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Mercedes Siles, en su despacho de la Facultad de Ciencias.
«Ser matemático te hace tener espíritu crítico porque no das nada por hecho»

«Ser matemático te hace tener espíritu crítico porque no das nada por hecho»

Mercedes Siles Molina. Catedrática de Álgebra de la UMA

MARIVÍ MORILLA

Miércoles, 9 de diciembre 2015, 20:17

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Aunque lleva casi toda la vida afincada en Málaga, Mercedes Siles Molina es jienense. Sus padres nacieron en un pueblo de esta provincia, Alcaudete, pero al poco tiempo de llegar ella al mundo la familia se trasladó a Madrid. Siles estuvo allí hasta los 13 años, cuando el trabajo de su padre la trajo a Málaga. Aquí se licenció en Matemáticas, se doctoró y empezó a ejercer de profesora en la Universidad de Málaga hasta convertirse en catedrática de Álgebra.

¿QUIÉN ES?

  • Currículum. Licenciada en Matemáticas por la Universidad de Málaga, doctora en Matemáticas y catedrática de Álgebra.

  • Especialidad. Actualmente imparte clases en el primer curso del Grado en Matemáticas y en el Máster en Matemáticas de la UMA.

  • Otros cargos. Responsable científica del CIMPA (Centro Internacional de Matemáticas Puras y Aplicadas), vicepresidenta de la Real Sociedad Matemática Española y vicepresidenta de la Sociedad Erasmiana de Málaga (SEMA). También ha sido coordinadora del Máster en Matemáticas y del doctorado y fue la primera responsable del área de Matemáticas y Física de la Agencia Andaluza de Evaluación.

Confiesa que siempre fue una niña con muchas inquietudes. Le gustaban la economía y el derecho, e incluso se atrevía a escribir poesía y componer canciones «muy malas». Pero sus verdaderas pasiones acabaron siendo las matemáticas y la cocina, dos mundos que ha sabido combinar en su día a día y que «tienen más cosas en común de las que podemos llegar a imaginar». Hace cuatro años, en una de sus habituales visitas al restaurante de José Carlos García, pensó que resultaría curioso ver cómo quedarían los platos del cocinero malagueño en forma de ecuación algebraica. Dicho y hecho. Se puso manos a la obra y consiguió traducir una docena de creaciones culinarias al lenguaje matemático que dieron como resultado 'El sabor de las matemáticas', una exposición que se pudo ver en el Rectorado hace tres años.

¿Siempre le llamaron la atención las matemáticas?

Sí. En el colegio tenía un libro de problemas, que todavía conservo, por cierto, y recuerdo que me gustaba mucho hacer los ejercicios. Ya en Secundaria tuve unos profesores de matemáticas muy buenos y eso fue lo que me hizo decantarme por este mundo.

¿Las matemáticas se usan en la vida real, diaria?

Aunque no nos demos cuenta, las matemáticas están presentes en todas partes. En un avión, por ejemplo, hay muchos estudios matemáticos. Los cascos de los ciclistas tienen un diseño matemático porque tienen que hacerse de la manera más adecuada para que su superficie produzca el menor rozamiento. En la vida real también usamos las fracciones, los porcentajes, las reglas de tres, etcétera.

Entonces, ¿son fundamentales las matemáticas?

Son básicas para entender la realidad y poder analizarla y también son fundamentales como lenguaje. Además, cuando estudias matemáticas tienes una configuración mental que te permite afrontar otros aspectos de la vida que no tienen por qué ser matemáticos. Te hace tener espíritu crítico porque no das nada por supuesto. Tienes una serie de enunciados y, a partir de estos, extraes una serie de consecuencias pero siempre sin dar nada por hecho.

¿Qué siente un matemático por las matemáticas?

Una gran pasión. En segundo lugar, un gran entusiasmo, porque cuando te planteas problemas para investigar es como todo un mundo por descubrir. Y, por último, también se siente una gran libertad porque puedes pensar y dejar volar tu imaginación.

¿Tiene límites el mundo para un matemático?

Ninguno. La cantidad de cosas que hay por hacer es impresionante.

¿Son la docencia y la investigación las únicas salidas laborales de un matemático?

Para nada, hay muchos profesionales de este ámbito que se dedican a otras cosas. De hecho, la Real Sociedad Matemática Española hizo en 2007 una encuesta a un gran número de estudiantes y egresados en la que se descubrió que a lo que menos se dedican los matemáticos es a la docencia. Sólo un 38,3% de los encuestados eran profesores.

¿En qué otras áreas puede trabajar este profesional?

En bancos, en la administración pública, en consultorías o en el ámbito de la informática y la tecnología.

Cocina

¿De dónde viene su afición por la cocina?

Mi abuela me regaló cuando era pequeña una cocina de juguete pero que se podía enchufar y todo, era muy real. Recuerdo que le quitaba a mi madre ingredientes y empezaba a jugar con ellos. Ya cuando era más mayor mi madre me dejaba cocinar con ella.

¿Cómo surgió la idea de la exposición 'El sabor de las matemáticas'?

En 2011 fue el centenario de la Real Sociedad Matemática Española, a la que yo pertenecía y continúo haciéndolo. Celebraron una serie de actos para conmemorarlo y yo quise hacer algo especial aquí en Málaga, así que pensé que lo mejor era fusionar mis dos grandes pasiones.

¿Cómo llegó a colaborar José Carlos García en la muestra?

Conocía la cocina de José Carlos García de haber ido a su restaurante y me gustaba. Por otro lado, tengo un amigo y compañero de promoción, Pedro Reyes, que es fotógrafo, así que un día me reuní con ellos y les conté la idea de hacer platos con figuras geométricas. Se quedaron alucinando.

Después de estar en Málaga, la exposición llegó a lugares tan dispares como Santiago de Compostela, Panamá y Nueva York.

Sí, impartí dos conferencias sobre el tema en el Momath (Museo Nacional de Matemáticas) de Nueva York y para mí fue un honor porque por allí han pasado profesionales muy reputados.

¿Se utilizan mucho las matemáticas en la cocina?

Imagina que un día vas a hacer una receta y necesitas 100 gramos de un ingrediente y 60 de otro, pero del primero no tienes 100 sino 75. Habrá que hacer una regla de tres para calcular las nuevas cantidades. Y cuando los cocineros hacen el escandallo, que es una tabla en la que van anotando las cantidades de ingredientes, los costes, etcétera. Eso es optimización matemática.

A veces la gente no es consciente de que se pueden usar las matemáticas a menudo.

Precisamente el ejemplo anterior de la receta lo puse en una de las conferencias que impartí en el Momath y me llamó la atención que los asistentes decían que cuando no tenían las cantidades exactas de un ingrediente, directamente no hacían la respuesta.

Por último, ¿a qué saben las matemáticas?

A mí me saben a pasión. Pasión por las matemáticas, por la cocina, por la fotografía y también por descubrir, cuando te das cuenta de que hay otros mundos que tienen una intersección con el tuyo.

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