Decretan prisión para el acusado de golpear con un bate de béisbol a un vigilante de un ‘tinglao’ en Vélez-Málaga

El juzgado de Vélez-Málaga ha decretado este miércoles el ingreso en prisión, comunicada y sin fianza, de un hombre de 33 años, nacido en Torrox, acusado de ser el presunto autor de la brutal agresión con un bate de béisbol a un vigilante de un tinglao de la Semana Santa en la capital de la Axarquía en la madrugada del pasado domingo. La autoridad judicial ha ordenado su traslado a la cárcel de Alhaurín de la Torre, tras valorar la gravedad de las lesiones producidas al joven, de 28 años, que permanece ingresado en el Hospital Regional.

Su progenitor ha explicado a este periódico que hasta el próximo lunes no sabrán si podrá conservar la oreja derecha íntegramente, ya que con uno de los golpes que le propinó se la desgarró casi por completo, dejándole sólo un centímetro de fijación a la cabeza. El supuesto autor le propinó al menos otros dos golpes con el bate de béisbol, uno en la cabeza y otro en los brazos.

El arrestado cuenta con una veintena de detenciones previas por diversos hechos, entre ellos una agresión con arma blanca a un joven al que sorprendió en casa de su expareja el pasado octubre en Torrox-Costa. Al parecer, horas antes de la agresión del pasado domingo se había golpeado accidentalmente con uno de los varales de los tronos de la Cofradía del Huerto y los Desamparados al asomarse a la instalación, en la plaza del Palacio de Beniel.

Según explicó a SUR el padre de la víctima, el supuesto agresor culpó a su hijo de la herida que se había provocado con el varal del trono. Tras acudir al Hospital Comarcal de la Axarquía para que le curaran la brecha que tenía en la cabeza, sobre las 3.30 horas, regresó al lugar con un bate de béisbol y golpeó al vigilante, ocasionándole una herida en la oreja derecha, que se le quedó prácticamente arrancada.

El hermano mayor de la Cofradía del Huerto y Los Desamparados, Francisco Ruiz, tildó el pasado domingo lo ocurrido de barbaridad, y mostró el afecto y la solidaridad de la hermandad con el vigilante, que ha sido víctima de una persona que, haciendo uso de la violencia y la sinrazón, ha actuado de forma premeditada.