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Jerzy Janowicz y David Ferrer, con los trofeos. :: R. C.
Tenis

David Ferrer consigue en París su primer Masters 1.000

Se impone en la final al sorprendente polaco Janowicz para conquistar su séptimo título en el mejor año de su trayectoria

VICTORIO CALERO

Lunes, 5 de noviembre 2012, 02:18

Hay deportes que son tremendamente injustos con algunos de sus deportistas. Un buen ejemplo es el de David Ferrer. Tras una carrera curtida en mil batallas llenas de entrega y de garra, repletas de esfuerzo y calidad, en su historial no figuraba ningún torneo de la categoría del de París-Bercy. Por ello, ayer era su día. Tras una semana prácticamente perfecta, le tocaba completar el torneo de su vida, porque desde que se convirtió en profesional en el año 2000 había perdido tres finales de Masters 1.000.

Era su oportunidad. Y David Ferrer no la desaprovechó. Después de una final dura y trabajada, el español se tiraba al suelo emocionado para celebrar su victoria por 6-4 y 6-3 ante el polaco Jerzy Janowicz. «Sin duda este año ha sido el mejor año de mi carrera», confesaba el tenis de Jávea, el cuarto cabeza de serie, que esta temporada ha ganado más torneos (siete) que Roger Federer y Novak Djokovic.

Desde luego, el polaco no le regaló el título. El número cinco del mundo se sobrepuso a un tenista diferente. Janowicz tan pronto disparaba una dejada como soltaba un latigazo de derecha. Además, explotaba su saque a la perfección y presionaba extraordinariamente bien desde todos los puntos. Capaz de sacar nada menos que a 242 kilómetros a la hora, no sintió la presión durante la primera manga. Jugó suelto, arriesgó, conectó tiros ganadores e hizo sufrir al alicantino en una de las superficies más rápidas del circuito.

Escasos errores forzados

En cambio, el de Jávea apostó por su habitual tenis. Los escasos errores no forzados le dieron seguridad desde la línea de fondo. A partir de esa fortaleza, supo crecer con su saque y aprovechó las escasas oportunidades que le ofreció su rival. Después de que Janowicz tuviese una bola de rotura con 4-4, David Ferrer demostró por qué es el número cinco del mundo. Se atrincheró al resto, hizo dudar al polaco y en su segunda oportunidad cerró la manga por 6-4.

Luego Janowicz no se desmoronó y siguió luchando. Es más. En el tercer juego consiguió su primera rotura después de parar el punto en el que se jugaba el juego y de pedir el 'ojo de halcón', y obligó a Ferrer a jugar a su máximo nivel hasta el 6-3 final.

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