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VANESA MELGAR
Lunes, 1 de abril 2013, 16:46
Ana María y su hermana Enma no se lo pensaron dos veces. Un buen día decidieron abandonar las listas del paro para convertirse en helicicultoras, es decir, para criar caracoles y venderlos a restaurantes, particulares y proveedores de este antiguo molusco considerado un verdadero manjar. Ambas, de Cortes de la Frontera, han puesto en marcha la primera granja de caracoles de la Serranía de Ronda, concretamente, en la vecina localidad de Jimera de Líbar, que cuenta con apenas 460 habitantes y está enclavada en el Valle del Guadiaro.
«Las dos estábamos en paro. Nos comentaron la idea y al principio no lo veíamos claro pero decidí investigarlo y me gustó», explicó Ana María Doblado, de 30 años. «Yo llevo dándole vueltas al negocio desde noviembre del año pasado pero mi hermana llevaba más tiempo», añadió y Enma, que tiene 32 años, subrayó: «Es curioso ya que las dos tuvimos la misma idea por separado y un día nos dimos cuenta de que queríamos hacer lo mismo y comenzamos a formarnos para ello».
La idea ya empieza a ser una realidad. Ana María y Enma han creado el criadero en una nave que les ha alquilado el Ayuntamiento de Jimera de Líbar, gobernado por la popular Mayte Domínguez. «Se ha portado muy bien con nosotras. Es importante que desde los ayuntamientos se apoyen a los jóvenes emprendedores como a nosotras que hemos decidido poner en práctica una idea. Nos ha dejado el alquiler a un precio simbólico para ayudarnos en nuestros comienzos», afirmaron.
«Estamos muy ilusionadas. Todo lo estamos haciendo nosotras. Aún nos queda mucho trabajo por hacer pero ya tenemos encargos de clientes de puntos como León. Estamos creando una página web», aseguró Ana al tiempo que argumentó que para finales de este año comenzarán a comercializar los caracoles.
Y es que para ello, los moluscos necesitan alcanzar un peso ideal de entre ocho y diez gramos en un plazo, desde que nacen, de ocho meses aproximadamente. «Nuestros amigos y familiares veían rara la idea y nos preguntaban cómo se cría un caracol y qué cuidados necesita y también bromeaban al decirnos que si los íbamos a sacar a pasear pero lo cierto es que es aconsejable ponerles música en el criadero», relataron.
Agua y luz natural
¿Y cómo se crían caracoles?. Estas dos cortesanas explicaron que se utilizan jaulas en las que se van clasificando los alevines, los reproductores y los de engorde, destinados a la venta. «Necesitan mucho tiempo, agua y luz natural. Valencia, Madrid, Aragón y Barcelona son grandes exportadores», expresaron y señalaron que esperan conseguir una producción de en torno a 60.000 caracoles. «Cuatro kilos equivalen a unos 2.000 caracoles», afirmaron.
Respecto a sus cuidados, estos moluscos son extremadamente escrupulosos. «Si no tienen bien limpio el comedero, no comen. Necesitan mucha limpieza. Las jaulas hay que limpiarlas todos los días. Comen una vez al día pienso y hay que regarlos tres veces al día por un sistema de aspersión», contaron. Ana María es consciente de que con este negocio tampoco se va a hacer rica: «Es un extra, tampoco da para vivir».
Cada kilo de 'Helix aspersa', la especie que trabajan puesto que es la más óptima para la comercialización gastronómica, cuesta entre cinco y 15 euros dependiendo de su grosor y de la temporada, en otoño y en primavera. «En Navidades, por ejemplo, son carísimos, como el marisco, ya que no se pueden encontrar fácilmente. Y después están los recolectores ilegales que los capturan en el campo y venden el kilo por 2,5 euros pero esta práctica está prohibida», apuntaron ambas.
Estas dos jóvenes, que se pueden localizar mediante el Ayuntamiento de Jimera de Líbar, confesaron que no le gustaban los caracoles pero ahora han cambiado de opinión: «O no te gustan o te encantan». Y es que estos moluscos, cuyo consumo se remonta a tiempos inmemoriales como fuente de proteínas, ocupan en la actualidad un lugar indiscutible en nuestra gastronomía aunque en el pasado contaron con altibajos hasta que la mismísima cocina francesa los puso encima de la mesa. Con picante, en salsa, con arroz... están para chuparse los dedos.
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