Borrar
AL AGUA. Mohamed, con sus amigos en la piscina. / SALVADOR SALAS
El último viaje desde el Sahara de Mohamed
MÁLAGA

El último viaje desde el Sahara de Mohamed

Le encanta la playa y la piscina, pero echa de menos a sus padres y la naturaleza del desierto. Este el cuarto verano que pasa en Málaga

M. CARMEN ESPAÑA

Sábado, 19 de julio 2008, 13:37

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

A Mohamed Fadel ha dejado de impresionarle subir en avión. Es más, asegura que nunca le ha dado miedo, sino que le parece una experiencia divertida. Ya son cuatro los veranos en los que este pequeño saharaui se separa de su lugar de origen para pasar los meses de julio y agosto en Málaga. Pero esta vez es diferente. Ya tiene 12 años, el límite de edad permitido por el programa Vacaciones en Paz para vivir esta experiencia una vez más.

Sus ojos ya están acostumbrados a pasar de ver el árido paisaje del desierto, a contemplar el Mediterráneo desde la orilla de las playas de Málaga. También están habituados a su hogar de acogida, tan diferente de su casa en el campamento de refugiados de Tinduf. Agua corriente, electricidad, una mejor higiene y una alimentación más variada son algunos de los recursos que Fadel ha conocido en Málaga. «En el Sahara no hay supermercados, venden frutas, verduras, legumbres y ropa en un mercadillo», comenta, risueño.

Pese a las mejoras que encuentra en su ciudad de acogida, como cualquier niño, echa de menos a sus padres y hermanos. «Hablo con ellos por teléfono, pero a veces hay mucho viento y se corta la comunicación», lamenta Fadel. Tras cuatro veranos en Málaga, se ha creado un vínculo muy especial entre las dos familias de este niño saharaui. «Sus padres nos agradecen mucho todo lo que hacemos por él, nos suelen enviar collares y otros regalos», declara la madre de acogida, Mari Carmen Martín.

Una sonrisa ilumina la cara del niño cuando le preguntan por sus amigos de Málaga. Cristóbal, Carlitos e Isa son algunos de sus compañeros de juegos en la piscina. El más especial de todos es Alfonso, el mayor de sus hermanos de acogida. «Son como almas gemelas», asegura Mari Carmen. Con sus amigos saharauis no puede jugar a la videoconsola o ver la televisión, como hace con Alfonso, pero los añora mucho. «En el Sahara jugamos al fútbol o a ver quién lanza piedras más lejos», relata Fadel.

En Málaga, existen más posibilidades de diversión, como la Feria o el parque acuático. Aún así, echa de menos caminar con tranquilidad por el desierto. «Allí hay cabras, serpientes, erizos y tortugas», describe el niño saharaui. Se siente bien rodeado de naturaleza, por eso no pierde el contacto con ella en su ciudad de acogida. Cada mañana va con Alfonso a pescar a la playa y algunos días pasean por el campo. «Una vez encontramos un chivo pequeñito», recuerda. También juegan en casa con las mascotas de la familia: dos perros, un hámster, varios erizos y tortugas, que traen a Fadel recuerdos de su lugar de origen.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios