones anteriores, aunque resulta inevitable cuando padres e hijos han ido al colegio de forma tan diferente.

En Marbella hace ahora sesenta años y unas horas que se impartieron las primeras clases de bachillerato, tiempo en el que no se contaba ni con las mínimas instalaciones necesarias, sino más bien las de una economía de guerra, al ser alojados los alumnos en una sala del ayuntamiento durante los primeros meses.

Entonces, cuando por razones obvias no se podía ni levantar un dedo para protestar, había que digerir un extenso plan de estudios que en algún momento llegó a tener hasta doce asignaturas. Para desarrollarlas se daban clases mañana y tarde y durante mediodía de los sábados. Estas tendencias solamente empezaron a cambiar a finales de la década de los setenta del siglo pasado, en el que algunos echamos de menos teorías educativas que defendieran el derecho de los estudiantes al juego y el esparcimiento y a profesionales que apoyaran líneas de actuación que no nos 'traumatizaran' con tanto trabajo. Pero era lo que había sin posibilidad de alternativa.

Cuando se construyó el primer instituto de Marbella, el hoy llamado 'Rio Verde' los pocos estudiantes que procedían de San Pedro Alcántara, Ojén o Istán, utilizaban a primeras horas del día el transporte que podían y se disponían a pasar la jornada en el edificio, incluyendo la comida que ellos mismos llevaban de sus casas. Entre las clases de mañana y tarde el comedor era el patio del centro, que durante un par de horas permanecía cerrado, hasta que llegaban de nuevo los conserjes, aunque ese sistema no siempre estuvo permitido. Los estudiantes de San Pedro, al menos, disponían de un 'Portillo' cada dos horas, pero los de Ojén e Istán lo tenían más difícil para llegar a sus casas a última hora de la tarde y ponerse con los deberes.

Afortunadamente hoy las cosas son de otra forma, pero tuvo que haber una travesía algo más complicada para llegar al momento actual y, además, seguir pidiendo soluciones. Así lo recordaba hace unos días un nutrido grupo de antiguos alumnos, entre ellos varios de los del primer curso que se impartió y algunos de los primeros profesores que iniciaron las clases y que se dieron cita en una reunión anual que en esta ocasión se hizo en San Pedro. Pepe Romero, en su restaurante, hizo olvidar aquellas precarias comidas de estudiantes.

No suele ser normal en este municipio que una semana antes de celebrarse un acto haya que rechazar solicitudes de asistencia por falta de aforo y que 'sólo' los cien primeros pudiesen acudir. Claro que había un nuevo aliciente esta vez, la actuación extraordinaria de unos antiguos alumnos a los que les dio por la música hace cincuenta años y que han vuelto a retomar los instrumentos para demostrar que los viejos rockeros nunca mueren, los componentes de 'Los problemas', que ya avanzados sesentones convirtieron la reunión en un antiguo guateque. La música unió a varias generaciones de alumnos y durante un buen rato estos fueron los únicos problemas.

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