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José Vicente Astorga
Domingo, 26 de marzo 2017, 00:34
Aquien se dedica a ver más allá de lo que no se ve, no le aturde una torre junto a la terminal de cruceros, «incluso más alta si se pudiera». El arquitecto clave en el cambio de calle Larios, ahora ocupado en proyectos relacionados con la actividad turística y en uno para recuperar espacios públicos en Mangas Verdes, ve a Málaga levantada urbanísticamente «a golpetazos, con poco que proteger» pero con mucho empuje turístico que expresar con edificios como el encargado a José Seguí. En su opinión, será un espacio atractivo para el turismo de lujo en una ciudad sin otros enclaves donde cimentar exclusividad y con un Puerto, asegura, apenas desarrollado al 40 por ciento.
Alguien que hizo su tesis sobre la construcción turística de la Costa del Sol, ¿qué lectura hace de la torre del Puerto?
La veo como una de las posibilidades en una época en la que caben muchos enfoques, heterotópica que dirían algunos. Si sucede algo así es porque, como el rugby, por la banda van sucediendo también una serie de acontecimientos. Éste es uno más, significativo de que el capital que antes miraba a la Costa del Sol lo haga ahora hacia Málaga. Ahora vivimos un momento turístico desconocido, pero Málaga estuvo en un abandono total desde finales del XIX hasta los años 60. Sólo hay que ver que no hay continuidad de su centro, feo y duro desde la plaza de la Merced hacia la Victoria. Es la prueba de un desarrollismo a golpetazos. Cuando entra el turismo en los 60 hay una aportación económica y también cultural del turismo, un fenómeno común a todo el mediterráneo.
¿Y Málaga con alguna singularidad?
Tal vez la ubicación del aeropuerto. El profesor Esteve Secall ya estudió que los hoteles que buscaban exclusividad se hacían a 45 minutos de viaje desde el aeropuerto, y los de menos categoría, más cerca de él. El resultado es el Torremolinos masificado. Siempre me pregunté por qué la Costa oriental siguió tan maravillosamente virgen. Y, claro, si vivías en Nerja tenías que atravesar Torre del Mar y Málaga para ir al aeropuerto. Imposible. Con las rondas todo cambió, y luego Málaga incluso ha sabido incorporar el elemento histórico, que monopolizaban en Andalucía Granada, Sevilla y Córdoba. La labor de mejora de los últimos 25 años ha sido por capas. Yo soy un demandante de planes, y me hubieran gustado para el Centro, donde se empezó con calle Larios, y a medida que hubo dinero, se hicieron otras. El planeamiento en Málaga se dilata y se condiciona a la situación económica. ¿Qué ha pasado con las torres de Repsol? No hay quien ponga dinero. Y una torre no se puede fasear en el tiempo. O la haces entera o no se hace.
A muchos ciudadanos les da vértigo la idea de la torre...
Lo puedo entender. Es algo para lo que nosotros estamos entrenados. Los arquitectos tenemos una de la formaciones más exigentes del país, se nos reconoce en el mundo entero, tanto los que acaban de titularse como los grandes estudios. Somos un país creativo, flexible, capaz de adaptarse a los cambios. Yo reivindico nuestra formación. Nos podemos equivocar, somos personas. Pagamos fuertes seguros.
Pero ¿y los riesgos de un mal resultado estético?
La estética es una cuestión de cultura, y la cultura, cuestión de tiempo y lugar. Por eso nos estamos continuamente preguntando cómo es el mundo en que vivimos. El arquitecto tiene que sacar ideas como el mago de la chistera, y su trabajo, hoy, está mal pagado, estamos proletarizados. Mis alumnos son gente formadísima que ve en cada proyecto una oportunidad. Nos gusta lo que hacemos, que es mejorarles la vida a las personas y no fastidiar a nadie, pero también tenemos la mochila de la cultura, y tratamos de hacer algo de nuestro tiempo, reconocer el mundo en el que vivimos para ver qué formas genera. ¿Alguien se pregunta en qué casa vive según el móvil, el coche que usa, o lo que lee? Nosotros, todos los días, a riesgo de equivocarnos. De ahí a torturarnos o martirizarnos...
Toyo Ito, el pritzker japonés, dice que con la construcción en altura damos la espalda a la naturaleza.
Bueno. Él, por cierto, tiene dos torres en Barcelona. O sea, que muy bien. Digo yo que se habrá dado cuenta cuando las hizo. Están en Hospitalet, que no son los Campos Elíseos o Versalles precisamente.
Málaga puede convivir décadas sin inmutarse con mamotretos varios: La Malagueta, Correos, el silo, La Equitativa, Boby Logan... pero muchos ven en la torre en el dique de Levante una agresión.
Siempre hay una mala conciencia sobre las edificaciones del siglo XX, algo que tiene que ver con una forma de hacer no participativa en tiempos del desarrollismo. Ese sustrato está ahí. Se denosta La Malagueta, donde hay edificios estupendos y otros horrorosos, pero yo no he conocido la ciudad sin ella. Es un lugar como otros incluso más feos. Al Muelle 1 le ha venido muy bien. Esas torres le dan un aire cosmopolita. Las construcciones nuevas son normalmente símbolo de progreso y optimismo, y la torre en el dique despierta para mí optimismo pero también en mucha gente desconfianza sobre instituciones, sobre los arquitectos... algo que puedo entender sólo en parte porque hoy los procesos son más garantistas que nunca. Hay que dar pasos hacia adelante aún a riesgo de equivocarse. Málaga no tiene tanto que conservar. Tiene zonas destartaladas ante las que duelen los ojos, pero es algo que pasa en cualquier ciudad del mundo. Hay horror al llegar a Venecia, a París, a Londres, a Sevilla... Una ciudad es una suma de estratos del tiempo en los que se construye aquello que se quiere y se puede. Málaga se ha ido embelleciendo, y poder vivirlo es muy bonito. Como en el mito de Pigmalión era esa chica guapa, pero desgarbada y sucia y en cuanto la aseas, ves lo guapísima que es. Otras ciudades empeoran y otras mejoran. Soy optimista. Hoy nuestra ciudad es más culta, más crítica, y nos admiran desde fuera por este gran cambio.
El resultado final de la torre tendrá que ver sobre todo con cómo se resuelve el compromiso entre la idea de Seguí y el dinero que arriesga el promotor.
Es así, aquí y en Nueva York. Puestos a hacer una torre, yo la hubiera hecho más alta. Lo peor, claro, habría sido una torre chaparra, pero ante el límite de altura en 135 metros hay miles de condicionantes:navegación aérea, Costas... La esbeltez la relación entre base y altura es fundamental, y habla de belleza. Es un desafío brutal, y todos estamos observando a Seguí porque queremos el mejor resultado. Las tipologías en altura, por cierto, no tienen muchas variables. Puedes hacer delirios iconoclastas pero hay que pagarlos. El resultado de Pei en lastorres gemelas dio una esencialidad bella y lo que se ha hecho después, esas torres retorcidas, como un Laocoonte... Fíjese en quién hace los teatros y auditorios y quién las torres, lo público y lo privado. Hay que buscar un término medio. La belleza de la torre es fundamental. Hay valores en la propuesta de Seguí como lo curvilíneo que entiendo, ese no saber cuál es el lado bueno, el grueso, el malo... Es sugerente. Para mí, la torre entronca con la tradición de las viejas chimeneas del XIX, de los faros. Yo no sé si eso lo habrá pensado Seguí, pero también creo que como edificio del XXI debe ser impecable, y debería ser una máquina energética formidable, impecable. Tiene que tener una forma que culturalmente funcione.
¿El posible fracaso de la torre-hotel sería que Málaga no supiera consolidar el turismo de congresos?
Posiblemente. Nadie hace una torre con un único uso. Quieres el máximo uso, y por eso la tendencia es buscar edificios híbridos, que trufan los usos diversos y pueden cambiar en el tiempo. Si te la juegas a un sólo uso... Una torre que funcione, dicen los sociólogos, es aquella en la que no paran de entrar y salir jóvenes o emprendedores, pero también está un hotel que busca exclusividad. En Málaga no hay espacios para hacer algo así. En Marbella, la exclusividad está en vaguadas y urbanizaciones recónditas, y Málaga empieza a interesar a turistas exclusivos, que quieren venir pero que no conducirían de regreso a Marbella y buscarán un hotel de ese nivel. En Málaga, en El Candado, ves La Mosca. No hay zonas exclusivas, siempre entreveradas. Que te vas ¿al Puerto de la Torre, a Almogía, a Cártama...?Es complicado. Hay mucha gente pensando en esto, lo que en parte explica la especulación, pero el Puerto tiene esa exclusividad. Será como estar en el Mulhacén. La vista de la bahía será un éxito desde el hotel, y ese tipo de cliente traerá negocio y relaciones positivas de alto nivel. La torre va a ser el primer espacio de exclusividad para el turismo de lujo.
Muelle Heredia
¿El Puerto es el gran espacio pendiente?
Es una gran oportunidad. Yo diría que está explotado sólo al 40 por ciento, sin hablar de la verja. En Muelle Heredia, con edificios que no permiten ver el mar, es un lugar para una gran dotación de aparcamientos, de oficinas, viviendas, comercio... Casi cabe todo. Tienes espacio y longitud, sin problemas de movilidad, que están en la zona este, que está estrangulada. Echo de menos un buen carril bici hacia el este porque peatones y ciclistas no es de recibo. Los proyectos de carril bici aquí son a trozos. Sevilla es un buen ejemplo de transformación.
¿Hay un riesgo de transformar el Centro en un escenario artificial pensado para quien lo visita más que un espacio para los vecinos?
El Centro está muy vivo. Posiblemente sea difícil para vivir, pero según. Para un chaval de 25 años con trabajo, estará encantado y quizás cuando tenga hijos, no. Cada tramo de ciudad se vive de forma distinta. Yo he estado casi 20 años en el Centro, donde hay gente que alquila como apartamento turístico su casa y paga la hipoteca para vivir lejos. Lo ideal es un poco de todo comercio, turismo, vecinos... en todos los sitios de una ciudad para que una zona estuviera viva todos los días.
¿Imagina un Centro sin vecinos?
Es muy pequeño. Si coges la longitud de calle Larios, 250 metros, y trazas una circunferencia, llegas a Carretería, plaza de la Merced, Alcazabilla, Parque, Plaza de la Marina. Magnificamos el Centro. Nos obsesionamos, y hay vida más allá.
Ante los Baños del Carmen,¿se resigna al encanto de la decadencia o le produce urticaria?
Me produce urticaria. Tiene un punto romántico:tomar pescaíto escuchando las olas o una columnas que sostienen cañas... Es precioso, pero los las administraciones crean fronteras invisibles y eso paraliza. Pasó en Alcazabilla, pasó en el Puerto y pasa ahí, donde se necesita muy poco. Me da miedo lo que se pueda hacer, cuando lo que necesita apenas es una limpieza, conectar los paseos, recuperar los edificios y todo eso lo debe hacer la Administración. Allí hay poco espacio para plusvalías.
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