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Carta del director

Málaga en Andalucía

Málaga lleva cuatro meses aumentando las afiliaciones a la Seguridad Social, lo que significa que se está generando empleo

MANUEL CASTILLO

Domingo, 9 de marzo 2014, 11:10

Málaga lleva cuatro meses aumentando las afiliaciones a la Seguridad Social, lo que significa que se está generando empleo. Dicen los expertos que el motivo de que esta tendencia no se traduzca en una bajada del número de desempleados es que, al mismo tiempo, se constatan dos circunstancias: el incremento de las personas que se inscriben en el INEM para buscar un trabajo y la subida de la población activa de la provincia por la llegada de trabajadores de otras provincias. Es lo que llaman el efecto ánimo, la sensación de que la situación está mejorando, de que hay alguna posibilidad de salir del paro, de la superación del desánimo, de recoger las toallas que se tiraron por desesperación.

Empieza a percibirse un cambio en el estado de ánimo, a pesar de que aún el drama del paro afecta a más de 200.000 malagueños y más de un millón de andaluces. Al final se reduce a la expectativa de que la cosa va a mejorar, al convencimiento de que no puede empeorar más. Y en este contexto de positivismo cabe preguntarse qué modelo económico ha construido Málaga en estos años críticos y qué futuro le aguarda. Málaga ha construido en estos tiempos difíciles un liderazgo regional sustentado en la tradicional industria turística, en un pujante sector agroalimentario y en la apuesta como entorno tecnológico a pesar de las enormes reticencias y la incredulidad existente durante muchos años. La provincia tiene una dotación en infraestructuras excepcional, por la red de carreteras, el tren de alta velocidad, la ampliación del aeropuerto y la mejora del puerto de Málaga. Ha construido un modelo de ciudad tecnológica capaz de atraer la atención de multinacionales de todo el mundo y de generar un ecosistema emprendedor y creativo sorprendente. El sector agroalimentario se ha revelado como industria de futuro con un nivel de internacionalización e innovación que durante muchos años ha estado solapado por la pujanza turística pero que es hoy una locomotora económica; de hecho, Málaga tiene un tercio de las industrias agroalimentarias de Andalucía. Y en el ámbito turístico ha sabido construir una oferta cultural complementaria al sol y playa a través del eje Picasso-CAC-Thyssen y el futuro proyecto del Pompidou y como centro neurálgico conectado con destinos de tanto atractivo como Granada, con la Alhambra, y Sierra Nevada; Cádiz, con sus privilegiadas playas y su entorno natural, o Sevilla y Córdoba, con su innegable atractivo patrimonial.

Con todo ello, Málaga se ha convertido en la gran puerta de entrada a Andalucía y no sólo debe asumir ese papel de liderazgo, sino que tiene la responsabilidad de ejercer de tractor económico de la región, con exigencia y generosidad. La presencia cada vez mayor de Málaga y de malagueños en centros de poder de Andalucía no debería entenderse como una provinciana pica en Flandes, sino como el resultado lógico del dinamismo y el carácter emprendedor de la provincia desde hace años. Es preciso que desde Málaga y desde los gobiernos de Andalucía y España se asuma la necesidad de mantener y culminar inversiones y proyectos básicos trascendentales para no obstaculizar este desarrollo, aunque tengan que afrontarse a una velocidad acorde con la crisis: la ampliación del tren de cercanías por la Costa del Sol, la mejora del transporte de mercancías con Antequera, la remodelación de la planta hotelera o el respaldo al sector agroalimentario deben ser una prioridad económica y política, una aspiración irrenunciable. Y justa.

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