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MONTSE MARTÍN
Viernes, 1 de marzo 2013, 12:17
Lleva una vida discreta en Marbella. La ciudad en la que acabó su carrera como juez le ha visto nacer ahora como abogado. A sus 44 años, Francisco Javier de Urquía es el letrado de mayor edad del bufete marbellí LexLand para el que trabajan quince jóvenes togados. «El ambiente es bueno se trabaja muy bien», comenta. Se le nota a gusto con su nueva ocupación.
El exjuez acepta contestar unas preguntas, pero sin entrar en detalles de su pasado más reciente que le llevó en 2012 a ser inhabilitado durante 17 años por aceptar sobornos del otrora todopoderoso exasesor marbellí Juan Antonio Roca y por poner el libertad a un acusado de blanqueo de capitales que él mismo había enviado poco antes a la cárcel. Es la primera vez que concede una entrevista desde entonces. Deja claro que ha hecho borrón y cuenta nueva, tanto en su vida personal, como su trayectoria profesional. Su pasado como juez es, lógicamente, una página sin manchas, en la web de LexLand Abogados, donde se menciona su experiencia como magistrado durante una década en distintas ciudades, entre ellas Marbella: «Después de 10 años como juez, Francisco decidió volver a trabajar como abogado en el año 2007 por considerar que su experiencia como juez contribuiría al éxito de su trabajo como abogado».
Tras ser apartado de la judicatura, De Urquía asegura que no le ha costado pasar a al otro lado del estrado: «Después un lógico periodo de adaptación, el Derecho es el mismo para el juez, el fiscal y el abogado».
En LexLand Abogados, que cuenta con una quincena de letrados, se encarga del departamento de Derecho Procesal. «Yo me encargo de supervisarlo todo, aunque lógicamente también voy a los juicios».
«Bien, bien, si problemas con los compañeros; y por el resto, no hay un trato diferenciado", contesta rápidamente cuando se le pregunta cómo es recibida su presencia en las vistas orales.
Amistades peligrosas
El exmagistrado muestra su reserva a la hora de hablar de su vida privada. «Lo paso con mi familia y mi hijo de seis años. No hay nada reseñable», comenta con un atisbo de timidez. Asegura haber enterrado su pasado noctámbulo en la Marbella del pelotazo y de las fiestas hasta altas horas de la madrugada que le llevó a tratar con amistades peligrosas, sobre todo para un juez. «He cambiado; todo el mundo cambia con la edad», se limita a contestar.
Reconoce que sigue siendo «muy cinéfilo» y amante de la buena literatura, sobre todo de la clásica. 'El poder del perro', de Don Wilson, un 'thriller' épico, coral y sangriento sobre el mundo de las mafias de la droga, ha sido su última lectura, aunque reconoce que en ocasiones prefiere a Balzac a algunos autores actuales. Se le nota relajado a al hablar de literatura y detrás de la breve charla telefónica se adivina un buen conversador, que disfruta también viendo cine. «Buen cine, me da igual el género si es cine del bueno. He visto 'Lincoln' y estoy deseando ver 'Argo'. 'Los miserables' me parece una castaña; el musical americano está muy mal, desde 'Chicago' no se ha hecho una buena película musical», se anima a comentar sobre los últimos filmes oscarizados.
Francisco Javier de Urquía es ahora Paco, como se le conoce en el bufete marbellí, un exjuez que visita los juzgados, pero ahora desde el otro lado del estrado.
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