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PPLL
Lunes, 26 de agosto 2013, 14:03
Saltó de su trabajo de relaciones públicas en varias salas madrileñas a finales de los 80 a las cabinas de las discotecas fascinado «por los ritmos frenéticos de las sesiones» de los DJ de Nueva York Larry Levan y Francis Grasso. Al DJ Julio Torres (Madrid, 1970) no le falta trabajo desde entonces y ya es un valor fijo de las mejores fiestas privadas nacionales e internacionales: desde una boda real -la de Su Alteza don Nicolás de Grecia y Tatiana Blatnik en la Isla griega de Spetses-, a desfiles de moda de firmas como Chanel o Loewe. Ahora es el DJ invitado de la terraza del 'lounge' de Starlite Festival, en la Cantera de Nagüeles, donde ameniza las noches, aunque se le podría verle pinchar en cualquier club de playa de Marbella, porque se lo rifan.
-¿Está usted de moda?
-Bueno, estoy viviendo el momento. Estar de moda es eso, vivir el momento. La palabra moda, de todos modos, no me gusta.
-¿Qué cree que aporta usted de nuevo a este mundillo?
-Yo he intentado crear siempre un estilo propio y único, al margen de tendencias. Tengo una cultura musical muy variada -jazz, soul-, mezclado con música electrónica. Yo lo llamo música orgánica porque está tocada por el ser humano, más que pasada por estudios electrónicos.
-¿Qué no es verdad de su mundo?
-Hoy en día, gracias a los avances tecnológicos se ha desvirtuado un poco el mundo de los DJ profesionales. Parece que cualquier persona puede pinchar. Lo que no es verdad es la parafernalia que hay alrededor del disc-jockey; más allá del DJ 'fashion' está el 'pinchadiscos' real. El de carne y hueso. No el que hace este trabajo para alimentar su ego. Sino aquellos que trabajan en esto y viven de esto, como yo, que llevo 27 años pinchando.
-¿Y qué estereotipos del pinchadiscos se corresponden con la realidad?
-La única verdad es que sí hay personas que saben distinguir entre un DJ bueno y uno malo. Que es un trabajo muy duro es otra de las grandes verdades de esta profesión. Tienes que sacrificar pareja, familia, porque siempre estamos trabajando cuando los demás están de vacaciones: verano, fines de semana y fiestas señaladas.
-Desde fuera, parece que estén siempre compitiendo entre pinchadiscos, a ver quién tiene el plato más grande.
-Desde fuera se ve así. El problema es que hoy en día hay mucha gente no profesional que puede trabajar en salas, pero los profesionales no entramos al trapo. Es verdad que hoy el empresario de una disco, cuando contrata, se fija más en el personaje que en la calidad del profesional, y esto ha causado que muchos jóvenes quieran meterse en este mundo y se van picando entre ellos, practicando competencia desleal. Todos quieren ser David Guetta. Quieren llegar a la meta sin pasar por 'boxes'. Pero los que tienen un nombre, como DJ Bob Sinclar, Avicci o Luciano no han salido de la nada. Algunos han empezado incluso limpiando cabinas. Entre los profesionales hay mucha camaradería.
-Los jóvenes salen corriendo detrás de los DJ para pedirles autógrafos, para hacerse fotos con ellos. Son verdaderos iconos. En un hipotético paseo de la fama, ¿quiénes cree que deberían tener una estrella?
-Kenny Larkin, Derrick May o Frankie Knuckles. Y los currantes de cabina de barrio. Ya no somos montadiscos. Somos DJ.
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